La ingeniería, un modelo de servicio a la sociedad

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Tuve ocasión de manifestar en el tríptico de presentación del III Congreso Nacional de Ingeniería celebrado recientemente en la ciudad de San Sebastián que «la ingeniería es una actividad que, por definición, es evolutiva, cambiante a lo largo del tiempo, una actividad en sí misma innovadora y esencialmente transgresora de la realidad al objeto de transformarla». Creo que eso es así y que precisamente es la fuerza que impulsa a la sociedad y que determina, a su vez, el bienestar humano. ¡Claro que hay inconvenientes nuevos que surgen de la aplicación de nuevas técnicas, de nuevas formas de vida condicionadas por éstas! Pero también es cierto que las ventajas de la aplicación de la ingeniería como método transformador -transgresor- compensan con mucho los inconvenientes. Piénsese en la evolución de la humanidad en los últimos siglos, particularmente en los dos últimos, y podrá concluirse que las posibilidades de las personas para conocer, desarrollarse, disponer de fuentes cercanas de conocimiento, comunicarse, vivir en una sociedad más avanzada -pese a todo- son un realidad tangible.

Sin duda, se ha pagado un precio por todo ello y llega ahora el momento de aplicar la ingeniería a la resolución de problemas nuevos, tales como la emisión de contaminantes o la prevención de accidentes graves producidos eventualmente por emisiones de productos tóxicos (desgracias de Seveso y Bhopal). Pero, precisamente, son problemas que sólo la ingeniería puede resolver.

«AHORA NUESTRO MEJOR OBJETIVO DEBE SER LA GARANTÍA DE CALIDAD DE LOS SERVICIOS OFRECIDOS POR LOS INGENIEROS TÉCNICOS INDUSTRIALES A LOS CIUDADANOS»

En estas circunstancias es más necesaria que nunca la exposición de problemas y las propuestas de soluciones; es más necesario que nunca un debate en profundidad del papel que debe jugar la ingeniería en la sociedad de la información, antesala de la del conocimiento. Con este objetivo se planteó el III Congreso Nacional de Ingeniería como un foro donde, más allá de los problemas específicos y coyunturales que afectan a la profesión de ingeniero -léase, el incoherente desarrollo de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, la visión ultraliberalizadora con que se plantea la reforma de la Ley de Colegios Profesionales, el problema del intrusismo, etc.-, se abriera un amplio abanico de posibilidades de discusión en torno a temas esenciales de la ingeniería. En nuestro congreso han tenido cabida las reflexiones en torno a la profesión y su problemática esencial en estos tiempos, pero también se ha tenido oportunidad de tratar temas de tanto interés como la gestión de proyectos, la innovación como arma de futuro para el de sarrollo socioeconómico, la formación continua, la importancia del ingeniero en el desarrollo científico-técnico en cuanto componente esencial de equipos multidisciplinares, la organización europea en torno a la profesión de ingeniero y otras.

Creo que el Congreso ha cumplido su objetivo: trasladar las preo cupaciones y una visión progresista -en el sentido de evolución- de la ingeniería y de sus organizaciones profesionales a los participantes. Naturalmente, no se ha organizado el congreso con el objetivo de convertirse en un foro en donde tuvieran expresión las distintas visiones, opiniones, críticas o alabanzas a nuestras instituciones, que eso es propio de otros eventos y momentos, más bien orientados a una discusión interna y que son sin duda necesarios, pero que no conforman parte esencial de la responsabilidad que, como ingenieros, le debemos a los ciudadanos.

El lema del congreso ha sido afortunado y en él se resume todo un concepto moderno de entender nuestra profesión: un modelo de servicio a la sociedad. Perderíamos nuestro sentido si no nos convirtiéramos en defensores a ultranza de este pensamiento y de su plasmación práctica. Han pasado ya los tiempos en que nuestras instituciones profesionales se guiaban por intereses puramente internos de defensa de los profesionales, lo que no siempre se corresponde con la defensa de la profesión. Ahora nuestro mejor objetivo debe ser la garantía de calidad de los servicios ofrecidos por los ingenieros técnicos industriales a los ciudadanos. En el Congreso de San Sebastián se han expuesto muchos conceptos que deben ser puestos en práctica para modernizar nuestras Instituciones. Se ha hablado de la oportunidad que representa todo horizonte de cambio si se acomete con valentía y con decisión. Los modelos de gestión eficaz de acuerdo a métodos renovadores, la implantación de la supervisión documental -el visado- de carácter técnico, la colaboración directa con la Administración para una mayor agilidad en los procedimientos de creación de industrias, la autorregulación de la profesión, son hitos a conseguir. Todas esas ideas han tenido su espacio en el congreso. Esperemos que, en un futuro próximo, podamos decir que las ideas de hoy se han convertido en gozosa realidad. De nosotros depende.

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