Nueva red de observación para detectar y medir las emisiones de gases distintos al CO2
De hecho, sólo era posible realizar cálculos aproximados de la cantidad de emisiones de estos gases, debido a que proceden de fuentes muy distintas como los vertederos o la producción de alimentos. La infraestructura del proyecto se dedica a estandarizar las mediciones, reforzar los emplazamientos de observación, desarrollar las capacidades en los nuevos Estados miembros de la UE y preparar su integración con cualquier otra red ya en marcha o en desarrollo (por ejemplo ICOS, el equivalente del INGOS dedicado al carbono). Este sofisticado sistema de observación, que genera datos para detectar núcleos de emisión intensa, ofrece información mucho más exhaustiva sobre la influencia de estos gases en el ecosistema y su contribución al total de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los puestos de observación se rediseñaron para que pudieran detectar gases de efecto invernadero potenciales, incluso en concentraciones muy pequeñas. Gracias a INGOS ya se han identificado varios gases nuevos que hasta ahora habían pasado desapercibidos o que acaban de empezar a comercializarse (por ejemplo como sustitutos de los gases industriales tradicionales). Uno de los gases distintos al CO2 más importantes en los que ha trabajado INGOS ha sido el metano. Las moléculas de metano conservan mucho más calor que el CO2 y por tanto su contribución relativa al calentamiento global es mayor. Ciertas bacterias tanto de los humedales como del ganado generan metano de forma natural, pero la aportación de este gas a causa de la actividad humana es superior a la de los recursos naturales.