Tecnología española para el conocimiento de la Tierra y la circulación oceánica

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El satélite GOCE es el primer satélite europeo dedicado a estudiar la circulación oceánica y su efecto en la climatología. Pesa alrededor de una tonelada y está equipado con un gradiómetro de alta sensibilidad para medir las variaciones en el campo de gravedad en tres dimensiones. La empresa española Crisa ha construido el sistema de propulsión iónica y la unidad de control y distribución de potencia del satélite GOCE. Éste medirá, durante 20 meses, el campo gravitatorio de la Tierra de forma global y con una precisión sin precedentes. La medición de alta resolución que proporcionará el satélite GOCE facilitará un mapa gravitatorio del planeta (geoide). Estás mediciones mejorarán el conocimiento sobre los modelos climáticos actuales al aportar nuevos datos sobre el efecto de la gravedad en la circulación de los océanos y el nivel del mar. Conocer mejor el interior de la Tierra y en especial la distribución del magma debajo de los volcanes aportará nuevos datos para comprender mejor los movimientos tectónicos y los eventos sísmicos. Estos datos también ayudarán a mejorar la estimación del grosor y la masa de los casquetes polares, testigos de excepción del cambio climático. Además, GOCE también llevará a cabo una medición de la altitud de la superficie terrestre y el nivel del mar.

La unidad de control y distribución de potencia (PCDU) es responsable de obtener y acondicionar la energía de los paneles solares para alimentar todos los instrumentos, la aviónica del satélite y las baterías de litio-ion. La unidad de control de propulsión iónica (IPCU) controla y alimenta el sistema de propulsión eléctrica del satélite. Su principal misión es fijar y controlar el empuje del motor eléctrico en función de lo que determine el computador central. Este motor tiene como principal característica su eficiencia y precisión a la hora de proporcionar un empuje muy preciso. El empuje de este motor es equivalente a la fuerza de sostener una masa de un gramo sobre la palma de la mano. Este pequeño empuje permitirá compensar la resistencia aerodinámica que existe a 250 km de altura. Como alternativa a los motores de propulsión química que habitualmente usan los satélites, los motores eléctricos son cada vez más empleados para las operaciones de corrección y mantenimiento de órbita y en misiones interplanetarias debido a su mayor eficiencia. Esta tecnología se basa en ionizar gas xenón y acelerarlo electrostáticamente a través de un campo eléctrico de alto voltaje a una velocidad aproximada de 30km/segundo.

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