JUAN LÓPEZ DE URALDE

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“LA ÚNICA POLÍTICA COHERENTE ES LA DE LA RACIONALIDAD, EL AHORRO Y LA EFICIENCIA”


En el mundo hay una bandera que enarbolan las personas comprometidas con la defensa del medio ambiente. Esta enseña luce los colores del arcoíris y se despliega por todo el mundo para denunciar los atentados contra los mares, ríos y montañas. Inmerso en esta causa, no exenta de descalificaciones, se encuentra Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España. Habla con nostalgia de sus primeros años de militancia ecologista, allá por los ochenta, pero su discurso se vuelve amargo cuando acusa a la clase política de falta de sensibilidad para actuar contra el cambio climático. Y entre el ayer y el hoy se cuela un esperanzador mañana que nos lleve a comprender que los recursos naturales son escasos y valiosos, y que la lucha por conservarlos merece la pena.

A los 23 años ya era secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental, así que ha pasado la mitad de su vida intentando mejorar la deteriorada relación entre el hombre y la naturaleza. ¿De dónde le viene esa vocación? ¿Qué recuerdos guarda de los primeros años de militancia ecologista?

Es una vocación que viene de mi propia relación con la naturaleza, de mi afición por la montaña y el mar, desde muy joven. Poco a poco vas viendo la degradación de aquello que tanto te interesa y tanto amas. Entonces, piensas que debes hacer algo para evitar esa degradación, y vas pasando a la acción. Es así de sencillo. Guardo extraordinarios recuerdos de estos años. Desde las primeras salidas al campo y las primeras nociones de ornitología o botánica; las primeras acciones concretas para defender algún lugar. Recuerdo incluso cuando elaboramos la primera nota de prensa en el Parque del Retiro para pedir que se pusiera freno a la avalancha de coches que había en la Pedriza de Manzanares los fines de semana. Lo mejor ha sido la gente y tantos amigos que he ido haciendo en el camino. La verdad es que, hayamos conseguido mucho o poco, merece la pena luchar.

¿Qué opina de la continua proliferación de profesiones y especialidades académicas relacionadas con el medio ambiente? ¿Ve en ello un verdadero interés de la sociedad por reinventar nuestro modo de vida o, simplemente, piensa que se trata de una oportunidad de negocio?

Me parece muy interesante. Hoy en día los jóvenes que se interesan por salvar el medio ambiente tienen muchas opciones profesionales y eso es bueno. Nosotros no teníamos ninguna. Hay intentos honestos de buscar nuevas formas de producción más compatibles con el medio ambiente, y hay quien busca sólo el negocio. En todo caso, las cosas empiezan a cambiar, y eso es lo interesante.

Contaminación, desaparición de especies animales y vegetales, desertificación del suelo… ¿Es posible comenzar una jornada de trabajo con optimismo? ¿Por dónde se empieza?

En primer lugar tienes que buscar aquello que puedas hacer y que sea efectivo. El panorama global no puedes ni debes tenerlo siempre en la cabeza porque te volverías loco. En el día a día te centras en lo concreto, en lo pequeño, en lo que puedes hacer para cambiar algo. Ésa es la fórmula.

¿Qué ha sentido al escuchar a José María Aznar arremeter contra “los abanderados del Apocalipsis climático”?

Me da mucho coraje porque aunque parezca que Aznar dice eso para llamar la atención sobre su excéntrica persona, lo hace siguiendo una agenda trazada para romper el liderazgo europeo contra el cambio climático. Esa rueda de prensa estaba enfocada para debilitar el paquete energético europeo conocido como 20/20/20. En todo caso, que diga de los ecologistas lo que ha dicho, me parece que le descalifica más a él que a nosotros.

En un mundo en el que todo se traduce a cifras, ¿cómo se evalúa la actividad de una organización que, como Greenpeace, tiene el ambicioso objetivo de salvar el planeta?

Es difícil. Aunque yo creo que hay que hacer un esfuerzo para tratar de objetivar si haces las cosas bien o no. Una forma es buscar indicadores muy específicos. Por ejemplo, los avances concretos conseguidos en las campañas que realizamos; las victorias para el medio ambiente; la evolución del tema en los medios de comunicación, etcétera.

La crisis del sector de la construcción, ¿dará un respiro a ese urbanismo salvaje que devora nuestro litoral?

Sí, pero es un respiro momentáneo. En 2007 denunciamos que se había recalificado suelo para construir tres millones de viviendas más en el litoral. Si no se corrige a fondo, y se desclasifica suelo, el parón será sólo temporal. Hay que bus-car soluciones estructurales y nosotros proponemos unas cuantas: nueva y diferente financiación municipal, transparencia y participación ciudadana en la elaboración de planes urbanísticos, etc.

Hace unas semanas la ex ministra Cristina Narbona afirmó que España estaba haciendo bien los deberes sobre los compromisos asumidos con el Protocolo de Kyoto. ¿Cuál es su opinión?

Discrepo. España es el país más alejado del cumplimiento de Kioto. Estamos un 52% por encima de las emisiones de 1990. Vamos fatal. El esfuerzo debe ser mucho mayor y, sin embargo, el Ministerio de Industria se dedica a poner freno a las renovables en vez de impulsarlas. Del Ministerio de Medio Ambiente… mejor ni hablemos.

¿Tendríamos que tomar ejemplo de algún país de nuestro entorno europeo?

Todos están cumpliendo mejor que España porque ya digo que somos los peores en este tema. Pero el ejemplo puede ser Alemania que mantiene el compromiso de cierre de las nucleares y reduce el CO2 al mismo tiempo.

En el plano energético, España ha practicado una cultura de despilfarro. ¿Cómo seremos capaces de hacer que en el futuro prime el ahorro y la eficiencia y que la implantación de las energías renovables sea una realidad?

Hace falta un cambio cultural profundo. Los gestos no son suficientes. Hemos vivido en los últimos años una cultura de nuevos ricos que debe superarse, tenemos que entender que los recursos naturales son escasos y valiosos. Hablo del agua, de la energía, pero también del suelo, del territorio, de los espacios naturales, de los minerales, de la madera. Es imprescindible superar la cultura del derroche porque las energías renovables pueden dotarnos de energía al 100%, siempre y cuando moderemos el consumo.

La industria, los transportes y los hogares son tres de los sectores que intervienen de forma nociva sobre el cambio climático. ¿Es preciso realizar una gran revolución o se pueden aplicar medidas que frenen esta tendencia?

Creo que la ciudadanía está mucho más concienciada. Pero los políticos españoles no están dando la talla. Lo de Aznar es sintomático. Pero, aparte de los ecologistas, ¿has visto a algún político destacado salir diciendo que hay que invertir contra el cambio climático? Ninguno. Cero. Así es muy difícil. Con Cristina Narbona de ministra, al menos ella llevó esta bandera, pero ahora ha quedado tirada en el suelo sin que ningún político destacado se atreva a levantarla.

El tema del agua en nuestro país me desborda. ¿Podría explicar cómo se puede redistribuir de una forma sostenible y sin entrar en conflictos entre las diferentes comunidades?

No creo que sea un problema de redistribución. Para nosotros es un problema de consumo excesivo. Se habla del déficit hídrico de las cuencas del Segura y el Júcar, pero nadie cuestiona los masivos desarrollos urbanísticos que se han producido en aquellas costas. Es como si los recursos naturales no fueran un limitador del crecimiento, cuando en realidad deben serlo. Nos preguntamos por qué no se trabaja en serio en el tema del ahorro y la eficiencia, en vez de buscar siempre más y más recursos. El cambio climático además nos lleva a un escenario de menos agua, y por tanto de más presión sobre los recursos existentes. La única política coherente es la de la racionalidad, el ahorro y la eficiencia.

Durante siglos España ha vivido de la agricultura y ahora parece que esta práctica es dañina para el planeta. ¿Qué ocurre?

Los modos mayoritarios de producir ahora en la agricultura, la ganadería o la pesca se parecen cada vez más a la industria. La esperanza viene de la implantación creciente de la agricultura o la ganadería ecológica. Hay un renacer de la agricultura como cuidado de la Tierra.

Greenpeace cuenta con un proyecto educativo a través del cual trata de implantar un nuevo modelo de relación del hombre con el medio ambiente. A día de hoy, ¿cree que se puede decir que nuestros hijos tienen ya esa concienciación?

Nuestros hijos viven en un mundo en el que estos temas y debates forman parte de su realidad. Les preocupa mucho el futuro de la Tierra, como es lógico. Yo creo que esta generación va a ser muy ecologista, aunque en un sentido más práctico de lo que lo hemos sido nosotros.

La ONU ha declarado 2008 como el Año Internacional del Planeta. ¿Cuál sería para usted la mejor forma de rendirle homenaje?

Un acuerdo global pos Kioto para salvar la Tierra firmado por todos los países incluido Estados Unidos, China y la India.

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