La bomba
“EL 8 DE OCTUBRE DE 1958 SE PRODUJO POR PRIMERA VEZ EN ESPAÑA UNA REACCIÓN DE FISIÓN EN CADENA Y EN 1969 SE CONSIGUIERON LOS PRIMEROS GRAMOS DE PLUTONIO EN LA PLANTA PILOTO DE TRATAMIENTO DE COMBUSTIBLE IRRADIADO”
Para aquel pequeño grupo de profesionales que, avanzados ya los ochenta, comenzamos a ejercer el periodismo ambiental con vocación de permanencia, seguramente no hubo otro lugar tan misterioso y atractivo (la atracción de lo prohibido) como el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), ubicado en un pequeño promontorio de la Universidad Complutense de Madrid, en el mismo lugar donde anteriormente había estado la Junta de Energía Nuclear (JEN) creada por el general Franco en 1951.
Todavía en los ochenta, con los socialistas en el poder, sospechábamos que el Ciemat guardaba infinidad de secretos que cada uno de nosotros esperaba convertir algún día en titulares. Las grandes exclusivas estaban ahí, esperándonos en ese edificio desapacible y feo que, en cierto modo, nos remitía a las fantasías infantiles en las que imaginábamos casonas habitadas por hombres huraños rodeados de cadáveres: en el sótano, en los tabiques, en el jardín…
¿Había cadáveres en los sótanos o en los jardines del Ciemat? Sólo en sentido figurado. Bueno, supongo. Yo me refiero a los cadáveres de una historia reciente plagada de proyectos y sucesos nunca lo suficientemente explicados: los primeros pasos de la energía nuclear, el supuesto diseño de una bomba atómica, los detalles sobre las bombas que cayeron en Palomares (Almería), el escape radiactivo de 1970, las denuncias de trabajadores irradiados, el almacenamiento de residuos radiactivos (algunos enterrados en el jardín), etc. Desde el punto de vista periodístico, qué quieren que les diga, el Ciemat y su antecedente la JEN eran una mina.
Ahora hemos conocido un informe de la CIA fechado el 17 de mayo de 1974 que, en realidad, no demuestra nada, tan sólo especula sobre lo que nosotros también hemos especulado durante tantos años sin llegar a mejor puerto: las intenciones de Franco respecto a la puesta en marcha de un programa nuclear que incluiría el diseño de una bomba atómica. Dice el informe: “España es uno de los países europeos merecedores de atención por su posible proliferación en los próximos años. Tiene reservas propias de uranio de mediano tamaño, un extenso programa de desarrollo nuclear (tres reactores operativos, siete en construcción y otros 17 más en proyecto) y una planta piloto para enriquecimiento de uranio”. Si tenemos en cuenta que ya en 1955 España había firmado con Estados Unidos un acuerdo para usos pacíficos de la energía nuclear, algún detalle más concluyente cabe esperar de la CIA.
A propósito de la Junta de Energía Nuclear (1951) escribe Rafael Caro: “La Energía Nuclear en España entraba en otra nueva fase. El hermetismo había cesado, las investigaciones que se llevaban a cabo se hicieron públicas y el trabajo desarrollado hasta el momento se dio a conocer por los científicos en los foros internacionales”. ¿El fin del hermetismo? Bueno, así lo considera Caro en su interesante libro Historia nuclear de España (1995). Algo sabrá de ello este hombre educado y de apariencia intrigante que trabajó en la JEN de esa época y que durante muchos años representó al Partido Popular en el Consejo de Seguridad Nuclear. Cuenta también Rafael Caro que en 1955 la JEN abordó la construcción de los reactores Argos y Arbi para las escuelas de Ingenieros Industriales de Barcelona y Bilbao con el objetivo de “llevar a cabo todas las operaciones necesarias para fabricar los elementos combustibles de estos reactores partiendo del mineral, con la excepción, claro está, del enriquecimiento”. Señala, por fin, el autor que el 8 de octubre de 1958 se produjo por primera vez en España una reacción de fisión en cadena y que en 1969 se consiguieron los primeros gramos de plutonio en la planta piloto de tratamiento de combustible irradiado.
O sea, los procesos que llevan hasta la bomba atómica se estaban desarrollando. ¿Alguien pensaba que había que llegar hasta el final? Seguramente sí, pero Rafael Caro incluye en su libro el siguiente párrafo que él mismo destaca en cursiva: “Se puede afirmar que nunca existió en las máximas autoridades del Estado Español la voluntad política de fabricar armas atómicas, aunque ciertamente, y como sucedió en todos los países que alcanzaron cierto desarrollo nuclear, se realizaron algunos estudios y actividades de investigación y análisis en este campo”.
En 1976 la revista Mundo dedica su portada al asunto: “Tenemos la bomba atómica”. El ministro José María de Areilza dice: “No queremos ser los últimos en la lista, si ésta es la tendencia de los últimos años”. Las especulaciones siguen con los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez y de Felipe González, que nunca desmintieron. En 1987 España firma el Tratado de No Proliferación Nuclear.