Prometeo desencadenado

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Gracias al fuego los hombres han podido aprender innumerables artes y técnicas. Por ello, en Prometeo encadenado, de Esquilo, encontramos sus altivas declaraciones: «Escuchad las miserias de los mortales; como de las ignorantes criaturas que eran, hice seres claros de espíritu, dueños de su mente».

Considerada uno de los grandes aportes de Esquilo a la historia del teatro occidental, la figura de Prometeo ha suscitado profunda resonancia debido tanto a su valor simbólico como a su belleza intrínseca, ya que todos, en algún momento nos hemos sentido encadenados a la roca y hemos participado con frecuencia en el grito de su odio impotente. Símbolo del heroísmo doloroso y militante de la creación humana, el titán Prometeo ha sido siempre una de las referencias preferidas por los poetas y filósofos de todos los tiempos. Percy B. Shelley, Calderón de la Barca, Goethe y Heiner Muller, entre otros, han tratado su figura, ya que les sirve para exaltar el orgullo del hombre frente a la opresión de la divinidad.

También Prometeo ha sido visto, sobre todo desde el Romanticismo, como símbolo del empleo de la conciencia en lucha con lo arbitrario. La imagen prometeica del hombre que tomarán Nietzsche y Kafka llega a nuestros días.

El Prometeo desencadenado, así se titula el libro de Shelley, ha sido visto también como la metáfora de la revolución industrial. El capitalismo histórico ha sido prometeico en sus aspiraciones. «Aunque el cambio científico y tecnológico ha sido una constante de la actividad humana, sólo ha sido en el capitalismo histórico donde Prometeo, siempre allí, ha sido liberado», dice David S. Landes al analizar la revolución industrial en su libro titulado The Unbound Prometheus. Con lo que ocurrió en la industrialización pareció, sólo pareció, que Prometeo volvía a proteger a los hombres.

Indeterminación e inadaptación son algunas de las premisas en las que se funda el mito de Prometeo y su necesidad. La tŕcnica viene a suplir nuestras carencias. Prometeo robó el fuego a Zeus que permitió el desarrollo técnico y protegernos de la adversidad. Pero ésta siempre parece acecharnos. Shelley nos habla de la regeneración de la humanidad y del triunfo del saber y la esperanza frente al mal en su drama lírico.

«LA LIBERACIÓN DEL TITÁN PROMETEO SE EQUIPARA A LA LIBERACIÓN DE LA HUMANIDAD DE LAS CADENAS DEL PATRIARCADO, LA VIOLENCIA Y EL DOMINIO DEL HOMBRE POR EL HOMBRE, Y LA POSIBILIDAD DE UNA NUEVA UNIÓN CON LA NATURALEZA»

Ahora que ha vuelto a estar de moda la palabra sacrificio, y parecemos todos encadenados, la necesidad de un Prometeo liberado vuelve otra vez a la actualidad, para contrarrestar a alguien que parece que se ha instalado también en nuestros días, su cuñada Pandora y su famosa ánfora llena de todos los males. Tal vez siempre haya sido así, quién lo sabe, pero parece que estamos más en manos del caos que del orden. Loado sea Shelley y su triunfo del bien. La liberación del titán Prometeo se equipara a la liberación de la humanidad de las cadenas del patriarcado, la violencia y el dominio del hombre por el hombre, y la posibilidad de una nueva unión con la naturaleza.

La noción de racionalidad ha sido central en el desarrollo de la historia occidental. «Nunca los seres humanos han tenido tantas cosas en común, tantos conocimientos comunes, tantas referencias comunes, tantas imágenes y palabras, nunca ha compartido tantos instrumentos, pero ello mueve a unos y a otros a afirmar con más fuerza su diferencia», escribe, el actual Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, Amin Maalouf en su libro Identidades asesinas. Como suele ser habitual en todos sus libros, el escritor piensa que la tolerancia permitirá habitar nuevos espacios a pesar del desarraigo y el exilio por muchos motivos, incluidos el de ser.

Los cambios bruscos y la mundialización; el desajuste del mundo en diversos planos, como son el climático, el económico, el ideológico, el estratégico y el ético, requieren de una adaptación. En un mundo que parece abierto a la diversidad, la selección feroz es lo que predomina. Paradojas y más paradojas. La humanidad sigue caminando por alambres debatiéndose entre fuerzas contrarias, nos dice Daniel Cohen en su libro La prosperidad del mal.

Las fuerzas contrarias, cuando se habla de las tecnologías actuales, están en la dicotomía entre lo natural y lo artificial. Pero como cree Fernando Broncano, los seres orgánicos siempre hemos necesitado de las prótesis culturales y técnicas que hemos tenido a nuestro alcance. «La existencia humana discurre como una existencia atravesada entre lo natural y lo artificial. Es una existencia híbrida dentro de espacios llenos de posibilidades. La frontera de lo artificial y lo natural es mucho menos interesante que la frontera entre lo real y lo imaginado o entre lo real y lo posible». Esquilo no ve en Prometeo sólo al titán que dio el fuego a los hombres, sino que lo convierte en el iniciador de la civilización. Su orgullo era haber enseñado ésta al mundo.

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