Javier Nadal

Presidente de la Asociación Española de Fundaciones (AEF)

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“Donde hay una necesidad, hay una Fundación”

La Asociación Española de Fundaciones (AEF) es “la casa de las fundaciones”. Una asociación privada e independiente de ámbito nacional, que agrupa 865 fundaciones españolas de las más diversas dimensiones, finalidades y ámbitos de actuación, entre las que se encuentra la Fundación Técnica Industrial, editora de nuestra revista.

La AEF es la entidad más representativa del sector a nivel estatal y la segunda más importante en Europa. Su misión es trabajar en beneficio del conjunto del sector fundacional en favor de su desarrollo y fortalecimiento.

La AEF se constituyó el 22 de enero de 2003, como resultado de la fusión del Centro de Fundaciones y de la Confederación Española de Fundaciones, y es heredera, por tanto, del trabajo y la experiencia de más de 30 años de las dos asociaciones que la precedieron. Entre sus objetivos, se encuentra el de contribuir a crear una sociedad más justa y comprometida con el bien común, mediante la mejora y el fortalecimiento del sector fundacional español como principal activo para resolver con prontitud y eficacia las necesidades de nuestro país.

Javier Nadal

En fechas recientes, se ha llevado a cabo la celebración de la V edición de Demos, Foro de Fundaciones y Sociedad Civil, el evento de referencia en España del sector fundacional, que reunió durante 3 días (29 y 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 2021) a fundaciones, profesionales de la filantropía, la cultura, la ciencia y la política para debatir, actuar y promover nuevos enfoques que den respuestas a las necesidades más urgentes de la sociedad actual, bajo el lema Tiempo de Filantropía.

En Técnica Industrial hemos hablado con Javier Nadal, presidente de la AEF, para conocer más a fondo esta gran iniciativa y los próximos proyectos de la Asociación.

¿Qué se pretendía trasladar a la sociedad con la celebración de #DEMOS2021?
Demos es ya la cita de referencia del sector fundacional. Es el día de las fundaciones y de la sociedad civil. Un lugar de encuentro y de celebración para conocernos, para compartir proyectos, experiencias y para identificar oportunidades de colaboración.

Como cada año, en esta quinta edición, hemos intentado acercar a los ciudadanos la labor imprescindible que realizan las fundaciones desde hace décadas en España y que, además, han estado activamente implicadas desde el comienzo de la crisis de la COVID-19, como lo hicieron en otras. Las fundaciones son una expresión genuina de la filantropía, tienen un papel decisivo para muchas personas y juegan un papel clave en nuestra sociedad trabajando cada día en la consecución de fines de interés general. Con cada edición de Demos, pretendemos que el trabajo de las fundaciones sea cada vez más y mejor conocido, que todos los sectores de la sociedad, no solo sus destinatarios, sino las administraciones, los medios de comunicación, la opinión pública en general conozca a las fundaciones.

¿Cuáles fueron las principales conclusiones a las que llegaron los participantes en esta edición de Demos?
En esta edición de Demos hemos querido iniciar una reflexión y un rescate de la palabra filantropía, en su sentido más amplio. Desde su significado etimológico, el amor al género humano, hasta su sentido más moderno asociado a nuevas formas de filantropía como el micromecenazgo, o el voluntariado. Hemos constatado que la palabra filantropía tiene un significado distinto en cada imaginario: solidaridad, empatía, fraternidad… Surgieron muchas perspectivas y opiniones que, aunque constatan la existencia de distintas visiones, confirman que la filantropía es uno de los elementos necesarios para hacer crecer nuestra sociedad, algo en lo que todos podemos y debemos involucrarnos.

También hemos podido ver el esfuerzo de innovación que llevan a cabo todas las fundaciones año a año y que, sin embargo, debemos acercar a las fundaciones, aún más, a algunos sectores de la sociedad. Debemos hacer más visible el conjunto.

En el marco de Demos se han entregado los VI Premios AEF, cuyo objetivo es distinguir a las entidades que mejor reflejan los valores de un sector que invierte 8.499 millones de euros y beneficia a más de 43,7 millones de personas. ¿Qué se valora especialmente en la elección de los premiados?
Para la AEF es muy satisfactorio comprobar cómo la calidad de los candidatos y de los premiados ha sido de primer nivel desde la primera convocatoria y, desde entonces, no hace sino acrecentarse. El jurado lo tiene cada año más complicado, ya que se presentan multitud de proyectos innovadores, de colaboración y de comunicación que se pueden encontrar en las fundaciones españolas.

Lo que el jurado valora especialmente es que los filántropos y fundaciones españolas premiados representen los valores del sector en el cumplimiento de los fines de interés general. Y, desde luego, los galardonados este año, Fundación Ayuda en Acción, Fundación CNSE y Fundación por Causa, con distintas trayectorias y distintos modelos, son un magnífico ejemplo de ello. Y, por supuesto, quiero mencionar a Diego Hidalgo, premio a la iniciativa filantrópica, como parte de esa reivindicación de la filantropía a la que hemos querido dedicar esta edición de Demos. Hidalgo representa ese espíritu innovador, comprometido con su entorno y con la sociedad global, a la que ha querido dotar de los recursos no sólo económicos, sino intelectuales, de capacidades, con la finalidad de lograr un mundo más próspero.

¿Cómo sirven las fundaciones a la sociedad, en qué sentido son útiles?
El sector fundacional está formado por un tejido rico, diverso y plural de organizaciones que se dedican a atender los más diversos fines de interés general. Las fundaciones son una formidable red de solidaridad que dedica más de 8.000 millones anuales a un sinfín de tareas orientadas al bien común: a mejorar la situación de los más vulnerables y de las personas mayores, tan golpeados por la pandemia; a la investigación, a la cultura y a la educación de los colectivos más diversos; a alcanzar la plena integración de las personas con discapacidad; a la salud; a reducir la brecha social y digital; a facilitar el acceso a estudios de postgrado en las universidades más prestigiosas del mundo; a fomentar la innovación; a la cooperación internacional, al medioambiente y al desarrollo sostenible.

Es difícil encontrar un ciudadano que no se haya beneficiado de alguna actuación de una fundación. Los beneficiarios del sector se estiman en unos 43 millones de personas. Las fundaciones no sólo aportan valor social y económico, sino que son uno de los vehículos más idóneos de la filantropía porque canalizan los recursos de donantes, pequeños o grandes, del mecenazgo de particulares y de empresas hacia los fines de interés general. Por eso, en la AEF nos gusta decir eso de que “donde hay una necesidad hay una fundación”.

Las fundaciones son importantes porque son la pieza esencial de la sociedad del bienestar. Y pongo un ejemplo: el sistema de salud en España es grande y complejo. En ocasiones, surge una enfermedad rara que el sistema no tiene catalogada y a la que, por tanto, no se le dedican recursos suficientes. Es habitual que surja una fundación con personas afectadas que luchan por la investigación de esa enfermedad, algo de lo que se beneficia toda la sociedad porque nadie está libre de enfermar.

¿Cómo se podría mejorar la comunicación para que el trabajo de las Fundaciones fuera más conocido por la opinión pública, en general?
La comunicación es una de nuestras luchas permanentes y el sector fundacional le da mucha importancia. Muchos filántropos quieren ser discretos y eso es muy respetable, pero no es incompatible con dar a conocer la contribución de las fundaciones y del conjunto de la filantropía a la sociedad. Como comentaba antes, es difícil encontrar un ciudadano que no se haya beneficiado o no haya tenido contacto con alguna fundación. Sin embargo, eso no siempre se traduce en una mejor comprensión y conocimiento de las fundaciones y del conjunto del Tercer Sector. Las fundaciones formamos parte de la sociedad civil articulada y somos organizaciones profesionales sin las que la cultura, la lucha contra la pobreza, la educación o la investigación y la transferencia de tecnología, por citar algunos ámbitos, no se entendería. Los medios de comunicación tienen un papel fundamental no sólo en dar a conocer el trabajo fundacional sino también, y esto es muy relevante, en romper los mitos que existen sobre las fundaciones que hacen un daño enorme.

¿Cómo está trabajando la AEF en el momento actual y cuáles son sus próximos proyectos y retos de futuro?
Trabajamos para mantener la pluralidad actual, representando a muy variadas fundaciones de diversas dimensiones; también para mantener y reforzar las redes con las organizaciones del Tercer Sector y para poner al sector en el centro de la inversión social y de impacto, que también es importante.

Como organización representativa, no podemos dejar de mencionar la interlocución con los poderes públicos. Las fundaciones necesitan urgentemente un modelo de supervisión moderno, que las haga crecer y que sea ágil y transparente.

La financiación del sector, mayoritariamente privada, no puede perderse de vista. Por eso reforzaremos la petición que hicimos en Demos, junto con otras plataformas del sector, de que se aborde ya una reforma de nuestra legislación del mecenazgo.

Y, por último, estamos preocupados por la forma en la que finalmente se apliquen los fondos europeos de recuperación. Creemos que el sector ya está realizando proyectos muy alineados con los objetivos europeos, pero tenemos que asegurar que esa financiación llegue al Tercer Sector, para que llegue a las personas y que la recuperación sea justa.

¿La pandemia por el coronavirus ha desvelado nuevas necesidades en la sociedad?
En mi opinión, la sociedad española todavía arrastraba las secuelas de la crisis de 2008 cuando nos hemos encontrado con todos los desafíos que ha planteado esta pandemia de la Covid-19. Esta crisis ha vuelto a ponernos a prueba y, de nuevo, se ha demostrado la capacidad del sector de responder a demandas desconocidas y el valor de trabajar juntos. Lo que ya parece claro es que, más allá de la crisis sanitaria propiamente dicha, la experiencia de estos meses complejos y difíciles nos hacen prever que la salida no nos va a devolver al mundo anterior. Por eso, las fundaciones tienen que dar lo mejor de sí mismas para lograr una recuperación sostenible con proyectos realistas.

¿Cómo han contribuido las fundaciones a paliar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia?
Las fundaciones han podido estar desde el primer momento al pie del cañón para minimizar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia porque tienen una ventaja comparativa muy grande: llevan muchas décadas trabajando con todo tipo de colectivos vulnerables, por lo que conocen perfectamente a las personas a las que tienen que atender y cuáles son sus circunstancias vitales.

Pongo sólo un ejemplo de los miles que hay. Uno de los ámbitos de actuación desde marzo de 2020 ha sido la brecha digital, en particular entre los niños y niñas que quedaron sin escolarizar durante la fase del confinamiento. Muchas fundaciones trabajan con sectores vulnerables y conocían mejor que nadie dónde estaban los problemas. Los contactos entre ellas permitieron, con la colaboración de muchas empresas, dotar de 5.000 dispositivos por toda la geografía nacional para los chavales que se quedaron descolgados de las clases.

Y desde el otro lado, ¿cómo ha afectado esta situación pandémica a las Fundaciones?
La Covid-19 ha impactado en el sector fundacional, aunque de manera desigual. En general, la pandemia ha supuesto una mayor demanda social y un cambio en la forma de gestionar los limitados recursos con los que cuenta. Los servicios esenciales, como son los asistenciales, han seguido siendo objeto de atención directa; otros, como los culturales y educativos han tenido que asumir un rápido cambio tecnológico para adaptarse a la nueva situación. Este cambio, ha generado estrés en muchas fundaciones, una veloz adaptación al teletrabajo y a nuevas formas de comunicación interna y externa.

A las fundaciones no nos ha quedado otro remedio que recomponernos y adaptar nuestra visión, y ser imaginativas y creativas con las soluciones. Muchas fundaciones tuvieron que cambiar su actividad, abrir nuevas iniciativas o reconvertir las que tenían para atender las dificultades que estábamos pasando. Fue un momento muy difícil pero, por otro lado, eso sirvió para innovar y adaptarnos a la nueva situación. Desde la AEF nos encargamos de levantar el ánimo de todos y generar una dinámica de colaboración. En momentos de crisis, ya nos pasó con la crisis anterior, es cuando las fundaciones sacan fuerzas de flaqueza.

El Tercer Sector, y en concreto las fundaciones, ha cooperado con el sector público en la respuesta a la crisis social, a veces sustituyendo su ausencia o fallos. Ello ha supuesto una gran tensión organizativa y financiera, como se recoge en el último informe sobre el sector fundacional publicado por la AEF.

A tenor de las necesidades actuales, ¿dónde centran actualmente las fundaciones sus esfuerzos?
No es fácil dar respuesta cabal a esta pregunta porque el sector es heterogéneo y diverso, por tipologías de organización y de fines y actividades. Sin embargo, la generalidad de las fundaciones comparte una serie de cuestiones en las que centran sus esfuerzos. Sin ánimo de ser exhaustivo, se pueden nombrar algunas de ellas como dar respuesta a las nuevas necesidades y exigencias provocadas por la pandemia y sus efectos sociales y económicos; formarse y adaptarse a las condiciones, posibilidades y exigencias de la transformación digital, para ser más eficaces y eficientes; avanzar en la transparencia de sus organizaciones y de la gestión de sus proyectos, actividades y órganos de gobierno; consolidar la confianza de la sociedad en las fundaciones y fortalecer el vínculo social; potenciar y favorecer la colaboración y las alianzas entre fundaciones y entre sectores, y buscar respuestas adecuadas en la lucha contra los efectos del cambio climático.

Además, la pandemia ha creado nuevas necesidades y problemas, pero los anteriores a la pandemia subsisten y muchos de ellos se han transformado y necesitamos reinterpretarlos.

¿El tema de la formación constituye también un punto importante para la AEF y las fundaciones?
La formación permanente y continuada de los equipos de trabajo, de los directivos y de los órganos de gobierno es un elemento básico para las fundaciones, para aumentar su competencia profesional, para adaptarse a las nuevas condiciones, necesidades y exigencias en los tiempos corren, para garantizar y asegurar la solidez de la labor que realizan.

La AEF tiene entre sus objetivos permanentes dar respuesta a las necesidades de formación de las fundaciones, con el fin de promover su eficiencia para un mejor cumplimiento de sus fines de interés general. En este sentido, la AEF promueve y facilita la capacitación y la profesionalización de los directores, de los gestores y de las personas que forman parte de los equipos de trabajo de las fundaciones españolas. Cada año, organiza cursos y seminarios, con el apoyo y la colaboración de otras entidades, con el propósito de proporcionar información y documentación, de facilitar instrumentos de gestión y recursos, explicar procedimientos, realizar ejercicios prácticos, etc, dirigidos a ofrecer respuestas y orientación práctica a las preocupaciones y las necesidades más inmediatas y comunes en la gestión de las fundaciones españolas.

En este sentido, ¿cómo pueden ayudar las Fundaciones en la democratización de las nuevas tecnologías y la innovación?
Las fundaciones pueden y deben aportar mucho en la democratización, en la universalización de las nuevas tecnologías y en la innovación. Por su propia naturaleza, son instituciones comprometidas con el interés general, y, en la actualidad, no hay ninguna duda de que la innovación y la tecnología lo son. Las fundaciones pueden y deben ofrecer soluciones innovadoras y tecnológicas útiles y gratuitas, o a bajo coste, que contribuyan a mejorar la vida de los ciudadanos, a dar respuesta a las necesidades y exigencias de nuestro tiempo. Las fundaciones pueden y deben estar en la vanguardia a la hora de dar respuestas universales a las necesidades y demandas sociales que tengan que ver con el interés general, con el bien común. Como sociedad, debemos de aspirar a que las nuevas tecnologías estén al alcance de todos los ciudadanos. Una de las misiones del sector es acercar las nuevas tecnologías a los más vulnerables y paliar los efectos que éstas tengan sobre el empleo, sobre todo, de personas menos cualificadas, al tiempo que aprovechar las oportunidades creando nuevo nichos. Por ejemplo, estamos viendo cómo algunas nuevas tecnologías son excluyentes para las personas mayores en el ámbito financiero pero, al mismo tiempo, la inteligencia artificial puede servir para ayudar a las personas mayores a mantenerse en su casa con menos riesgos.

Y, por último, no olvidemos que uno de los fines de interés general de las fundaciones es generar sociedad civil, que es la base de la democracia. La sociedad que viene requiere un esfuerzo para identificar riesgos para la convivencia y la democracia. Las fundaciones son un articulador de la sociedad civil y de asentamiento del contrato social, más allá de la política.

En alguna ocasión ha señalado que las fundaciones necesitan urgentemente un modelo de supervisión moderno, que las haga crecer. ¿Qué cambios sería necesario realizar en este aspecto?
Lograr un nuevo modelo de supervisión es una prioridad para la AEF. Tiene que ser moderno, ágil y transparente. El modelo de Protectorado actual, que depende del Ministerio de Cultura, nunca ha tenido una estructura y una dimensión adecuadas para resolver los problemas que se le plantean. Y, como no tiene la capacidad necesaria, se suele limitar a cuestiones burocráticas. Creemos que el Protectorado debería ser un órgano transversal que afectara a todos los sectores, no solo a Cultura, independiente y, a ser posible, colegiado, porque es mejor que haya debate a que las decisiones se tomen desde una instancia unipersonal.

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