La mujer y la ingeniería

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El primer problema que se me planteó al intentar abordar la progresiva incorporación de la mujer a la profesión de ingeniero fue la falta sistemática de datos publicados sobre mujeres en la ingeniería. Además, mi sensación particular era que no existía discriminación por razones de sexo, ya que yo no la he sentido, y pensaba que la cuestión radicaba en estar en el sitio adecuado, en el momento oportuno, intentando hacer lo que a cada uno nos gusta, sin presiones sociales ni de ningún tipo, tanto favorables como desfavorables, porque entiendo que la discriminación puede ser tanto positiva como negativa. Sin embargo, analizando detenidamente distintas situaciones he llegado a la conclusión de que existe, aunque hay que reconocer que en algunas ocasiones la discriminación la creamos las propias mujeres, al no intentar con suficiente determinación lograr nuestras metas, por lo que considero que es responsabilidad nuestra conseguir que las mujeres obtengan lo que se merecen, nosotras trabajando y los hombres reconociendo nuestro trabajo.

Revolución pendiente

La mujer ha tenido y tiene, por supuesto, la misión de mantener la especie, pariendo a los hijos, pero su cuidado y educación no debe recaer en un género determinado sino que la revolución pendiente, el paso decisivo, es que se generalice el que hombre y mujer compartan todas las tareas, y la base fundamental es la educación sin discriminación de ningún tipo. En tiempos ya pasados, la dedicación exclusiva al cuidado del hogar y la familia impedía la participación activa de la mujer en la construcción de las instituciones sociales.

El desarrollo de la técnica a lo largo de la historia de la humanidad ha respondido, por lo general, al trabajo y a la investigación de los hombres. Pocas veces, por no decir que prácticamente nunca, se tienen noticias sobre mujeres que hayan intervenido en los procesos técnicos, para innovarlos o modificarlos, y mucho menos para poner en marcha otros nuevos. El caso más notorio y citado, como excepción, es el de Marja Sklodowska, nacida en Varsovia en 1867, hija de un profesor de Física, que realizó sus estudios de Física en la Universidad de la Sorbona, siendo la número uno de su promoción; en 1895 se casó con Pierre Curie, cambiando su nombre por el de Marie Curie y comenzó a estudiar las radiaciones del uranio; utilizando las técnicas piezoeléctricas inventadas por su marido, midió cuidadosamente las radiaciones en la pechblenda, un mineral que contiene uranio, observando que las radiaciones de este mineral eran más intensas que las del propio uranio, y llegando a la conclusión de que tenía que haber elementos desconocidos, incluso más radioactivos que el uranio.

Marie Curie fue la primera en utilizar el término “radioactivo” para describir los elementos que emitenradiaciones cuandose descomponen sus núcleos. Posteriormente su marido se incorporó a la investigación de su esposa, y en 1898 el matrimonio anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos.

En 1903 compartieron con Becquerel el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radioactivos. Marie Curie fue la primera mujer en recibir un Nobel. En 1905 Pierre Curie fue nombrado miembro de la Academia Francesa, mientras que Madame Curie fue rechazada por ser mujer, ejemplo de verdadera discriminación por razón de sexo. Al morir su marido en 1906, se hizo cargo de sus clases y continuó sus propias investigaciones recibiendo en 1911 un segundo Nobel, un hecho sin precedentes, y en 1914 fue nombrada directora del Instituto de Radio de París. Desde que en 1901 se falla el Primer Premio Nobel de Ciencias, sólo han sido galardonadas 11 mujeres frente a 457 varones.

Podríamos citar a otras mujeres que trabajaron en el campo de las ciencias, dándose la circunstancia de que la mayor parte fueron hijas, esposas o hermanas de científícos célebres, como Madame Lavoisier, y que por ello tuvieron acceso a una formación que le era negada al resto de las mujeres. Pero no se pretende en este artículo hacer un recorrido histórico de mujeres científicas, sino reflexionar en general sobre el papel de la mujer en la ingeniería.

A pesar de la falta de noticias sobre la actividad técnica de las mujeres en los documentos históricos y literarios, es innegable que su trabajo silencioso pero constante ha tenido importantes consecuencias para la evolución técnica, sobre todo en su aplicación práctica al campo de la pequeña industria familiar, contribuyendo, por ejemplo, a un proceso vital, casi tan viejo como la propia existencia del hombre, que es el de la transformación y conservación de los alimentos (productos de la tierra o de procedencia animal), en el que se ha basado la hoy floreciente industria de transformación agroalimentaria.

La inquietud de Santa Teresa

Permitidme que me detenga en una mujer, cercana a mi por su nacimiento; me refiero a Santa Teresa de Jesús, nacida en Ávila hace más de cuatro siglos, que no fue, ni mucho menos, una persona dedicada al ejercicio de la técnica, pero en sus escritos, tan importantes desde el punto de vista religioso y también para la historia de nuestra lengua española, nos ha dejado algunas preciosas referencias a la técnica primaria y limitada que se conocía en la España de su época.

Así, encontramos con frecuencia en los escritos de la Madre Teresa, expresiones que evidencian su preocupación por diversos problemas prácticos (algunos de índole técnica) relacionados con la fundación de sus conventos. La vemos desempeñando tareas propias de los albañiles y constructores, o de un arquitecto improvisado, por ejemplo en los capítulos finales del Libro de la Vida, donde narra los avatares para la adaptación de las casas que se convertirán en el primer monasterio de monjas carmelitas descalzas, el de San José de Ávila, y en varios pasajes del Libro de las Fundaciones, como el que dedica a comentar los trabajos exigidos por la fundación del convento de Medina del Campo, Valladolid (Cap. 3, 89).

“EN TIEMPOS YA PASADOS, LA DEDICACIÓN EXCLUSIVA AL CUIDADO DEL HOGAR Y LA FAMILIA IMPEDÍA LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LA MUJER EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS INSTITUCIONES SOCIALES”.

En otras ocasiones lo que le preocupa son las dificultades de los caminos que debe recorrer con frecuencia y de los medios de transporte disponibles, casi siempre la carreta con toldo, o bien los medios utilizados para la escritura de sus numerosísimas cartas: “Harto he puesto en que sea buena la tinta”, escribe en cierta ocasión a su hermano D. Lorenzo de Cepeda, reflejando su inquietud por mejorar esta técnica rudimentaria, lo mismo que se afana por encontrar plumas que satisfagan sus necesidades y exigencias, cuando pide que se le envíen desde Ávila “unas buenas plumas cortadas”, porque en la ciudad donde se encuentra “no las hay buenas y me hacen disgusto y trabajo”.

Pero donde Santa Teresa muestra una mayor familiaridad con el mundo de la técnica, aunque sea en su estado mas elemental, es en la bien conocida “alegoría del huerto” que encontramos en el capitulo XI del Libro de la Vida. Prescindiendo del significado religioso profundo y último que la Santa da a su acertada comparación literaria (equipara los cuatro estadios progresivos por los que atraviesa el alma que desea llegar a la verdadera oración con los cuatro procedimientos diferentes, cada uno mas eficaz que el anterior, para regar un huerto), los propios términos reales en que se expresa nos muestran bien a las claras el conocimiento de la autora sobre las técnicas que describe:

“Paréceme ahora a mí que he leído u oído esta comparación. Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa… y con ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas, para que no se pierdan… Pues veamos ahora de la manera que se puede regar, para que entendamos lo que hemos de hacer y el trabajo que nos ha de costar… Paréceme a mí que se puede regar de cuatro maneras: o con sacar el agua de un pozo, que es a nuestro gran trabajo; o con noria y arcaduces, que se saca con un torno; yo lo he sacado algunas veces: es a menos trabajo que esto otro y sácase más agua; o de un río o arroyo: esto se riega muy mejor, que queda más harta la tierra de agua y no se ha menester regar tan a menudo y es a menos trabajo mucho del hortelano; o con llover mucho, que lo riega el Señor sin trabajo ninguno nuestro y es muy sin comparación mejor que todo lo que queda dicho”. (Vida, 11, 67).

Como ya hemos adelantado, el problema fundamental es la educación, ya que sin una mentalidad y preparación adecuada no es posible avanzar, y en ello nos vamos a detener ahora. En España, al igual que en los países de nuestro entorno, con una ligera variación en las fechas, estuvo prohibida la matrícula oficial de mujeres en la Universidad hasta 1910, y fue en los años sesenta cuando se suprimieron las últimas prohibiciones de acceso a algunas Escuelas Técnicas Superiores de las Universidades estatales, con lo cual la presencia de las mujeres en la Universidad no alcanza el siglo y lógicamente su incorporación ha sido lenta. Los primeros pasos son siempre los más difíciles.

La presencia de las mujeres dentro del profesorado de la Universidad en España se sitúa en el 10,2%, ocupando actualmente el tercer lugar dentro de la Unión Europea; pero de este porcentaje, la presencia en ingeniería es muy escasa. Con tan pocas mujeres ingenieras es lógico el reducido numero de ellas que ocupan altos cargos en el mundo universitario.

En 1999 en la Universidad Española el porcentaje de mujeres Rectoras era del 1,6% y el 9,8% Vicerrectoras.

Dentro de nuestras Escuelas solo tres tienen Directora:

Imma Torra Bitlloch, Directora de la Escuela Universitaria Politécnica de Manresa.

Mª Dolores Mariscal Masot, primera mujer que accede al cargo de directora en la historia de la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Zaragoza, en junio de 1998.

Mª Ángeles Martín Bravo, Ingeniero Técnico Industrial, Doctora en Ciencias Químicas, Catedrática de Física y, desde el pasado 14 de diciembre, la primera mujer que accede al cargo de Directora en los 88 de vida de la actual Escuela Universitaria Politécnica de Valladolid.

En 1978 Carmen Conde Abellán fue la primera mujer que ingresó en la Real Academia Española, en 1983 ingreso Elena Quiroga de Abarca, en 1996 lo hizo Ana Mª Matute (ocupando el sillón K, vacante desde el fallecimiento de Carmen Conde), convirtiéndose en la única mujer perteneciente a la RAE, tras la desaparición de Elena Quiroga hacía unos meses; en 2000 ingresó Carmen Iglesias y, últimamente, en diciembre de 2001, la bióloga molecular Margarita Salas fue elegida como miembro de La Real Academia Española, siendo la primera mujer científica que ocupa un sillón en dicha Academia, coincidiendo por primera vez en esta institución tres mujeres entre sus miembros.

Haremos un breve repaso de los estudios técnicos, pues conocer el pasado sirve para entender el presente y ayuda a predecir el futuro.

La primera denominación explícita que conocemos del término ingeniero (ingeniator) es de finales del siglo VIII e inicios del IX donde aparece relacionado con obras públicas, fortificaciones y edificios de carácter militar. En España, López de Ayala lo empleó a finales del siglo XIV, aplicándolo a los que hacían y manejaban ingenios militares.

Los estudios de carácter técnico tienen sus orígenes a principios del siglo XIX, cuando Godoy dio muestras de una nueva sensibilidad respecto a los estudios universitarios, reorientándolos en una dirección más técnica.

Durante el período de las Cortes de Cádiz, hay dos concepciones contrapuestas; por una parte, Jovellanos entiende que es preciso mantener un equilibrio entre las humanidades y las ciencias realistas, mientras que Quintana da más cabida e importancia a las disciplinas científicotécnicas. Finalmente, dichas posturas coincidían en que las enseñanzas técnicas debían agruparse en unas Escuelas Especiales, pero formando parte de la Universidad.

En el libro Ingeniería industrial 150 años en España, encontramos la conferencia «Unamuno y la Escuela Superior de Industria de Béjar», impartida por D. Félix Redondo Quintela, antiguo Director de la E.U.I.T.I. de Béjar, con motivo del acto conmemorativo del 150 aniversario y de la que me he permitido sacar algunas notas:

Como consecuencia de la creación de la enseñanza industrial por el conocido Real Decreto de 1850 de Seijas Lozano, se creó por Real Decreto de Isabel II de 20 de junio de 1852, siendo Miguel de Reynoso responsable del Ministerio de Fomento, la Escuela Industrial de Béjar. Es por tanto una de las más antiguas de España, siendo Escuela de Artes y Oficios, Escuela de Artes y, en 1900, Escuela de Artes e Industrias. En 1901 se crearon las nueve primeras Escuelas Superiores de Industria en España, una de ellas la de Béjar, que empezó a funcionar el curso académico 19021903.

Reproduzco literalmente uno de los apartados de dicha conferencia por ser muy significativo:

Además del régimen académico normal, enseñanzas elemental y superior, en la Escuela venía funcionando una enseñanza nocturna para obreros y, a partir de 1904, una sección de enseñanza Artística de la mujer. Este fue el motivo central del discurso del rector en la sesión inaugural del curso el 8 de octubre de 1905. El secretario de la Escuela adjunta a la memoria por él leída un resumen del acto y del discurso. Transcribo integro, respetando incluso la ortografía, el texto que a las palabras de Unamuno se refiere:

“Inmediatamente después, el Ilmo. Sr. Rector pronunció un elocuente discurso encaminado a demostrar la conveniencia de la instrucción del sexo débil y principió congratulándose por ver implantada en la Escuela una sección destinada a la enseñanza artística de la mujer, tan descuidada hoy, a su juicio, que “por efecto del mal gusto femenino muchos hogares españoles parecen tiendas de gitanos vagabundos”.

“Hizo después referencia a una exposición de labores de la que fue jurado, en la que vio trabajos de bordados y corte que eran “horrible revelación de los despeñaderos en que cae el gusto» y continuó extendiéndose en atinadas consideraciones sobre lo que deben ser las artes decorativas, como el bordado, en el que no debe tratarse nunca de imitar la Naturaleza como lo hace la pintura, sino en formas casi esquemáticas”.

“Combatió por ridículas y antihigiénicas las modas femeninas y las mantillas y ataduras con que se martiriza a los niños, afirmando después que las mujeres se visten a gusto de sus amigas y son esclavas del «horrible figurín», que es necesario a todo trance desterrar”.

“Ensalzó por último la necesidad de fomentar la cultura y educación artística de la mujer como medio de hacer grata al hombre la estancia en el hogar y terminó declarando abierto el curso de 1905906 en nombre de S.M. el Rey Alfonso XIII”.

El semanario La Victoria da la noticia en su ejemplar del sábado siguiente, 14 de octubre. Refiriéndose al discurso de Unamuno no puede evitar su parcialidad al comentar estrictamente: “Recibió aplausos. No desbarró como otras veces.»

Nunca me he considerado feminista, pero leyendo estos comentarios me quedo sin palabras y no precisamente por falta de ellas, sino porque las que se me ocurren, como se dice hoy, no serían políticamente correctas, que cada uno haga su propia lectura.

Con estos antecedentes, es lógica la escasa participación de la mujer en la vida universitaria y más aún en las carreras técnicas, donde todavía es mayor el dominio del hombre, por ser más tardía la incorporación de la mujer a las enseñanzas técnicas.

Con los datos que he podido obtener de varias Universidades españolas podemos, de una forma orientativa, ver la evolución de graduados.

Los datos revelan que dentro de la Universidad española el número de estudiantes de sexo femenino se acerca al 60 %, lo que demuestra que la mujer ha logrado altas cotas de igualdad en muchos ámbitos sociales, pero la inserción en las carreras técnicas no llega al 30 %, siendo la Arquitectura, la Ingeniería Técnica Química o la Ingeniería Técnica en Agrónomos las que tienen mayor presencia femenina, y Telecomunicaciones, Minas, Mecánica y licenciatura en Informática las menos solicitadas. En las titulaciones de Ingeniero Técnico Industrial está en el 18%.

En la Escuela Universitaria Politécnica de Valladolid, la evolución de estudiantes en los últimos años y distintas titulaciones es la siguiente:

El descenso en número de alumnos que se observa en la primera gráfica es debido a que en el año 1996 se implantaron los nuevos planes de estudios, quedando los anteriores a extinguir. También es de destacar la especialidad de Ingeniería Técnica Industrial de Química, en la que el número de alumnas supera al de alumnos.

A la vista de estos datos parece ser que las mujeres no tienen interés por la tecnología, sin embargo, el rendimiento de las chicas en las escuelas de ingeniería es superior al de los chicos y, además, tienen una menor tasa de fracaso y abandono. Mi primera conclusión es que es preciso acabar con el tópico de que las mujeres no están preparadas para las carreras técnicas, y hay que empezar a trabajar en los institutos, desde las instituciones, medios de comunicación, etc., para conseguir eliminar el concepto erróneo de que la mujer es más apta para carreras humanísticas, o los trabajos de servicios, mientras que los hombres están mejor capacitados para las carreras técnicas y científicas.

El Colegio de Valladolid entrega todos los años un premio al mejor expediente de Ingeniería Técnica Industrial de la Escuela Universitaria Politécnica de Valladolid, y a pesar del escaso porcentaje de mujeres que tenemos en este Centro, en los últimos 10 años este premio lo han obtenido seis chicos y cuatro chicas; está claro que aunque no en número, en calidad dominan las mujeres.

Otro reciente ejemplo, también aquí en Valladolid. La Fundación Mapfre otorga a los estudiantes de esta Universidad un premio al proyecto o trabajo fin de carrera; el curso pasado el primer premio ha sido para un alumno y una alumna de nuestro centro, de la especialidad mecánica, donde el porcentaje de mujeres es bajo.

Habrá muchísimos mas casos que desconozco, y me gustaría conseguir el mayor número de datos posibles de este tipo para demostrar que las mujeres tenemos un sitio es este campo.

Hacerse un hueco en el mercado laboral

Pero, demostrada la valía de las mujeres en los estudios técnicos, ¿qué ocurre cuando salen al mercado laboral?

De los datos que me han facilitado algunos de nuestros colegios, la primera mujer que se dio de alta lo hizo en enero de 1945, con el número 25 de registro del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de la región de Murcia, en la persona de María Cegarra Salcedo, que falleció el 31 de marzo de 1993. Su actividad se desarrolló en la Escuela de Peritos Industriales de Cartagena, donde era profesora, siendo muy conocida en el mundo cultural de la región como poetisa.

Como puede verse, la colegiación femenina va aumentando, puede apreciarse en el gráfico que sólo en el último año, la colegiación ha duplicado la del lustro 19901995. Muchas se dedican a la profesión libre; algunas han formado empresas de estudios y tasaciones o empresas dedicadas a proyectos de ingeniería; otras trabajan en ayuntamientos, delegaciones de Industria, juntas autonómicas; también se dedican a la docencia y trabajan en pequeñas empresas, ocupando en algunos casos puestos de gerencia y responsabilidad.

En las juntas de gobierno de nuestros colegios, también se están incorporando las mujeres. De los datos que conozco, en 10 colegios tienen mujeres en sus juntas, haciendo un total de 16 (1 tesorera, 3 vicesecretarias, 2 secretarias, 1 presidenta de delegación y 1 decana). La Delegación de Mérida del Colegio de Badajoz está presidida por Vicenta Gómez Garrido, desde marzo de 1999. Castilla y León tiene siete mujeres en sus juntas de gobierno y la mayoría con cargos significativos. Sin duda, la salida más fácil es la administración; se convocan unas plazas, se realiza un examen y como la cuestión es demostrar que se domina el temario, no hay ningún problema en obtener la plaza; últimamente en la Delegación de Industria de Valladolid han entrado tres ingenieras.

Cuando ser mujer se convierte en una traba

Sin embargo, en la empresa privada el contrato se realiza tras una entrevista y aquí ya puede influir el talante del entrevistador; hay casos, y desgraciadamente más de uno, por cierto, que después de haber pasado todas las pruebas, en la última y decisoria, el hecho de ser mujer se convierte en una traba y en igualdad de condiciones se prefiere a un hombre.

Afortunadamente, estas situaciones, poco a poco, van desapareciendo; una vez que se rompe el hielo, el paso se va haciendo mas fácil. Está demostrado que en cualquier empresa, resulta difícil el cambio de mentalidad, pero cuando se hace una excepción y se ven los resultados, se acaban todos los prejuicios.

Permitidme que otra vez me refiera a Valladolid, pero es donde me muevo y donde puedo conocer algo. En los últimos años se ha puesto en funcionamiento la depuradora de aguas residuales del Ayuntamiento de Valladolid, cuya explotación está concedida a la empresa Dragados, y las personas que están al frente de esta explotación son tres mujeres ingenieras.

En mi ciudad está también la multinacional FASA RENAULT, y según tengo entendido, en los últimos cuatro años han entrado a formar parte de la la Arquitectura, la Ingeniería Técnica Química o la Ingeniería Técnica en Agrónomos las que tienen mayor presencia femenina, y Telecomunicaciones, Minas, Mecánica y licenciatura en Informática las menos solicitadas. En las titulaciones de Ingeniero Técnico Industrial está en el 18%.

“HAY QUE EMPEZAR A TRABAJAR EN LOS INSTITUTOS, DESDE LAS INSTITUCIONES, MEDIOS DE COMUNICACIÓN… PARA ELIMINAR EL CONCEPTO ERRÓNEO DE QUE LA MUJER ES MÁS APTA PARA LAS CARRERAS HUMANÍSTICAS”

De los datos de personal en Red Eléctrica de España a finales de 2001, sobre un total de 523 ingenieros, 93 son mujeres (17,8 %), siete de ellas en puestos de directivo (7,5 %). Actualmente Elena Nogueroles Laguía es la directora de la demarcación DueroSil.

Por supuesto que existen un batallón de mujeres que merecerían estar aquí, pero desgraciadamente no conozco sus datos; que me perdonen todas las omitidas, no pretendo excluir a nadie, sencillamente dada mi limitada capacidad, no llego a más.

De los requerimientos y habilidades sugeridas por el Club de Gestión de Calidad como imprescindibles para el ejercicio de la profesión, no me cabe la menor duda de que para los trabajos en grupo las mujeres están muy capacitadas para trabajar en equipo, tomar decisiones y desarrollar excelentes relaciones interpersonales; en gestión del cambio, presentan una gran adaptación y orientación al cambio, debido a su capacidad multifuncional; respecto a la cultura empresarial, son emprendedoras y poseen una gran capacidad de organización y gestión; su capacidad de análisis y síntesis las hace idóneas para la identificación de problemas.

La orientación práctica, la búsqueda de información, la negociación y persuasión, la capacidad autocrítica, el hábito de mejora continua y la facilidad de expresión oral, faculta a las mujeres para los procesos de compraventa, la gestión de proyectos, el autoaprendizaje, la calidad y la comunicación.

Una optimista mirada al futuro

Por todo lo expuesto, está claro que la mujer no debe tener ningún problema para desempeñar cualquier puesto de trabajo de carácter técnico, sino al contrario, pues reúne todas las condiciones para ello, superando a los hombres en muchas de ellas, por lo que confío en que una vez incorporadas al sistema, su progresión sea definitiva y dentro de pocos años el tema que hoy tratamos no tenga ningún sentido.

Por supuesto, ésto no pretende ser un estudio riguroso de la situación de la mujer en la ingeniería, pero puede servir como inicio de un trabajo serio de investigación, que está abierto por si alguien está interesado y, gustosamente, con los datos que se me puedan aportar intentaré colaborar en dicha tarea como ingeniera.

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