María Isabel Vidal Cerezo

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“En mis visitas de obra los trabajadores me observabansorprendidos, pero no sufrí discriminación profesional”

El nombre de Mª María Isabel Vidal Cerezo quedará grabado para siempre en la historia del Colegio Oficial de Graduados en Ingeniería de la rama industrial, Ingenieros Técnicos Industriales y Peritos Industriales de Sevilla, al tratarse de su primera colegiada. Vallisoletana de nacimiento, pero sevillana de adopción, recuerda que fueron sus antecedentes familiares los que le llevaron a estudiar una ingeniería.

En 1957, comenzó sus estudios en la Escuela Técnica de Peritos Industriales de Valladolid, junto a su hermano, don-de cursó los dos primeros años, pero debido al cambio de la residencia familiar, los finalizó en la escuela de Sevilla. Ambos se graduaron en la especialidad Mecánica en 1962, cuando comenzó su trayectoria profesional en OTAISA (Oficina Técnica de Arquitectura e Ingeniería), realizando cálculo de estructuras. Años más tarde, hizo un paréntesis en su actividad profesional para cursar estudios en la facultad de bellas artes, donde se licenció en 1987, en la especialidad de diseño gráfico y grabado. Un poco antes, en el verano de 1986, ya había retomado su actividad profesional, ya que a través del Instituto Nacional de Empleo accedió a un puesto en la Oficina Técnica de Actividades Industriales, hoy en día Servicio de Protección Ambiental, del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sevilla. El siguiente paso fue el de aprobar una oposición para la provisión de plazas destinadas a ingenieros técnicos industriales en el consistorio sevillano. El nombramiento de Mª Isabel como funcionaria se produjo en 1990, cargo que ejerció hasta el momento de su jubilación.

¿Por qué decidió estudiar la carrera de perito industrial?

Mi padre me matriculó en una academia de dibujo técnico para preparar el ingreso en la escuela, con la condición de que si no me gustaba podría elegir otras opciones; pero me gustó. El interés de mi progenitor era que mi hermano y yo siguiésemos con la fabricación de maquinaria agrícola en la empresa que había creado su padre en 1885, actividad que continuaron mi padre, cuando finalizó su ingeniería, y su hermano en las tareas administrativas.

¿Cómo recuerda sus inicios cuando comenzó a ejercer como ingeniera, a principios de la década de 1960, especialmente en un ámbito copado principalmente por hombres?

Al igual que en la escuela, en la empresa causó entonces expectación la presencia de una mujer técnica. Me agradó mucho el cálculo de estructuras, y si tenía que visitar alguna obra o instalaciones, los trabajadores me observaban muy sorprendidos, pero nunca sufrí discriminación profesional, ni en términos económicos, ni humanos.

¿Piensa que ha cambiado mucho la situación desde entonces?

Ya lo creo. Siempre para mejor. La sociedad ha evolucionado favorablemente y hoy en día la mujer actúa en prácticamente todos los campos profesionales a buen nivel y normalmente equiparados a sus colegas masculinos.

¿Qué es lo que más le gusta de su profesión y de los puestos de responsabilidad que ha desempeñado a lo largo de su vida profesional?

He tenido siempre como máxima ajustarme a la normativa y leyes vigentes. Los diversos campos en los que los proyectos se desarrollan, dan lugar a un aprendizaje que redunda en un grado de conocimientos muy amplio, con un enriquecimiento profesional y personal importantes. En los cargos que he desarrollado, en general, me he sentido bien. Quizá el cálculo de estructuras fue para mí de gran trascendencia.

¿Cómo pueden ayudar los colegios profesionales a sus colegiados en el desarrollo de su profesión?

Las labores que realizan son notables, además de protectoras. De entre ellos, la organización de cursos, conferencias, contactos entre los colegiados, la defensa de sus intereses, la actualización de nuevas técnicas, etc., en definitiva, ponerse al día. También me parecen interesantes las visitas culturales, las celebraciones, los viajes… Son buenos para contactar con otros colegiados.

Echando la vista atrás, ¿qué balance haría de todo lo vivido hasta ahora y qué consejos les daría a las nuevas generaciones de ingenieras?

Echando la vista atrás el balance es muy positivo. No eliminaría nada de lo pasado. La experiencia adquirida es un valor significativo en la vida profesional. Desde aquí animo a las generaciones venideras a que dirijan sus pasos hacia la ingeniería, la creación y el diseño industrial, campos todos con futuro y buenas perspectivas.

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