MARÍA SORNOSA

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“LOS PAÍSES DEL SUR DE EUROPA TODAVÍA NO NOS COMPORTAMOS CON LA SENSIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL NECESARIA”

La Unión Europea tiene una especial preocupación por el medio ambiente, como atestigua María Sornosa, eurodiputada socialista y miembro titular de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo. Después de una larga trayectoria en la administración local, esta geógrafa de formación dio el salto a Bruselas en 1994, experiencia que le valió para escribir el libro Viajes, memoria parlamentaria. De carácter amable y abierto, esta valenciana (Manises, 1949) explica cómo la UE es más que un proyecto económico y desgrana sus opiniones sobre dos de los aspectos clave del programa medioambiental comunitario: el proyecto REACH (siglas en inglés de Registro, Evaluación y Autorización de Productos Químicos) y el Protocolo de Kyoto.

¿Qué temas está tratando en la actualidad la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo?

Aunque se han quedado en el camino temas relacionados con la calidad del aire, por ser muy controvertidos dentro de cada grupo político, tenemos entre manos algunos muy importantes como la propuesta de Directiva de Aguas Subterráneas y la del proyecto INSPIRE [siglas en inglés de Infraestructura de Información Espacial en la Unión Europea]. El INSPIRE es un proyecto que pretende que cada dato geográfico de los estados miembros, desde los municipios que tienen planes generales de ordenación urbana hasta el Ministerio de Defensa –que en España es quien gestiona los datos geográficos–, tenga una norma común y pueda ser aprovechado por todos. Por ejemplo, cualquier país del norte de Europa podrá tener los datos que demuestran que el proceso de desertización español es consecuencia del cambio climático, y que este fenómeno, que ellos ven tan lejos, resulta que tiene unas dinámicas relacionadas con las lluvias torrenciales en el centro de Europa. Éste es uno de los proyectos que si no se explican son difíciles de comprender, como casi todo lo que sucede en la UE y, aunque son de los temas menos conocidos, son de los que a la larga hacen Europa.

¿Bruselas reacciona con demasiada lentitud ante la problemática medioambiental?

No. Creo que la Unión Europea, como ente supranacional, ha estado por delante de la mayor parte de los países del sur. Los nórdicos han sido países con una preocupación ecológica mayor, ya que son países poco habitados y con una presión sobre los recursos mínima, mientras que en el sur apenas hace unos años que tenemos un nivel de desarrollo importante, y todavía no nos comportamos con la sensibilidad necesaria para estos temas. A la vez que la UE construía el Mercado Único, también imponía unas normas de obligado cumplimiento ambiental. Y ejemplo de esto son la propuesta de reglamento REACH, el Protocolo de Kioto, o la apuesta por la biodiversidad.

¿Podría explicar en qué consiste el proyecto REACH?

El REACH, que se encuentra en segunda lectura de su proceso legislativo, es un reglamento que obligará a que todos los productos químicos peligrosos estén registrados, evaluados, precisen una autorización para su uso y sean sustituidos en caso de que sean tóxicos.

Desde su punto de vista, ¿el REACH, al igual que ha sucedido con otras iniciativas europeas, ha perdido en parte su ambición medioambiental?

Sí, pero soy optimista. Creo que ésa es una de las grandes ventajas de la UE, la de ir llegando a acuerdos sin perder el horizonte. El REACH podía ser mucho mejor, como la propuesta inicial, pero si en un período de tiempo corto obligamos a que las empresas registren los productos que utilizan, que los peligrosos necesiten además una autorización, y a que exista un compromiso de ir sustituyéndolos y cambiándolos por otros que no sean peligrosos para la salud, esto es sin duda un avance. Aunque en el camino se hayan quedado condiciones, como la de que el proceso fuera de hoy para mañana, hay que recordar la cuestión del empleo. Nuestra industria necesita ser competitiva, es decir, hay que poner garantías sin que éstas hagan desaparecer la industria, porque si desapareciera y tuviéramos que comprar los productos de fuera, no sabríamos de dónde vienen ni cómo.

“GRACIAS AL PROGRAMA REACH, EUROPA SERÁ UNA ZONA DEL MUNDO CON UNA INDUSTRIA QUÍMICA NO CONTAMINANTE, Y ESO ES UN VALOR AÑADIDO IMPORTANTÍSIMO”

¿Cómo ha sido el pulso con la industria?

La industria ha presionado para que los plazos sean largos, para que algunos productos químicos se queden fuera y para que la carga de la prueba continúe en la administración. Por nuestra parte, hemos tratado de que cada vez sean más las obligaciones, aunque dentro de un período razonable, y que, una vez registrados los productos, se sustituyan aquellos que sean más peligrosos para la salud. Sin alcanzar el mejor acuerdo, el Parlamento llegó a un buen compromiso y más lejos de lo que quería la industria, aunque no contentamos por completo a los grupos ecologistas. Los unos querían que el reglamento se aplicara de un día para otro, mientras que la industria quería quedarse como está.

¿Cómo va a afectar a la industria esta legislación?

Aunque tienen miedo de que este programa pueda suponer un peso burocrático y una pérdida de competitividad importante, y los costes van a aumentar respecto a otras regiones del mundo, yo sin embargo creo que no es un problema sino una oportunidad. Tenemos las capacidades técnicas como nunca las ha habido, así que utilicémoslas en un sentido que sean positivas para la mayoría de las personas y el medio ambiente. Aunque haya que hacer un esfuerzo e invertir más en tecnología, de esta manera nos convertiremos en una zona del mundo con una industria química no contaminante, y eso es un valor añadido importantísimo y algo que, aunque no se notará en los beneficios de bolsa, se hará sentir a la larga. Este planeta necesita políticas a medio plazo y no para mañana, porque así nos lo estamos cargando.

¿Cómo cree que resultará el proceso de adaptación de la industria?

Europa es una gran potencia comercial, sobre todo entre nosotros mismos, ya que más del 80% de lo que compramos y vendemos es dentro de nuestro territorio. Pero el REACH también contempla obligaciones para los que importan, porque si no, estaríamos vulnerando los derechos de los productores nacionales y todo el mundo desplazaría las fábricas fuera de la Unión Europea. Creo que no va a perjudicar a la industria; el que va a ganar es el consumidor, y las industrias van a tener un período para ir adaptándose y ver que los negocios pueden hacerse de otra forma.

Con este reglamento ¿puede el ciudadano estar seguro de que todos los elementos químicos con los que está en contacto en su vida diaria estarán controlados y registrados?

No, la seguridad total no existe. Se trata de un registro que va a tener en cuenta muchísimas sustancias, y eso significa un largo período de transición. Las autoridades deben obligar a las empresas a cumplir con la legislación, con la particularidad de que la ciudadanía va a tener derecho inmediato a la información, a través de las etiquetas de los productos o medios de comunicación como Internet. La Unión Europea firmó recientemente el Convenio de Aarhus, que contempla el derecho del acceso a la información medioambiental, e incluso contempla el derecho de la ciudadanía a denunciar a las autoridades si cree que se están vulnerando sus derechos ambientales.

En relación con el cambio climático, ¿está perdiendo la Unión Europea la batalla de Kioto?

La situación está igual que hace un par de años, aunque hay países que van peor que otros. Éste es el caso de España, que comenzó muy tarde a intentar reducir las emisiones, y que ahora está haciendo esfuerzos para minimizarlas a través de los sumideros, la compra a terceros o la cooperación con países en vías de desarrollo, sobre todo Latinoamérica. Y aun así nos pasamos mucho. Luego encontramos países como Alemania, que hace diez años sacaron una ley que obligaba a todas las viviendas de nueva construcción a incorporar paneles solares, algo que en España se quiere hacer ahora, aunque si se hubiera hecho entonces, y teniendo en cuenta todo lo que se ha construido en nuestro país en la última década, seguramente estaríamos cumpliendo con Kioto.

¿Se está convirtiendo la compraventa de emisiones en la base del protocolo y no en una herramienta complementaria, como originalmente se ideó?

Nadie quiere ser sancionado por no cumplir Kioto, y se pensó que una forma disuasoria sería la compraventa de emisiones. Si una empresa o el propio Estado tiene que invertir en comprar emisiones, le resultará más rentable a medio plazo invertir en cambiar sus infraestructuras.

¿Cree que Kioto va a impulsar las energías renovables?

Es imprescindible que se impulsen las energías renovables, no por Kioto, sino por pura supervivencia. El Protocolo de Kyoto trata de que la especie humana y la sociedad, tal y como la conocemos, se mantenga el mayor número de años posible, así que debemos apostar por este tipo de energías, con la certeza de que los combustibles fósiles se agotarán en este siglo.

¿Algunos expertos aseguran que Kioto llega demasiado tarde para solventar la problemática del cambio climático?

Yo también creo que está difícil; nuestro ritmo de vida es como un coche cuesta abajo a mucha velocidad, es muy difícil de parar. La mayor parte de la gente que vivimos en el primer mundo estamos contentísimos de nuestro modo de vida, viajamos muchísimo, utilizamos toda la energía que queremos, continuamos viviendo como si los recursos no fueran limitados, y olvidamos que somos unos 500 millones de personas mientras que los restantes 4.500 millones de personas no pueden utilizar así los recursos. No soy optimista, no tanto por todo lo que he mencionado, que es cierto, sino porque el grado de inconsciencia todavía es muy alto, no existe un compromiso por parte de la ciudadanía. Todavía no somos conscientes de lo que puede llegar a pasar; nuestro modo de vida y nuestro comportamiento no lo demuestran.

¿La Unión Europea es consciente de ello?

No, a excepción de algún visionario o científico. La Unión Europea trata de mejorar el medio ambiente, de poner las medidas para que esto se mejore poco a poco, y eso está muy bien. Pero frente a las informaciones de algunos expertos, cabe la posibilidad de que sólo estemos poniendo parches; o puede que no, que estos parches vayan generando conciencia y al final podamos continuar con el tipo de sociedad que tenemos ahora. La clave está en nuestra forma de vida. Es como si en Senegal o Costa de Marfil, donde ni siquiera hay Estado, quisiéramos aplicar recetas socialdemócratas: simplemente no se podría hacer. El planeta Tierra es Senegal y estamos tratando de aplicarle pequeñas reformas para que esto siga girando. No creo que con reformitas esto funcione, a no ser que a todos nos llegara la iluminación, nos despertáramos y dijéramos: “Cuidado!, no podemos seguir viviendo así”.

“SI EN ESPAÑA SE HUBIERA OBLIGADO A INSTALAR PANELES SOLARES EN LAS VIVIENDAS NUEVAS, CON TODO LO QUE SE HA CONSTRUIDO EN LA ÚLTIMA DÉCADA, AHORA CUMPLIRÍAMOS CON KYOTO”

Otros temas, como es la Estrategia Europea del Mercurio, sí parece que han contado con el consenso de todos. ¿Por qué este asunto ha conseguido más respaldo?

Fundamentalmente porque en Europa no utilizamos el mercurio para casi nada; los únicos que se movilizaron fueron los dentistas, por las amalgamas dentales, que hechas a partir de mercurio eran mucho más fáciles de trabajar. Aunque a día de hoy hay suficiente tecnología para que no se utilice mercurio en las amalgamas y aunque sea un material más molesto, en la balanza pesa menos que el daño que se pueda ocasionar a la salud de las personas. Debemos recordar que el mercurio es un elemento peligrosísimo y difícil de eliminar.

“HAY TANTÍSIMOS POZOS ILEGALES EN ESPAÑA QUE NO SABEMOS NI LA CANTIDAD DE AGUA SUBTERRÁNEA QUE TENEMOS, Y MENOS AÚN SU CALIDAD”

¿La industria del mercurio española está entonces destinada a desaparecer?

La industria de Almadén está a favor de la Estrategia Europea del Mercurio, porque ellos mismo saben que es peligroso; últimamente se utiliza únicamente en la extracción de oro, pero sólo pusieron una condición, finalmente aprobada, y fue que todo el mercurio que se recoja vuelva otra vez a las minas, donde se depositará y se controlará. Esto servirá para que la población mantenga su modo de vida.

¿En qué etapa se encuentra la propuesta de Directiva de Aguas Subterráneas?

En la próxima sesión de Estrasburgo se debatirá y votará la segunda lectura del texto, y creemos que no habrá ningún problema. Si el Consejo está de acuerdo con lo acordado en el Parlamento, en la próxima presidencia podría ser aprobada.

¿Qué cambios ha sufrido el texto?

Desde España hemos estado defendiendo que determinadas sustancias (los cloruros y los sulfatos) no se consideraran químicas, porque en una situación de sequía, las propias rocas las contienen. Sin estos cambios, hubiera sido muy difícil que España pudiera controlar que todas sus aguas no tuvieran estos productos en un momento de sequía. También me parece muy importante la cuestión del perímetro de protección de las aguas, una obligación que en unos años no permitirá ni a la agricultura ni a nadie que se haga llegar ningún componente a las aguas. Debemos recordar que casi todas las aguas potables de la UE son acuíferas.

¿Cuál es la situación de las aguas subterráneas españolas en comparación con el resto de Estados miembros?

No hay estudios exhaustivos que hablen de la situación de las aguas en España. Con el grado de técnica que tenemos y aun existiendo la Agencia Europea de Medio Ambiente, no podemos asegurar el diagnóstico general, pues casi todos los estudios son parciales. Hay tantísimos pozos ilegales en España que no sabemos ni la cantidad de agua subterránea que tenemos, y menos aún su calidad.

¿Cree que la Unión Europea ha conseguido transmitir a los ciudadanos una credibilidad suficiente en materia medioambiental?

El conjunto de la ciudadanía sabe, a pesar de que esto de Europa está tan lejos que nadie sabe ni lo que es una directiva, que formar parte de la UE está bien y es bueno. No hay una opinión negativa, y eso ya es algo positivo. Yo creo que en general sí que hemos sabido transmitir a los ciudadanos una credibilidad suficiente en materia medioambiental, aunque no se puede decir que sea un éxito espectacular. Esto no es Operación Triunfo.

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