Sistemas de rastreo para evitar la propagación del virus

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Frenar la propagación del coronavirus SARS-CoV-2, sin tener todavía una vacuna disponible para todo el mundo, está resultando una tarea complicada. Además siempre queda el miedo a que haya rebrotes y nuevos focos de contagio entre la población, como sucedió en algunas regiones de China el pasado mes de mayo, que hizo saltar de nuevo las alarmas.

Las autoridades de varios países se han planteado, y otros incluso ya lo están haciendo, la implantación de aplicaciones de rastreo que funcionan a través de los teléfonos móviles. Este rastreo pretende adelantarse a los contagios indiscriminados creando una red de contactos a partir de una persona que ya se sabe que está infectada. Si alguien ha contraído el virus, y en los últimos días ha ido a comprar a un pequeño establecimiento o a un restaurante, por ejemplo, es importante avisar a las personas con las que ha mantenido un contacto más cercano. Pero, ¿cómo hacerlo de forma rápida y protegiendo la privacidad de todos los implicados?

Las tecnologías que se apliquen en este sentido no deben vulnerar nuestra privacidad. Por ello, los investigadores trabajan para que las nuevas aplicaciones (app) solo sirvan para el rastreo de contactos. No se puede usar para conocer la ubicación, las identidades o las actividades de cada persona.

La detección temprana en el caso de las personas que hayan dado positivo en SARS-CoV-2 y su notificación a todos aquellos con los que hayan tenido contacto es, por tanto, la forma de detener la propagación de la epidemia y prevenir futuros rebrotes, pues se podría romper la cadena de transmisión. Así lo opinan numerosos expertos en la materia.

Se trata de llevar a cabo un rastreo de contactos automatizados, como complemento necesario al rastreo manual. Sin embargo, el reto al que se enfrentan los sistemas de rastreo basados en aplicaciones, y no en procesos manuales, es garantizar la privacidad y el control de los datos para que su puesta en marcha en la sociedad sea viable.

Sistema pionero en España
Por ello, las empresas innovadoras más punteras en este ámbito trabajan intensamente para lograr este objetivo. En nuestro país, el centro de investigación y desarrollo tecnológico TECNALIA, junto con Ibermática, empresa especializada en Tecnologías de la Información, está desarrollando el primer sistema de detección temprana de exposición que garantiza la privacidad, con el objetivo de reducir la curva de contagios a través del rastreo de positivos en la sociedad, así como prevenir futuros rebrotes. Se trata de un sistema pionero en España del que se están realizando ya los ensayos a través de los teléfonos móviles.

Óscar Lage, responsable de Ciberseguridad en TECNALIA, asegura que “este tipo de herramientas son indudablemente más efectivas que la memoria y los procesos manuales. No podemos recordar con quién nos hemos sentado en el metro, por ejemplo, pero estas aplicaciones sí. Es necesario buscar herramientas automáticas, efectivas y que al mismo tiempo garanticen la privacidad de las personas para implantar en la sociedad lo antes posible”.

En la actualidad, el control de exposición se desarrolla de forma manual mediante procedimientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero la situación actual requiere de sistemas automatizados que ayuden a controlar la expansión del virus. Así, el sistema que están desarrollando TECNALIA e Ibermática se basa en el protocolo DP-3T, que permite una detección temprana de exposición a la infección y, por tanto, mejora la eficiencia en la determinación de personas asintomáticas que deben ser testadas. Además, es necesario mantener por completo la privacidad de los contactos y su explotación en exclusiva para determinar los casos de exposición a COVID-19.

Por su parte, las compañías Apple y Google se sumaron en abril a la implantación del protocolo DP-3T dentro de sus sistemas operativos para smartphones, lo cual supuso un impulso importante hacia la extensión del mismo como implementación de un sistema de detección de exposiciones basado en criterios de privacidad estrictos. El protocolo DP-3T es una iniciativa europea liderada por el Instituto Federal Suizo de Tecnología ETH.

Criptografía e información descentralizada
La clave para conseguir la necesaria privacidad de las personas está en un uso intensivo de la criptografía y la descentralización de la información, ya que no revela a ningún servidor central información relacionada con los usuarios, y de este modo evita que dichos datos puedan ser explotados. El sistema planteado por TECNALIA e Ibermática almacenará y procesará toda la información en los propios dispositivos de los usuarios. Además, no guarda la ubicación GPS del usuario, para garantizar la privacidad.

El sistema se basa en la utilización del bluetooth del móvil y se están explorando nuevos formatos “wereables” más cómodos, como brazaletes. Inicialmente se trata de una aplicación móvil para Android, y está prevista su versión IOS. El usuario solo tiene que tener el sistema activo, con la capacidad de activar y desactivar la monitorización cuando lo desee. En el caso de que sea positivo en la enfermedad, deberá de notificar a través de la aplicación su contagio, para que inmediatamente los usuarios que han estado expuestos a dicha persona se aíslen y contacten con las autoridades sanitarias, con el fin de evaluar si se han contagiado en dicho contacto de riesgo o no. Existirá, además, un código de verificación para que los usuarios no puedan decir que están contagiados si no lo están realmente.

En cualquier caso, ya están trabajando en el desarrollo de otros retos para este sistema, como permitir que los usuarios, siempre de forma voluntaria, puedan compartir información agregada desde sus dispositivos, de cara a su análisis por los investigadores. Otro objetivo, señalan desde TECNALIA, “es diseñar e implementar un protocolo de interoperabilidad con otras iniciativas similares de cara a que los usuarios estén protegidos en sus contactos con independencia de la aplicación que utilice cada persona”.

Esta tecnología se desarrolla dentro del proyecto “Optimización del Sistema de Diagnóstico y Contención” (OptiDiC), en el marco de las medidas de urgencia COVID-19 del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructura del Gobierno Vasco, y en el ámbito de actuaciones de apoyo a la investigación.

Tras el rastro del virus en el hospital
Por otra parte, uno de los principales dramas vividos durante la pandemia del coronavirus ha sido el contagio del personal sanitario y pacientes en los hospitales. A finales del pasado mes de abril, se conocía un sistema para seguir el rastro del virus en el hospital y evitar contagios. La empresa española Mysphera, que trabaja con los principales hospitales de referencia españoles, estaba desarrollando una nueva solución basada en su sistema de localización para controlar la propagación de nuevas infecciones masivas en las áreas sanitarias.

El objetivo es evitar un segundo brote pandémico y contener una propagación masiva de un brote infeccioso en un centro hospitalario. Además, podría aplicarse a todo tipo de patologías infecciosas.

MYSPHERA ATLAS es una aplicación para los teléfonos móviles, cuyo objetivo principal es tener a tiempo real una trazabilidad de todos los contactos con los que ha interactuado un sanitario. Se trata de una app que funciona de forma pasiva, registrando las señales emitidas tanto por los smartphones de estos profesionales como de las pulseras identificativas de los pacientes. De modo que cada sanitario tiene un registro de todas las personas con las que ha interaccionado a lo largo de su jornada.

En caso de que exista un paciente positivo dentro del centro, a través del registro generado por la aplicación, se podrá tener conocimiento de todas aquellas personas que han estado expuestas, tanto personal sanitario como otros pacientes. De este modo se podrán llevar a cabo los protocolos adecuados para su aislamiento.

Ante circunstancias de brote infeccioso, los pasos a seguir tradicionales pasan por los registros manuales del personal y una entrevista con la persona afectada que informa de sus movimientos. No obstante, puede resultar ser un sistema con poca precisión y fiabilidad.

Ante el mismo escenario, con MYSPHERA ATLAS y su trazabilidad digital se puede obtener toda la información al instante y de forma exacta, pudiendo llevar a cabo los protocolos necesarios de la forma más rápida y adecuada posible.

Proyecto piloto en Canarias
En España, el primer proyecto piloto interoperable con Europa se ha puesto en marcha en Canarias, con tecnología de Apple y Google. Se trata de una nueva app que complementará la actual AsistenciaCOVID lanzada hace unos meses. Esta nueva aplicación se realizará bajo protocolos consensuados con Europa, con tecnología bluetooth completamente descentralizada y sobre el protocolo DP3T, que almacena la información en el dispositivo de cada usuario y no en servidores locales.

A finales de mayo, Apple y Google lanzaban su plataforma de notificación de exposición, una tecnología de rastreo contra el coronavirus que pueden usar las autoridades, y que está integrada en sus sistemas para móviles.

Numerosos países de los cinco continentes solicitaron ya, en ese momento, acceso a la citada aplicación, entre ellos, el Gobierno de España.

La elección de Canarias para realizar las primeras pruebas no es casual. El primer objetivo de esta aplicación es monitorizar el movimiento de personas y la desescalada; de tal modo que la aplicación será de gran utilidad para controlar los movimientos turísticos. Al ser una app consensuada con Europa, permite que los datos de los extranjeros que visiten las islas también sean monitorizados.

Con respecto a la obligatoriedad de su uso, aquí se presenta otro dilema. A principios del mes de abril, la Unión Europea manifestó que estas aplicaciones no deberían ser obligatorias, y que cada ciudadano podía decidir si se las descarga para colaborar con las autoridades a la hora de controlar la pandemia. Además, los datos deben ser anónimos y las aplicaciones han de seguir la Ley de Protección de Datos.

Según un estudio elaborado por la Universidad de Oxford (Reino Unido), estas aplicaciones de rastreo solo serán efectivas si las utiliza más de la mitad de la población y si se combinan con otras medidas de distanciamiento social.

En España, el objetivo es que después de esta nueva experiencia en Canarias, la aplicación comience a ser utilizada en todo el país, cuando comience el próximo curso, donde su nivel de implantación debería ser superior a los 30 millones de personas, si lo que se pretende es que tenga un verdadero impacto en la monitorización de la desescalada de la COVID-19 y en la prevención de nuevos repuntes de la enfermedad.

El modelo que está previsto aplicar es el Decentralized Privacy-Preserving Proximity Tracing (DP3T), que almacena la información en el dispositivo de cada usuario y no en los servidores. Según sus defensores es más seguro y respetuoso con la privacidad, ya que los datos no se almacenan ni por gobiernos ni por corporaciones, sino en los propios dispositivos.

El ejemplo de China y Singapur
Los países asiáticos fueron los primeros en implantar este tipo de aplicaciones. En China existe una aplicación, conocida como Health Code, que analiza si el usuario ha estado próximo a una persona portadora del virus. Si se considera que la persona está sana, libre de coronavirus, la aplicación dará al usuario un código verde. En el caso de que la aplicación detecte que estuvo cerca de alguien infectado, le asignará un código amarillo y deberá guardar cuarentena una semana. Por último, si la aplicación detecta que es posible que el propietario del teléfono esté infectado, tendrá un código rojo, lo que significa que deberá estar en cuarentena dos semanas para evitar propagar el virus e infectar a otras personas.

De esta manera, los ciudadanos de varias regiones de China tienen que enseñar su código en restaurantes, ciertos establecimientos y edificios públicos a los que quieran acceder; y si no tienen un código verde, no pueden entrar.

En este caso, la tecnología permite analizar la propagación del virus y en qué zonas hay más afectados y, por tanto, más peligro de contagio. Sin embargo, este sistema también ha recibido críticas y suspicacias por parte de la población, ya que consideran que el programa que se aplica puede ser impreciso y no se entiende bien qué criterios se siguen para asignar los códigos de colores.

Otro país asiático, Singapur, también fue pionero en la puesta en marcha de una aplicación de rastreo del coronavirus. Debido a su experiencia con el SARS, un tipo de coronavirus que apareció en 2003, dicho país fue uno de los primeros en reaccionar ante la COVID-19, y el primero en lanzar un rastreador basado en la tecnología Bluetooth, concretamente el pasado 20 de marzo.

La aplicación, denominada TraceTogether, intercambia códigos identificatorios entre usuarios que estén en un ratio de 2 metros de forma automática encriptada, a través del Bluetooth que tienen la mayoría de móviles. El proceso requiere siempre la autorización del usuario, y la aplicación no recopila datos de geolocalización.

Sin embargo, en el mes de mayo, solo 1,1 millones de personas se habían descargado el programa, cerca de un quinto de la población, cuando la cifra debería alcanzar por lo menos el 60% para que sea efectivo.

En otros países, como Taiwán, los contagiados por la COVID-19 están controlados a través de sus móviles, que envían señales que permiten a las autoridades saber si se están “saltando” la cuarentena y multarlos.

En el caso de Corea del Sur, las autoridades usan datos del GPS, pagos con tarjeta de crédito y hasta la información de las cámaras de vigilancia con el fin de elaborar un mapa con los lugares visitados por una persona que haya resultado infectada. Este mapa se puede consultar en Internet, y el sistema también envía mensajes de alerta a toda la población.

Superordenadores europeos para combatir el coronavirus

En la vanguardia de la respuesta al coronavirus, por parte de la Unión Europea, se encuentran los superordenadores y la inteligencia artificial, cuyas capacidades computacionales aceleran el desarrollo de vacunas y tratamientos.

El poder de análisis de la inteligencia artificial y la computación de alto rendimiento constituyen recursos fundamentales para detectar los patrones de propagación del coronavirus. Gracias a ello, los sistemas de salud pública pueden monitorizar dicha propagación e idear con rapidez estrategias eficaces de respuesta.


Por lo que se refiere al sector de la asistencia sanitaria, la inteligencia artificial también desempeña un papel en el funcionamiento de los robots que se utilizan para el contacto con los pacientes, ya que la interacción humana debe reducirse al mínimo.


En la actualidad, se están utilizando tres potentes centros europeos de supercomputación, situados en Bolonia, Barcelona y Jülich, para investigar y desarrollar vacunas, tratamientos y diagnósticos aplicables al coronavirus. La meta es descubrir qué combinaciones de moléculas activas reaccionan al virus, comparando modelos digitales de las proteínas del coronavirus con los miles de medicamentos ya existentes repertoriados en una base de datos. Los superordenadores complementan el método clínico clásico de ensayo-error y la posible experimentación. En el programa participan una empresa farmacéutica y diversos institutos biológicos y bioquímicos de gran tamaño, que dan acceso a sus bases de datos de medicamentos.


La Comisión Europea presta apoyo a la investigación y la innovación orientadas al desarrollo de vacunas y de nuevos tratamientos, pruebas de diagnóstico y sistemas médicos para evitar la propagación del coronavirus. El proyecto Exscalate4CoV se puso en marcha el 31 de enero de 2020 y recibió 3 millones de euros de financiación procedente de la UE.

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