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Remica impulsa en el mercado sus sistemas de calefacción y agua caliente sanitaria eficientes energéticamente. La aprobación del Real Decreto 47/2007, el pasado 19 de enero por parte del Consejo de Ministros, establece la obligatoriedad de una Certificación de Eficiencia Energética en los edificios de nueva construcción y los que se rehabiliten o cuya reforma se proyecte a partir de 2007. Con esta nueva normativa, que completa el moderno marco legislativo español sobre la eficiencia energética en la edificación (iniciado el año pasado con la aprobación del Código Técnico de la Edificación), Remica garantiza un ahorro del 40% de energía frente a los sistemas convencionales de calefacción. Hay que tomar conciencia del ciclo de vida de los edificios, desde su planificación urbanística y fase de proyecto, hasta la ejecución de las obras y posterior vida útil del inmueble, e incluso su demolición o reconversión. Las soluciones para una eficiencia energética deben dar una respuesta integral en todas estas fases. Para ello, es fundamental prever nuevas condiciones de gestión y mantenimiento que respondan a las necesidades de los usuarios y garanticen los servicios que éstos esperan. La ventaja de implantar instalaciones eficientes energéticamente es, sobre todo, la posibilidad de combinar éstas con la energía solar térmica sin menoscabar el confort ni encarecer la vivienda. Gica (Gestión Individual de Calefacción y Agua Caliente), la solución que ha desarrollado Remica, ya se ha implantado en numerosas promociones de vivienda nueva, tanto públicas como privadas, en todo el país. La esencia de este producto es el uso por gasto individual (los días del año y las horas del día que se precise, al mejor precio). Con esta Certificación de Eficiencia Energética, a cada edificio se le asigna una clase energética de acuerdo con una escala de siete letras que van desde el edificio más eficiente (clase A) al menos eficiente (clase G). La valoración de esta escala, según establece el Real Decreto 47/2007, se hará en función del CO2 emitido por el con-sumo de energía de los sistemas energéticos implantados en el edificio. Así, por ejemplo, un edificio de la clase B tendrá una reducción de emisiones de CO2 (con un consumo energético de entre un 35% y un 60%) menor que las de un inmueble que cumpla los niveles mínimos que fija el CTE. Gracias a este certificado, los usuarios, propietarios o inquilinos podrán conocer la clase de eficiencia energética de un edificio antes de su compra o alquiler. En España, los edificios consumen más de un tercio de la energía de nuestro país y existe un retraso importante frente a Europa en edificación e instalaciones eficientes. Esta nueva normativa supone un paso adelante en la evolución hacia políticas sostenibles en nuestro país.
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