La industria azucarera granadina

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Sistemas constructivos y materiales de las principales edificaciones en los siglos XIX y XX

La primitiva industria de la provincia de Granada, con una actividad fundamental-mente basada en la producción y procesamiento de azúcar y subproductos de la misma, promovió la construcción de peculiares edificaciones para la realización de actividades tanto organizativas como estrictamente industriales entre los años 1882 y 1929. Estos edificios, frecuentemente de gran magnitud, se vieron influenciados por la arquitectura centroeuropea en su diseño y estética, ya que usualmente venían determinados por la maquinaria y procesos relacionados con la actividad industrial, de origen alemán y francés principalmente. La mayor parte de ellos se encuentran en la actualidad sometidos a procesos de rehabilitación, con cambios de usos tan dispares como los de museo, vivienda, centros comerciales o de ocio y esparcimiento.

Este artículo muestra las principales edificaciones industriales y sus particulares métodos constructivos, así como los resultados de los primeros ensayos realizados sobre los materiales de tipo cerámico empleados en las citadas construcciones, y sobre los aceros. Las conclusiones del estudio son de especial utilidad para la gestión de proyectos de rehabilitación de edificaciones que, habiendo tenido un uso puramente industrial en el pasado, plantean actual-mente una revisión de usos urbanísticos tras haber quedado consolidadas e integradas en los cascos urbanos, como sucede en ciudades como Granada y Motril.

Los resultados de los ensayos corresponden al caso de estudio correspondiente a la Fábrica de San Isidro, situada en la barriada de La Bobadilla de Granada, y se centran en los ladrillos de los muros de carga, así como los primeros datos sobre los aceros y elementos de fundición empleados de forma estructural.

La industria azucarera granadina llevó la iniciativa en el principal proceso de generación de tejido industrial que se produjo en la provincia de Granada a finales del siglo XIX y principios del XX. Ante un panorama económico muy afectado por el lento y progresivo declive del sector primario en la provincia, este tardío desarrollo industrial resultó de importancia vital para el advenimiento de una cierta recuperación económica, la creación de un incipiente sistema de infraestructuras de transporte y comunicaciones y, en definitiva, acabó siendo el paso definitivo de la provincia de Granada hacia la revolución industrial y la entrada en la era moderna desde el punto de vista económico y técnico.

Aunque se habla de industria del azúcar en Granada, un estudio más detallado revela la existencia de dos procesos industriales distintos para la obtención del mismo producto: la fabricación de azúcar de remolacha, de vital importancia para el desarrollo de la capital y la vega granadina, así como de la comarca de Guadix, por un lado, y la fabricación de azúcar de caña, circunscrita a la comarca de la costa de Motril y Salobreña, por otro. Este último caso fue de menor importancia en lo cuantitativo, con muy pequeña repercusión nacional, y, sin embargo, su estudio revela interesantísimos resultados técnicos y económicos. Además, inició su andadura con bastante antelación a la industria de la remolacha de la Vega de Granada.

Ambos procesos industriales llegaron a coexistir en el espacio en la fábrica La Purísima Concepción de Granada, gracias al transporte de la caña de azúcar por parte de la empresa Tranvías Eléctricos de Granada, SA (TEGSA) desde la costa hacia la capital. Esta empresa invirtió fuertemente en el desarrollo de la industria que nos ocupa, teniendo especial influencia en el desarrollo de las infraestructuras actuales de transporte de la provincia. Su implicación en la industrialización tuvo gran repercusión en la zona metropolitana de Granada, pero también en el Puerto de Motril y en la conexión de la capital con la comarca de la costa, a través de sistemas tranviarios y de transporte por cable.

La industria del azúcar de caña

Entre las poblaciones de Motril y Salobreña se emplaza la denominada Vega del Guadalfeo, lugar donde podemos encontrar los más numerosos e interesantes vestigios industriales de la producción del azúcar en toda la Europa de las sociedades preindustriales de la primera mitad del siglo XIX. Según los registros de 2003, actualmente la comarca aún tiene una actividad azucarera residual, caracterizada por sus 700 Ha dedicadas aún al cultivo (Giménez Yanguas, Reyes Mesa et al, 2003). La última fábrica de azúcar de caña de Europa, Nuestra Señora del Rosario, redenominada posteriormente azucarera del Guadalfeo, en Salobreña, cesó recientemente en su funcionamiento, con la especial característica de poseer la última máquina de vapor en funcionamiento en toda Europa con propósitos de fabricación industrial. Aunque aún queda alguna industria relacionada con la caña de azúcar, como una importante destilería en Motril, este cierre augura el declive final de esta actividad en la costa granadina, de la que fue pionera en la Europa de mediados del siglo XIX.

ESTAS EDIFICACIONES INDUSTRIALES SE VIERON INFLUENCIADAS POR LA ARQUITECTURA CENTROEUROPEA EN SU DISEÑO Y ESTÉTICA, USUALMENTE DETERMINADOS POR LA MAQUINARIA Y PROCESOS RELACIONADOS CON LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL, DE ORIGEN ALEMÁN Y FRANCÉS PRINCIPALMENTE

Ésta comienza de forma seria con la importación desde Inglaterra en 1860 de unos molinos por parte de Joaquín Agrela Moreno, que, ayudado por sus hijos, construyó una de las primeras instalaciones industriales dignas de tal nombre, potenciando la actividad agrícola de este sector productivo.

La segunda factoría construida en la zona (1861) fue la citada Nuestra Señora del Rosario, en el paraje de La Caleta de Salobreña, elegido por su cercanía tanto al mar para el transporte marítimo como a las zonas productoras de la caña. En su fundación y desarrollo tuvo un importante papel el citado emprendedor, y a su muerte, la sociedad colectiva Agrela Hermanos derivó en 1920 en la constitución de una moderna sociedad anónima, encargada de regir su destino económico en el futuro.

Tras pasar por diversas crisis técnicas y financieras en 1933, 1953 y 1957, final-mente fue vendida en 1976 a OLIE, SA, y redenominada Azucarera del Guadalfeo, SA hasta su reciente desaparición tras la campaña de junio de 2006.

La azucarera Nuestra Señora Del Pilar (Motril, 1882)

La azucarera Nuestra Señora del Pilar, en Motril, es, después de la anterior-mente citada, la más antigua de las que aún quedan en pie en la costa granadina. Construida en 1882, y fundada por la mercantil Burgos, Domínguez y García, realizó su última campaña en 1984, fecha en la que quedó clausurada, y recientemente ha sido objeto en algunas de sus edificaciones de un cuidadoso proceso de rehabilitación.

Esta fábrica es la de mayor valor patrimonial de toda la comarca de la costa, no solo por la perfecta integridad estructural del conjunto de las edificaciones y el área de trabajo, sino por albergar en su interior maquinaria construida entre 1882 y 1929, con altísimo valor para el patrimonio tecnológico español. Está considerada por la Asociación Española del Patrimonio Industrial y la Obra Pública el conjunto patrimonial más importante de Andalucía y uno de los cinco más importantes en el ámbito nacional.

El propietario original vendió su participación a la Marquesa de Esquilache, que a su vez llegó a un acuerdo con la Sociedad General Azucarera de España en 1903, la cual realizó las dos únicas ampliaciones de la instalación tras la inauguración en 1883: la de 1929 y la de 1983. La factoría original fue diseñada por el insigne arquitecto Francisco Giménez Arévalo. El conjunto de producción estuvo en marcha hasta 1984, fecha de la última molienda registrada en la fábrica. El 18 de junio de 1993 fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.

Desde el punto de vista de los sistemas constructivos, cabe destacar la aparición de metodologías muy similares a las adoptadas en diversas edificaciones de fábricas azucareras de la Vega de Granada. Así, en el edificio de almacenes, aparece la solución de pilares de fundición con capiteles para el sostenimiento de las jácenas, muy similares a las de la Fábrica de San Isidro (Granada, 1901), o a las documentadas en proyectos rescatados de fábricas ya desaparecidas, como es el caso de El Ingenio de San Juan (Granada, 1882).

Asimismo, en las edificaciones cuyo proceso de rehabilitación terminó en 2008, podemos encontrar forjados de bovedillas y muros de carga similares a los de San Isidro (Granada, 1901), así como estructuras mediante cerchas de madera para el sostenimiento de las cubiertas, muy similares a las ejecutadas en la azucarera El Señor de la Salud (Santa Fe, 1889).

La industria del azúcar de remolacha: impacto económico y de desarrollo

El inicio del cultivo intensivo de la remolacha en La Vega de Granada propició un cambio económico de dimensiones enormes en muchos aspectos. En primer lugar, dinamizó una agricultura que se encontraba en un periodo de lenta decadencia en la comarca. En segundo lugar, dio el impulso definitivo a una verdadera industrialización, que aunque de forma lenta, comenzó a formar una cultura del empresario emprendedor de la que la comarca carecía. Por último, articuló toda una red de infraestructuras del transporte, siempre necesaria para el desarrollo y la industrialización.

Como ejemplo, baste recordar que la compañía Tranvías Eléctricos de Granada, SA (TEGSA) promovió la redacción de detallados estudios de viabilidad para articular la comunicación no sólo de Granada con el puerto de Motril, sino incluso para ejecutar conexión ferroviaria con Jaén hacia el norte, y con el puerto de Málaga a través de la comarca de Alhama de Granada. Incluso ejecutó obras de transporte por cable para mercancías de Granada al puerto de Motril a través de la estación tranviaria de Dúrcal, con ramal a Órgiva para la extracción y transporte del mineral de las llamadas Minas del Conjuro.

Cabe extender todas las apreciaciones anteriores sobre el impacto de esta industria, corregidas y aumentadas si cabe, en el caso de la comarca de Guadix. Allí abrió sus puertas la fábrica San Torcuato en 1901, llegando a procesar 250 toneladas al día, seguida de la importantísima Unión Agrícola Azucarera Nuestra Señora del Carmen SA en Benalúa de Guadix en 1913, que alcanzó una producción pico de 500 toneladas diarias. En ambos casos se conservan las edificaciones.

La industria del azúcar de remolacha: fábricas de La Vega

De vuelta a La Vega de Granada, la muestra más incipiente de actividad industrial respecto al procesamiento de la remolacha se halla en el llamado Ingenio de San Juan (Granada, 1882), que llegó a procesar 100 toneladas diarias. Aunque la mayor parte de las instalaciones no se conservan, sí se ha tenido acceso a partes del proyecto de la edificación, donde podemos observar que se hace referencia a los pilares de fundición gris con capitel ya mencionados en el caso de las edificaciones azucareras de la costa, asimismo combinados con muros de carga de ladrillo en los extremos como solución estructural para la transmisión vertical de las cargas.

En este caso, se encuentran cimentadas sobre bloque de piedra, solución que resultó muy recurrente como método de cimentación en la comarca de La Vega, dado el fácil acceso a las canteras de sierra Elvira para usos en edificación, tanto estructurales como ornamentales.

A esta fábrica siguieron la de San Fernando, en Atarfe (1884), Nuestra Señora de las Angustias, en Granada (1889) y El Señor de la Salud, en Santa Fe (1889). Solo se conserva la chimenea en el primer caso y los edificios permanecen en estado razonable en el tercero.

Esta factoría de Santa Fe, que reconvirtió su uso para dar paso a la fábrica de maderas en 1943, fue vendido en 1948 para dar albergue a un polvorín del ejército hasta la década de 1990, y será con toda probabilidad objeto de rehabilitación en breve. Aunque tristemente se demolió la chimenea en este último periodo, se conservan tres edificaciones: la nave de producción, la alcoholera y un pequeño almacén, que se encontraba junto a la desaparecida chimenea. En ellos aparece, como se mencionó anterior-mente, la tipología de cubierta sobre cerchas de madera, así como de forma puntual las columnas de fundición gris con capitel y cimentación mediante piedra aislada para cada uno de los capiteles.

Posteriormente, aparecen en La Vega las fábricas de San José (Granada, 1890), San Cecilio (Granada, 1890) y Santa Juliana (Armilla, 1890), que actualmente alberga tras un proceso de rehabilitación la feria de muestras de Armilla. La actividad de esta última fue muy importante, y llegó a las 500 toneladas de procesamiento diario.

Surgen seguidamente en Pinos Puente en 1890 las factorías de Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora del Carmen, parcialmente conservadas, para dar paso a la importante aparición de la fábrica de San Isidro en Granada en 1901. Por su relevancia de cara a la economía y técnica industrial, se tratará esta última más adelante.

Las últimas apariciones de industrialización azucarera en la comarca corrieron por cuenta de las fábricas de Nuestra Señora de las Mercedes (Caniles, 1901), Nueva del Rosario (Pinos Puente, 1904), La Vega (Atarfe, 1904), La Purísima Concepción (Granada, 1905) y San Pascual (Zujaira, 1910), todas ellas de elevadísimas capacidades productivas, entre las 250 y las 500 toneladas diarias.

Como se comentó anteriormente, el caso de la factoría de La Purísima Concepción es paradigmático de la implicación de las compañías de construcción de infraestructuras en la generación del tejido industrial, pues TEGSA compró parte del capital de la azucarera, y amplió la instalación de procesamiento de azúcar de remolacha mediante una línea paralela de procesamiento del azúcar de caña, que llegaba transportado desde la costa por la mencionada línea de cable. De este modo, cohabitaban en la misma factoría ambos procesos industriales.

La azucarera de San Isidro (Granada, 1901)

La azucarera de San Isidro estuvo en funcionamiento entre los años 1901 y 1983. Está emplazada en el actual barrio de La Bobadilla de Granada y llegó a tener una capacidad máxima de procesamiento de 1.000 toneladas al día. Hoy en día se conservan íntegramente los edificios y su entorno está pendiente de una inminente reordenación urbanística por parte del Ayuntamiento de Granada.

La azucarera tenía acceso ferroviario, y aún hoy se encuentran en su patio restos de la infraestructura que sirvió para la descarga de las materias primas y la carga del azúcar producido, así como de los subproductos de la fabricación. Cabe destacar que junto a estas instalaciones se encontraba en funcionamiento una báscula de considerables dimensiones, que terminó sus días en la Estación de Gor (línea FC Granada-Murcia).

Esta infraestructura ferroviaria incluía sistemas de cambio de sentido en corto espacio, resueltas mediante placas giratorias.

La fábrica llegó a albergar a casi 600 trabajadores, repartidos en tres turnos de trabajo continuado, lo que generó el desarrollo de una pequeña aldea de servicios alrededor del recinto. Esta acabó teniendo apartadero de tranvía y, posteriormente, parada de autobús, al encontrarse situada en la antigua carretera de Málaga.

En cuanto a los sistemas constructivos, la estructura en planta presenta una distribución en anchura de cuatro vanos de longitudes variables, que son, de Oeste a Este, de 4,00 m, 4,10 m, 4,20 m y 4,80 m, medidas entre centros de pilares. La distancia longitudinal, en dirección Norte-Sur, entre los pilares es constante e igual a 5 m.

La distribución del edificio en altura presenta tres plantas más planta baja, donde se ubicaban las turbinas de la fábrica. Por encima de la planta de turbinas se ubicaba la planta de maquinaria malaxadora, íntimamente relacionada por medios mecánicos con la planta de turbinas. La maquinaria se encontraba conectada a través de diversos huecos aún visibles en el forjado del primer piso. La segunda planta era el almacén de azúcar, y la tercera, de reducidas dimensiones en planta, estaba dedicada a albergar los depósitos de agua.

Desde el punto de vista estructural, se advierte de forma inmediata que las dimensiones en planta de la fábrica original, puesta en marcha en 1901, eran muy inferiores a las existentes actual-mente. Durante el siglo XX se llevaron a cabo diversas ampliaciones, que pueden notarse por los distintos tipos estructurales utilizados a la hora de resolverlas, y que iban encaminadas al aumento de la producción de la fábrica.

Así, los pilares originales son cilíndricos, huecos y de fundición, reforzados con capiteles y basas para el correcto reposo de las vigas; los pilares de las ampliaciones, por el contrario, son de perfiles de acero laminado en forma de

«U» empresillados para garantizar la integridad estructural y servir de refuerzo. Estos últimos se roblonaron completamente, como puede verse en las imágenes de esta página. También pueden observarse, en el primer caso, los mencionados capiteles de fundición que soportan vigas laminadas de doble T de ala estrecha, capiteles que poseen clara influencia estética de la arquitectura clásica, así como los forjados de bovedillas citados anteriormente.

Los pilares y capiteles de fundición llevan la marca «José Pastor Moltó, Calle San Isidro esquina a Nueva de la Virgen y Callejón de la Acequia Gorda». El radio de los pilares en su punto más estrecho es de 13,2 cm, siendo su circunferencia de 83 cm.

Los muros de carga son de 70 y 80 cm de espesor, respectivamente, estando reforzados por contrafuertes de 50 cm de espesor.

En la planta de turbinas, las alturas se distribuyen como sigue: como cimentación, grandes bloques de piedra de forma cúbica de 60 cm de lado; altura del pilar de fundición, igual a 3,80 m, incluyendo los 40 cm del capitel; 30 cm de altura de las jácenas apoyadas sobre los pilares; y, por último, 20 cm de los forjados, cuya tipología era conocida como «de bovedillas de revoltón» o «bovedilla curva». Este tipo de forjado era ejecutado por medio de rasillas unidas con cemento, y extendiendo sobre ellas la capa de compresión de hormigón. Esta capa no incluía armadura alguna, por lo que se ejecutaba con gran espesor.

Las citadas jácenas tienen 30 cm de altura y 15 cm de medida de anchura de ala. Las cerchas que sostienen la cubierta son dobles, de 5 cm de ancho y 5 mm de espesor, y se encuentran separadas 4,30 m en dirección longitudinal.

El primer detalle que conviene destacar de la estructura metálica es la prolongación de los pilares entre planta y planta. La forma en que la columna se prolonga a través de las jácenas y forjados es extremadamente particular como puede apreciarse en la imagen superior izquierda de esta página.

En la siguiente imagen podemos apreciar una de estas prolongaciones, con la particularidad de que se produce una variación en la tipología del pilar entre planta y planta. Puede apreciarse que la columna de fundición de la primera planta pasa a ser de láminas de acero empresilladas y roblonadas en la segunda, posiblemente, por tratarse esta última de parte de una ampliación del forjado entre la segunda y la tercera alturas, y de datación bastante posterior. Aparece igualmente esta tipología en el edificio de la alcoholera anexa a las instalaciones, que pasamos a describir.

Fábrica alcoholera de San Isidro (Granada, 1908)

La citada alcoholera se encuentra hoy día englobada en las instalaciones de la fábrica de San Isidro. Aunque el edificio permanece en buen estado, no se conserva la maquinaria utilizada en ella. Esta funcionaba como parte del posproceso productivo del azúcar, dedicándose al procesamiento de los subproductos como la melaza para la obtención de alcohol etílico. Lo más reseñable desde el punto de vista técnico es la aparición, de nuevo, de los pilares ejecutados mediante láminas de acero en forma de «U» empresilladas y roblonadas, tan utilizadas en las ampliaciones de la fábrica de San Isidro.

Podemos ver en la imagen esta tipología tal como se encuentra hoy en día en la fábrica. Aunque el edificio se mantiene en buenas condiciones, se puede observar que parte de los forjados se dejaron huecos, al igual que en la fábrica de San Isidro, para albergar la maquinaria en distintas alturas. En este caso, consistía en altas torres para la destilación fraccionada del alcohol.

También son de destacar los refuerzos de acero en los muros de carga que existen en esta fábrica alcoholera. Tras el terremoto de Albolote de 1956, que a pesar de ser de grado 5 en la escala de Richter fue tremendamente destructivo en la comarca de La Vega, comenzaron a aparecer grietas en la fachada del edificio. Estos refuerzos se añadieron con posterioridad al terremoto, para evitar la apertura y ruina de los muros de carga.

Ensayos de materiales constructivos de la fábrica de San Isidro

Para finalizar, se realizó un estudio sobre algunos materiales empleados en la fábrica de San Isidro, de los que mostraremos los primeros resultados. Estos son de máximo interés para los técnicos interesados en el proyecto de rehabilitación de este tipo de espacios industriales, pues nos dan idea tanto de las calidades originales de los materiales como de su pérdida de propiedades con el paso del tiempo (durabilidad).

Los ensayos se centran en los ladrillos de los muros de carga, así como en los aceros empleados de forma estructural y en las barandas de seguridad de la edificación. Las muestras de tipo cerámico fueron sometidas a ensayos de compresión simple, de modo que se obtuvieron cargas de rotura para tres tipologías distintas de ladrillos utilizados en la construcción de los muros de carga. Las muestras de acero fueron sometidas a ensayos de tracción normalizados y se obtuvieron valores de módulo elástico, límite elástico y carga de rotura para las mismas.

Los resultados de los ensayos con las muestras descritas en las tablas 1 y 2 serán comparados con los valores característicos esperados para los mismos materiales en la actualidad, de forma que podemos obtener una comparativa tanto en las calidades como en la pérdida de propiedades con el paso del tiempo.

Los ensayos de compresión simple para las muestras cerámicas fueron realizados en diciembre de 2009 en el laboratorio de materiales de la EUAT de la Universidad de Granada.Los ensayos de rotura a tracción para las muestras de acero fueron realizados en enero de 2010 en el laboratorio de materiales de la ETSICCP de la Universidad de Granada. Los resultados obtenidos fueron los que figuran en las tablas 3 y 4.

Los valores recomendados por la norma española RL-88 para la recepción de ladrillos especificaban una resistencia a compresión mínima de 100 kp/cm2 para que resultaran aceptables.

Por tanto, tan solo la muestra nº 1 se encontraría ligeramente por debajo de los estándares de calidad de finales del siglo XX. Es de destacar la enorme dispersión estadística en cuanto a la resistencia obtenida según las distintas tipologías de ladrillos.

Los valores recomendados por la norma española UNE 36-080-85 sobre calidad en los aceros laminados especificaban un límite elástico mínimo de 235 MPa para la clasificación AE 235-B.

Por tanto, tan solo la muestra nº 2 queda ligeramente por debajo de estos estándares, alcanzando incluso las otras muestras resistencias propias de la clasificación AE 275-B.

En cuanto al módulo de elasticidad longitudinal, tan solo la muestra nº 1 alcanza la especificación estándar actual de 210 GPa, mostrando gran dispersión los aceros en este apartado.

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