Intervenciones técnicas en escenarios de catástrofe: el caso de Haití

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En este segundo artículo sobre las oportunidades profesionales para los ingenieros técnicos industriales en países en desarrollo, el autor aborda las posibilidades de intervención técnica en escenarios de catástrofe. La reconstrucción de la capital de Haití, destruida por un terremoto en 2010, es un buen ejemplo.

Se estima que más de 300.000 personasdesaparecieron de la faz de la tierra el 12de enero de 2010 tras el terremoto quederrumbó una buena parte de la ciudadde Puerto Príncipe y las poblaciones periféricas. Se trata, por tanto, de una delas mayores catástrofes naturales sufridas por la humanidad desde el principiode los tiempos. La comunidad internacional se volcó en ayudar a Haití, y la reconstrucción comenzó, pero los avances sonlentos y los costes, muy elevados.

La reconstrucción de Haití se vienecomplicando por diversos motivos y unode ellos es la falta de personal técnicoespecializado en construcción de infraestructuras con capacidad para trabajar enlas condiciones hostiles que requieren laszonas de actuación. Pensemos que enHaití no hay infraestructuras estables desaneamiento, recogida de basuras, electricidad ni abastecimiento de agua potable. Además, la densidad poblacionalde Haití es casi cuatro veces la españolay, en consecuencia, las aguas están muycontaminadas.

Enterado de las dificultades que existían en la reconstrucción presenté en2011 a Mensajeros de la Paz un proyectodestinado a organizar un grupo local queadquiriese las habilidades necesarias paramontar en poco tiempo instalaciones fotovoltaicas básicas y otros equipamientoseléctricos esenciales que son necesariosen la reconstrucción. El objetivo era conseguir ejecutar instalaciones evitando elcoste del desplazamiento de personalespecializado y adquirir experiencia en lacapacitación de grupos locales en escenarios adversos como los de Haití. Miexperiencia previa con la energía en países próximos como República Dominicana y Perú me hacían presagiar que ibaa ser difícil construir infraestructuras básicas en Haití y, por ello, habría demandade este tipo de iniciativas.

Una amiga dominicana me dijo hacepoco tiempo que no conocía a ningúndominicano que hubiese visitado a Haití.Efectivamente, Haití es un desconocidopaís incluso para sus vecinos más próximos; y un lugar donde aún se practicanritos ancestrales como el vudú de formabastante extendida por lo que pude averiguar. Desde Nueva York volé a Haití en unpequeño avión atestado de haitianos queviajaban a su país, y ya desde el cielo pudever la desolación global que se respira enel lugar. Me instalé en la municipalidadde Tabarre, una de las zonas más pobresde Puerto Príncipe, donde Mensajeros dela Paz trabaja prestando servicios de apoyoa más de 2.500 personas en los camposde refugiados de Touitier, Monquette y Tigalet. Los jóvenes que viven en los campos tuvieron que desalojar sus humildescasas tras el terremoto y con ellos iba a trabajar solo sobre el terreno.

Haití resultó ser una magnífica, sorprendente e instructiva experiencia en la quehe aprendido mucho sobre cómo se organizan las familias haitianas para sobrevivir y las muchas aportaciones que podemos hacer en múltiples campos de la técnica. De allí surgió la idea de escribir esteartículo tratando de aportar algunas ideassobre actuaciones que desde nuestra profesión pueden llevarse a cabo en economías golpeadas con grandes catástrofes o conflictos. Estas catástrofes soncada vez más comunes como hemos vistorecientemente en Haití, Libia, Indonesia,Somalia, Perú y muchos otros países más.La literatura sobre las necesidades deingeniería ante este tipo de situacioneses prácticamente inexistente, por lo quees posible que estas breves ideas puedan servir a otros para plantear iniciativasde apoyo similares a tantas personas queestán olvidadas por las técnicas modernas. Me refiero a las actuaciones antecatástrofes que se producen en paísesextremadamente poblados y con pocosrecursos económicos como para desplegar grandes obras de infraestructuras deforma inmediata como ha ocurrido enJapón y Chile. También sirva este breverelato como homenaje a todas aquellaspersonas que me ayudaron en situaciones a veces muy difíciles e inciertas y queabnegadamente trabajan en lugares ignotos y, por supuesto, a mis entrañables amigos haitianos que tan olvidados están porel mundo desarrollado.

Oportunidades técnicas

Tajantemente puedo afirmar que si algose necesita tras una catástrofe son expertos que puedan resolver problemas comunes de ingeniería: electricidad, agua, saneamiento, etcétera. En lugares como Haitíexiste poco personal cualificado en disciplinas técnicas y, por ello, sus honorarios subieron vertiginosamente tras lacatástrofe. De hecho, todo disparó susprecios en Haití por la escasez de suministros y por las dificultades que suponeoperar en el país. Ante una catástrofede esta magnitud surge una economía deguerra en la que se trata de mantener laactividad económica esencial para el funcionamiento del país. Entre otras cuestiones, la falta de profesionales cualificadosencarece notablemente las instalacionesy el funcionamiento a medio plazo delos equipos queda comprometido.

Tras una catástrofe como la de Haití lasinfraestructuras básicas quedan dañadasy pasarán probablemente años hastaque se consiga ponerlas en marcha concierta regularidad. En Haití, el país máspobre de América, encontré algo técnicamente interesante, y es que la reconstrucción no cuenta con una planificacióndetallada de reconstrucción de las infraestructuras esenciales. Obviamente, estosupone que la mayoría de la poblaciónno podrá acceder a ninguno de estos servicios de forma regular utilizando los mediostradicionales. Como ocurre en tantos países, el sistema convencional de serviciosque conocemos en Europa no tiene ni tendrá capacidad para satisfacer las demandas de la población y de las organizaciones que trabajan prestando servicios sanitarios, seguridad, educación, etcétera.

Cada nuevo proyecto requiere construir un sistema autónomo de infraestructuras con todos los servicios y esto haceque se disparen los costes. Varios estudios han demostrado que en condicionesextremas esto puede suponer comomínimo cuatro o cinco veces el costede las mismas instalaciones en Europa.Y lo que es peor, las instalaciones probablemente dejarán de funcionar en pocotiempo al no disponer de personal cualificado para su mantenimiento y resolución de problemas típicos.

Es relativamente fácil construir edificios, pero otra cosa bien distinta es dotarlos de unas infraestructuras mínimamentedignas en un lugar como Haití con enormes limitaciones de personal técnico.Especialmente en el Haití rural no hay nisiquiera un electricista en ciudades demás de 30.000 habitantes. Esto es comúnen muchas regiones del mundo, especialmente en África, pero los electricistas son también escasos, por ejemplo, en el interior de Sudamérica.

Repasemos uno por uno el estado delas infraestructuras básicas en Haití y elpotencial que su desarrollo actual puedepresentar para nuestra profesión.

En mi opinión, como ocurre en tantos otros países en desarrollo, lo interesante sería desarrollar las pequeñas iniciativas de desarrollo de infraestructuras,fomentando asimismo la formación profesional en la línea del proyecto quehemos ejecutado con Mensajeros de laPaz. Para conseguir impulsar el desarrollo local sobran proyectos faraónicos que,finalmente, no llegan a ningún sitio y faltael desarrollo de infraestructuras distribuidas a pequeña escala.

Telecomunicaciones

Las telecomunicaciones en Haití son pre-carias pero menos de lo que pudiéramospensar, en esto se ha avanzado muchoen todo el mundo. En la década de 1990las comunicaciones por teléfono eran problemáticas en la mayor parte de Sudamérica, y en varias ocasiones estuve durantesemanas sin poderme comunicar por teléfono. Pero eso ha cambiado mucho entodo el mundo y en los lugares más recónditos de la Amazonia y África está ya disponible la comunicación celular satelital.

En Haití está accesible la telefoníamóvil e Internet, pues las grandes compañías proporcionan rápidamente cobertura y, por ello, nos sorprenderá que casitodos los haitianos utilizan teléfono móvil,incluso en los campamentos de refugiados. La cobertura en las zonas más pobladas junto a Puerto Príncipe es establepero al viajar a lugares más remotos delinterior sí que encontré problemas de irregularidad en la telefonía móvil e Internet.

Electricidad

La electricidad en Haití ya tenía una cobertura muy limitada antes del terremoto yahora las cosas han empeorado. La electricidad se distribuye a 110 V y 60 Hz yactualmente está disponible en los puntos principales de las poblaciones y vallegando a las áreas donde más se estápotenciando la reconstrucción con edificios como hospitales, colegios y demás.

Las organizaciones internacionales quehan construido infraestructuras para elpersonal de ayuda humanitaria utilizangrandes generadores de diésel para disponer de la energía necesaria, pero ellose consigue a base de un altísimo coste.Pude recabar alguna información de primera mano y darme cuenta que son deuso común generadores de 200-250 kVAfuncionando las 24 horas del día. Esto esun terrible derroche en un país donde laenergía es tan costosa como Haití.

Uno de los agravantes críticos es lafalta de un suministro de energía estableen casi todo el país. En efecto, inclusoantes del terremoto Haití tenía una producción de energía eléctrica tal que tansolo el 36 % de la población podía acceder a la electricidad, que además era irregular y sin fiabilidad. La población haitianatenía que contentarse con una producción tan baja como 40 kWh/persona/año.

Para que nos hagamos una idea de lasituación de Haití, la electricidad que disfruta una sola persona en España equivale a la que se repartían en Haití unas 150. Estamos hablando antes del terremoto; ahora las cosas han empeoradomucho más (los datos de que disponemos hablan del 12,5% de la poblaciónconectada legalmente a la red eléctrica,una red que, además, presenta cortescontinuos). El primer mundo devora unosingentes recursos de energía mientrasque en países como Haití la energía cadavez es más escasa.

Además de disponer de poca energía,el 70% de la energía eléctrica utilizada enHaití procede de generación térmica, locual hace al país especialmente vulnerable al incremento de los precios delpetróleo. Al no existir suministro eléctricocontinuo, la energía se consigue especialmente a base de generadores y loscostes de la gasolina son tan altos (unostres dólares estadounidenses por litro)que muy pocas horas al día pueden estarencendidos.

El uso de energías renovables fotovoltaica-eólica en instalaciones aisladas tieneun gran potencial en Haití gracias al abaratamiento en los costes de esta energía.De hecho, los trabajos que hasta ahorahe realizado en el país van en ese caminoy son prometedores, pero su uso aún esmarginal.

Según nuestra experiencia en el Caribe,las empresas del sur de Estados Unidosmontan en la zona pequeños aerogeneradores eólicos a unos seis metros de alturacomo apoyo a la energía fotovoltaica. Elmotivo es que la región se encuentrabarrida por los vientos alisios y, sobre todo,durante la noche hay un viento constantepropicio para la energía eólica.

Como anécdota sobre el viento enHaití puedo decir que uno de los pocosjuguetes que vi en los campos de refugiados son las cometas. Los niños haitianoshan aprendido a usar el recurso eólicocon tan solo unos restos de plástico ymadera. Cada vez que los veía pensabalo interesante que sería popularizar enel país la construcción artesanal depequeños microgeneradores eólicos. Dehecho, según he contrastado estudiandola bibliografía disponible, en casi todo élencontramos vientos de 6 a 7 m/s, óptimos para la energía eólica a pequeñaescala. Las pequeñas turbinas puedenempezar a moverse a 2,4 m/s.

Partimos del hecho de que las turbinas eólicas han caído mucho de precioen los últimos años pero aun así siguensiendo caras para Haití. Si se propiciasela fabricación artesanal en el país, algoque es factible, y las montásemos coninstaladores locales las cosas cambiarían porque disminuimos los costes totales en una cuantía muy importante (inicialmente estimamos una reducción delprecio del kWh en torno al 70%). Si ala vez buscamos sitios con un régimende viento superiores a 10 m/s, el costepor kWh quizás pueda conseguirse entorno a los 0,2 dólares estadounidensespor kWh producido, un coste que puedeser aceptable.

El problema del agua

Llevo ya varios años trabajando en Sudamérica con el agua y creo que el dominio de este recurso a escala micro presenta enormes oportunidades para nuestra profesión. El principal problema enestos territorios es que la disponibilidadde energía eléctrica es muy limitada y elmovimiento de agua mediante bombascentrífugas debe hacerse mayoritariamente utilizando generadores diésel. Sia ello sumamos que se usan generadores muy sobredimensionados por requerirse para otras aplicaciones (20, 40 o 60KVA son las capacidades más comunes),el coste del bombeo es muy elevado(según nuestros cálculos como mínimo0,50 dólares estadounidenses el kWh esuna ratio común).

La tecnología actual permite trabajarcon el agua con gran facilidad usandoenergías renovables, sistemas de bombeo de alta eficiencia y sistemas de distribución de agua que minimicen la pérdida de carga en el bombeo. Pero estastécnicas de ingeniería son poco conocidas en gran parte del mundo y, porsupuesto, en Haití. Se utilizan sistemasarcaicos y costosos que impiden eldesarrollo local al no rentabilizar actividades productivas básicas como la agricultura, ganadería, piscicultura, etc.

La falta de agua potable es otro de losgraves problemas de Haití, pues pese aser un recurso abundante tanto en aguassuperficiales como subterráneas (es fácilencontrar agua a 15 m de profundidad),otra cosa muy distinta es conseguir aguapotable. Las organizaciones internacionales disponen de plantas potabilizadoras de ósmosis inversa de pequeño caudal (del rango de 20.000-30.000 litrosdías según lo que pude verificar). Sinembargo, la población no tiene más remedio que abastecerse de aguas subterráneas que en las zonas pobladas están contaminadas.

Respecto al uso del agua para aplicaciones
productivas como la agricultura
(vestigial actualmente en Haití) es también
muy limitada salvo en aquellos
puntos donde puede obtenerse de forma
natural por gravedad. La obtención de
agua con bombas sumergidas o autoaspirantes
alimentadas por hidrocarburos
es prohibitiva en Haití por los elevados
costes de la energía.

Saneamientos

El saneamiento en Haití sigue la línea
de lo encontrado en Sudamérica fuera de
las zonas metropolitanas más desarrolladas.
Como mucho una fosa séptica construida
dentro de las propiedades con unos
«ladrillos huecos en el fondo» para que la
tierra realice la función depuradora. Pero
en regiones superpobladas sometidas,
además, a fuertes aguaceros estacionales
esto genera importantes problemas
sanitarios. La construcción de sistemas
de saneamiento low cost es algo viable y
uno de los caminos que puede ser interesante
explorar.

Quisiera concluir diciendo que deambulando
por Haití y conociendo sobre el
terreno el estado de las infraestructuras
y los servicios básicos, reflexioné en
muchas ocasiones sobre el largo camino
que queda por recorrer para implantar sistemas
más eficaces y competitivos en la
reconstrucción que tiene lugar tras catástrofes
de esta magnitud. Las organizaciones
que trabajan sobre el terreno se
esfuerzan y mucho, pero no consiguen
crear las infraestructuras necesarias y en
buena medida creo que los costes se disparan
por no implantar las técnicas de
ingeniería más convenientes en cada
caso. En la creación de sistemas distribuidos
adaptados a la realidad local y en
la capacitación profesional creo que estarían
las claves para mejorar la situación.
Cuando en una ocasión pregunté a
Richardson, uno de mis amigos haitianos
de los campos de refugiados, cómo hubo
tal cantidad de fallecidos, me dijo que lo
que ocurrió fue que la gente no supo qué
hacer cuando vieron que sus casas
empezaron a temblar. Sus moradas eran
pequeñas edificaciones de una planta
que estaban hechas de bloques de
hormigón, o «blocs» como dicen por allí.
Son bloques unidos por una masa de
cemento bastante inconsistente que se
derrumbaron como un castillo de naipes
atrapando a familias enteras bajo toneladas
de escombros. Si los haitianos al primer
temblor hubiesen salido corriendo a
la calle muchos miles se habrían salvado
pues era fácil escapar de aquellas construcciones,
pero simplemente no supieron
cómo actuar. Algo parecido ocurre
con instalaciones básicas, es difícil saber
cómo actuar, y qué es lo más eficaz y
competitivo, y ello encarece enormemente
la reconstrucción en un entorno
hostil como Haití.

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