La leyenda de Europa

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“EUROPA, ADEMÁS DE TENER UNA ETIMOLOGÍA CON TINTES METAFÓRICOS, TIENE UNA CONOCIDA LEYENDA”

Cuando un término, como Europa, pasa a ser tan familiar y frecuente en nuestra vida, raras veces sabemos algo sobre su origen. Quizá aun sea más común entre los topónimos. La etimología más extendida de “Europa”, ????’ p? en griego, considera que se trata de una composición de las palabras griegas eurys (“ancho”) y ops (“mirada”), que algunos interpretan como “ojos grandes”, pero es, sin duda, una etimología incierta. Otros lingüistas afirman que viene de la palabra semítica ereb, que significa “ponerse el sol” (occidente). Desde una perspectiva asiática o medio-oriental, el sol se pone efectivamente en Europa, la tierra al Oeste. En esta línea, el Diccionario de uso del español de María Moliner precisa que “euro”, del latín “eurus” y del griego “eúros”, es uno de los cuatro vientos cardinales que soplan del este. Completémoslo con la aportación de la famosa obra de Pierre Grimal quien, en su Diccionario de mitología griega y romana (Editorial Paidós, 1981, p. 188), precisa que es un viento del Sudoeste.

Pero Europa, además de tener una etimología con tintes metafóricos, tiene una conocida leyenda. Antonio Ruiz de Elvira, un buen especialista en el tema, nos introduce en su leyenda en Mitología clásica que define como “todo relato de sucesos que son inciertos e incomprobables, pero sobre los cuales existe una tradición que los presenta como realmente acaecidos” (Editorial Gredos, p. 9). En el capítulo dedicado a la estirpe real de Tebas, hallamos la “biografía” de Europa. Tebas fue fundada por Cadmo en el siglo XVI, hijo de Agénor, egipcio aunque de sangre griega, quien decide establecerse en Fenicia donde se casa con Telefasa. De esta unión, nacen Europa, única hija, y tres hijos, Cadmo, Cílix y Fénix. Todo cambia cuando Europa es raptada por Zeus cuando jugaba con sus compañeras en la playa. Atraído por su belleza, se metamorfosea en un toro blanco y manso. Al principio las jóvenes se asustan, pero al ver la mansedumbre del animal, se acercan a él, lo acarician y Europa monta en sus lomos, momento en que el falso toro, Zeus, se levanta y se lanza hacia alta mar velozmente. Cuando Europa se da cuenta, ya no puede hacer nada más que agarrarse con fuerza a sus cuernos. Llegan a Creta donde Zeus se une a ella bajo unos plátanos, que en memoria de estos amores tienen el privilegio de nunca perder sus hojas, y la deja embarazada de tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. Más tarde Europa contrae matrimonio con el rey de Creta, Asterio, que se hace cargo de sus tres hijos.

Mientras, en Fenicia, el rey Agénor ordena a sus hijos varones que vayan a buscar a su hermana Europa, no pudiendo regresar si no van acompañados de ella. Ninguno de los tres la localiza, y no regresan a Fenicia. Cada uno con su aventura peculiar, irán fundando las ciudades donde se establecerán: Fénix es el epónimo de Fenicia, Cílix da nombre a Cilicia, el Sur del Asia Menor, y Cadmo, fundará la ciudad de Tebas. A su muerte, Europa recibió honores divinos. El toro, cuya forma había adoptado Zeus, se convirtió en una constelación y fue colocado entre los signos del Zodíaco.

Sin duda, los lectores pueden hallar en célebres pinturas, El rapto de Europa de Tiziano (c.1560) y Europa y el toro (c.1869), la fuerza que con las imágenes se puede dotar esta fascinante leyenda. Aunque a algunos nos gustaría que el nombre de nuestro continente proviniese de esta apasionada historia de la mitología griega, parece que no es del todo probable. En las obras de Homero, ????’ p? es una reina mitológica de Creta y no una definición geográfica. Más tarde, la palabra pasó a significar Grecia Continental y desde el año 500 a. d. C. su significado contiene toda la tierra al norte del Mediterráneo.

Como vemos, Europa ocupa un lugar preeminente en la mitología clásica, políticamente lo ocupa también en la actualidad, pero ni siempre fue así ni sabemos cuánto tiempo mantendrá su influencia cultural y social. En su libro La matemática de la historia, el historiador ampurdanés Alexandre Deulofeu calculó el ciclo de vida de cada una de las civilizaciones. A través de miles de años se han producido unas culturas que son procesos biológicos perfectos que obedecen a una ley matemática. Las culturas nacen, crecen, maduran, decaen y mueren, y todas realizan este proceso que tiene una misma duración de 5.100 años repartidos en tres ciclos de 1.700 cada uno. Esta concepción cíclica de la historia es compartida por conocidos historiadores como Oswald Spengler y Arnold Toynbee.

Deulofeu recorrió diversos museos, templos y monumentos de diferentes países en donde, entre otras conclusiones, dedujo haber encontrado el origen del arte románico durante el siglo X entre el Ampurdán y el Rosellón, que era el origen de lo que él llama el segundo ciclo de la civilización europea occidental, después del primer ciclo, la cuna del cual es Creta. Ésta es la mitología de la cuna de la civilización europea occidental que fue Creta y cuyo segundo ciclo según Deulofeu, se inició durante el siglo X entre el Ampurdán y el Rosellón donde se originó el arte románico. Un largo camino de una civilización a la que, si nos remitimos a los cálculos del propio Deulofeu, le queda poco menos de 700 años para la conclusión de este segundo ciclo.

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