Profundidad

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En la antología realizada por John Brockman Is the Internet Changing the Way You Think? (¿Está cambiando Internet nuestra forma de pensar?), muchas voces expusieron sus preocupaciones

o no, sobre si la Red está cambiando nuestras capacidades cognitivas y si esto es para bien o para mal. Esta antología no está traducida al español. Sin embargo, otros autores, que analizan la situación, aunque con cierto retraso, están apareciendo en el panorama editorial español. El debate está servido, ya que cada tecnología genera sus referencias y autoreferencias. Quién no recuerda los rifirrafes acerca de la maldad de la televisión frente a las bondades del libro; pero es que la escritura también fue tachada de «maldita»; se creía que nos limitaría nuestra memoria oral y, posiblemente, otras capacidades, Sócrates y Platón ya discutieron por ello. Ahora, por qué no, le toca a Internet.

A la pregunta de qué está haciendo Internet con nuestras mentes, en su libro, con dicho título, Nicholas Carr da una respuesta contundente: las está haciendo superficiales. «¿Estamos sacrificando nuestra capacidad para leer y pensar en profundidad?», se pregunta por asumir un nuevo medio en el cual no centramos nuestra atención y sólo picoteamos aquí y allá, distraídos y sin ser capaces de asumir más que pequeños fragmentos de información de numerosísimas e inagotables fuentes.

El concepto de creatividad en el uso de la tecnología es lo que preocupa a Jaron Lanier. Con el extraño título en español En contra del rebaño digital (en inglés You Are Not a Gadget), este pionero de la informática que acuñó el término realidad virtual, percibe un Internet tedioso en el que la cantidad se impone a la calidad y las buenas ideas son acalladas a base de ruido. Lanier propone a los usuarios de la red frenar un poco, generar contenido que sea profundo en vez de sonoro, sacar el máximo partido de Internet en vez de usarlo ciegamente para todo y respetar la condición de personas que sólo el individuo tiene.

Profundidad es uno de los conceptos más recurrentes en las argumentaciones. Entre los que piensan en la línea de Carr está también William Powers, exreportero del Washington Post que escribió el libro Hamlet’s Blackberry, sobre la adicción de la gente a los aparatos electrónicos. Para sustentar su postura pasa por siete momentos de la historia, en los que siete personajes históricos (Platón, Séneca, Gutenberg, Shakespeare, Franklin, Thoreau y McLuhan) asimilaron el desarrollo tecnológico de una manera que puede ser útil para enfrentar la actual borrachera digital. Para él, algo hemos perdido con ella a pesar de su utilidad. El BlackBerry de Hamlet, en resumen, nos dice que hemos perdido profundidad: profundidad de pensamiento y sentimiento, profundidad de experiencia. «Estamos patinando en la superficie de nuestras vidas, pero nunca nos sumergimos en ella».

«SE NOS DICE QUE HEMOS PERDIDO PROFUNDIDAD DE PENSAMIENTO Y DE EXPERIENCIA, QUE ESTAMOS PATINANDO EN LA SUPERFICIE DE NUESTRA VIDA, PERO NUNCA NOS SUMERGIMOS EN ELLA»

A pesar de no centrarse demasiado en ella, Carr expone una idea que parece inquietante (si es cierta, todo está por ver), que es la erosión de nuestra humanidad. Nos alerta de que «no sólo el pensamiento profundo requiere una mente tranquila, atenta. También la empatía y la compasión».

Pero no acaba aquí el debate; voces menos alarmistas echan mano de la educación, la historia, la psicología y la neurociencia para comprender el desconcierto y la saturación de información. Ann Blair en su libro Too Much to Know, nos dice: «estos sentimientos son experiencias comunes a todos los grandes momentos de cambio». Si tenemos en cuenta las divertidas clasificaciones vertidas en un artículo por Adam Gopnik en The New Yorker, el 14 de febrero, en toda esta nueva literatura se dan tres tipos de defensas. Los que piensan que lo de antes era mejor; los que dicen: siempre ha sido así, y los que alegan que lo de ahora es lo mejor o está por llegar. Como dice Gopnik: «ahí están, cada uno de un color: el elogioso, el alarmado, el comedido y el jubiloso».

El antes mejor hay que tomarlo con cierta precaución, ya que también sabemos por experiencia que éste encierra muchos gatos. Pero también hay sombras en los que opinan que ¡como lo de hoy nada! y que el futuro será increíble ya que se dará la gran expansión de nuestra mente. Este último argumento se presenta en Supersizing the Mind (cómo aumentar el tamaño de la mente), de Andy Clark, y en The Sixth Language (El sexto lenguaje), de Robert K. Logan. Si la televisión produjo la aldea global, Internet produce la psique global, según la interpretación de los amantes del futuro. «Los creacionistas pueblan el ciberespacio de manera tan eficaz como los evolucionistas. Nuestro problema no es la total ausencia de inteligencia, sino el poder incorregible de la pura estupidez, y ninguna máquina o mente parece lo bastante avanzada como para curarla», expresa con sentido del humor Gopnik ante los diferentes alegatos.

La pérdida de un mundo y el advenimiento de otra realidad han sido y son muy literarios. Es normal que se halague o se critique nuestro trabajar y vivir en la nube, lema por cierto de feria del Centro para la Tecnología de la Información y de la Oficina (CeBIT) de este año, porque algo aprenderemos.

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