Sobre ‘El Quijote’
En esta columna vengo escribiendo –desde que esta revista se ha consolidado como una publicación de ingeniería y humanidades– apuntes sobre la ciencia y la técnica con la finalidad de plantear reflexiones en este campo del conocimiento. Con este número, con el que se inicia el primer trimestre del año, queremos resaltar la trascendencia de la conmemoración del IV Centenario de la obra literaria de Cervantes El Quijote. Para ello, haré mención de una serie de reflexiones y críticas que giran en torno a diferentes aspectos de índole eminentemente cervantina. ¿Qué mejor forma de honrar a Cervantes que escribiendo acerca de él y que nos haga reflexionar sobre su personalidad y su obra? Todo ello nos conduce a la consideración que diferentes autores con su esfuerzo y tesón han hecho a través del tiempo de tan emblemática obra al investigar los aspectos más peculiares y a veces inabarcables del mundo sublime de las humanidades. La literatura, ¿qué sería del hombre sin ella? ¿Cómo expresaríamos de forma hermosa nuestras emociones y sentimientos sin el artificio palabra? Precisamente de ella, de la palabra literaria y de la literatura, se valió Cervantes para dar rienda suelta a los ímpetus, pasiones, desasosiegos, sobreesfuerzos y alegrías que jalonaron su dilatada vida literaria.
Cervantes disfrutó de una vida agitada. Participó en la Batalla de Lepanto, donde perdió una mano. Posteriormente estuvo recluido en Turquía, de donde fue rescatado, comenzando entonces su verdadera carrera de escritor, de la que pudo llegar a vivir. Cervantes aplicó sus conocimientos de España y sus experiencias personales a la hora de escribir, logrando un estilo personal e inconfundible, junto con su maestría literaria. El Quijote fue su obra estrella. Las aventuras del ingenioso hidalgo reflejan la personalidad y la cultura de los españoles, así como su sociedad. Es una crítica voraz a los libros de caballerías que estaban de moda en su época. Don Quijote se considera un héroe, un paladín de la justicia y un emblema viviente del valor y el arrojo; pero esas alabanzas que asimismo se profesa no son correspondidas por el resto de los personajes de la obra, por sus contemporáneos por decirlo de algún modo. A Cervantes le ocurre lo mismo y es testigo de cómo, paulatinamente, su vida se va llenando de decepciones, fracasos interrumpidos y hastío. Del barro del desencanto moldeó al hidalgo manchego. Ahora sólo quedaba que soplasen sobre la figura del ingenio la tradición, la voluntad y, sobre todo, la tristeza. Así se hizo Don Quijote, así su historia, así su inmortalidad.
Parece importante citar que en 1906 Miguel de Unamuno publicó un ensayo titulado El sepulcro de Don Quijote. Del mismo, extraemos las siguientes citas para la reflexión: “Si nuestro señor Don Quijote resucitara y volviese a esta su España, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hacen por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!”
“Fíjate y observa. Ante un acto cualquiera de generosidad, de heroísmo, de locura, a todos esos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿por qué lo hará? Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto sea o no la que ellos se suponen, se dice: ¡bah!, lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen perdió todo su valor la cosa. Para eso sirve la lógica, la cochina lógica. Comprender es perdonar, se ha dicho. Y esos miserables necesitan comprender para perdonar el que se les humille, el que con hechos o palabras se les eche en cara su miseria, sin hablarles de ella…" “De entre los muchos mensajes que se podrían extraer de la sublime obra cervantina, resaltamos el relativo al altruismo, la nobleza, la generosidad… del ingenioso hidalgo, valores que desde tiempos remotos han supuesto exponentes importantes en el quehacer desinteresado en pro de la Ingeniería de los profesionales de esta materia que en muchas ocasiones han tenido que ser "mitad quijote, mitad sancho, a ratos viendo gigantes y a ratos viendo molinos, porque todo y nada es real en la extensa llanura de La Mancha…"