Imaginario tecnocientífico

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Solo los humanos son capaces de construir con la imaginación algo que luego pueden concretar en la realidad. A raíz de una entrevista, George Steiner, uno de los últimos sabios, declaraba recientemente : “Nuestro mundo se encoge. Las ciencias son inaccesibles para nosotros. ¿Quién puede comprender las últimas aventuras de la genética, de la astrofísica, de la biología? ¿Quién puede explicarlas al profano? Los saberes ya no se comunican; los escritores y los filósofos ahora son incapaces de hacernos comprender la ciencia. Sin embargo, la ciencia brilla por su imaginario. ¿Cómo pretender hablar de la conciencia humana dejando a un lado lo que es más osado, más imaginativo? (…) La cultura corre el riesgo de volverse provincial. Quizá tengamos que replantearnos toda nuestra concepción de la cultura”.

Desde hace años, la técnica y la ciencia han sido aceptadas como artes creativas, sin olvidar algunas propuestas que hicieron fortuna como “la tercera cultura”. Hoy día, la técnica y la ciencia sobrepasan la satisfacción de las necesidades elementales del hombre, y se integran en una concepción cultural de la vida diaria. Cabe el riesgo de identificar la técnica y la tecnología solamente con los avances en nuevas tecnologías que abrevian, simplifican y conectan. Quizá las facilidades que nos ha proporcionado la tecnología han minimizado el esfuerzo de las personas para comprender sus avances. Nos hemos beneficiado de ella sin valorar, con la justa perspectiva, los pasos de gigante que lleva haciendo desde sus inicios. Surge, pues, la necesidad de plantearse la paradoja descrita por Steiner: ¿en un mundo tan conectado hay realmente poca comprensión de la ciencia, y a su vez, de la tecnología?

Buceemos en sus orígenes. Por suerte, la etimología nos devuelve el sentido inicial de las palabras, las cosas, los conceptos… La palabra técnica, del latín technĭcus, y este del griego τεχνικός (arte); define todo lo perteneciente o relativo a las aplicaciones de las ciencias y las artes. Actualmente, nadie duda que la técnica está íntimamente vinculada con la ciencia, su complementariedad es indiscutible. Así, desde sus inicios, la técnica comienza a vincularse con la ciencia y a definirse por la sistematización de los mé

“DEBEMOS ENCONTRAR NUEVAS FORMAS DE COMUNICACIÓN PARA LA CIENCIA Y LA TÉCNICA EN LAS QUE NO SOLO SE LES ATRIBUYA AVANCES O NUEVOS DISPOSITIVOS, SINO TAMBIÉN IMAGINACIÓN”

Como vemos, el término técnica tiene un campo de aplicación bastante amplio, desde la industria, con la fabricación de bienes, hasta la cocina más vanguardista. Esa necesaria imaginación, a la que se refiere Steiner. La técnica, sobrepasa la satisfacción de las necesidades básicas del hombre y pasa a pertenecer al orden de la cultura. Siempre ha sido necesaria la especialización del saber como un síntoma de progreso necesario para las ciencias, la técnica y las artes y conducirlas a un nivel elevado. La integración cultural no podrá hacerse combatiendo esa especialización, sino, por el contrario, asumiendo su idiosincrasia, desde la especialización, no contra ella. Podemos así trascender la unidimensionalidad del saber, punto de partida de la recomposición cultural.

Para ello, debemos encontrar nuevas formas de comunicación para la ciencia y la técnica, donde no solo se les atribuya avances o nuevos dispositivos, sino también imaginación. Se hace necesario vindicar su papel de artes creativas, donde intervengan las personas que hacen capaz cada día llevarlo a cabo. La técnica, y por derivación la tecnología, entiéndase como conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico , tiene un lugar clave en la conversión de una crisis económica y social como la actual. Se deben reformular los roles en una sociedad del siglo XXI que debe dejar atrás fórmulas agotadas y estereotipos caducos de la sociedad industrial del siglo XIX.

Aun a contracorriente, se debe apostar por la ciencia y la técnica como bien social y económico, valiéndonos de la imaginación y de la generosidad entre las diferentes parcelas del saber, para no caer en el desconocimiento sobre el cual nos alerta Steiner. Con la labor de divulgación, los escritores deben acercar la ciencia y la técnica a la sociedad, para no valerse solo de grandes titulares de avances que nos hacen la vida más fácil pero que explican el trasfondo de la investigación y su esfuerzo. To-do ello pasa también por apoyar a las personas que lo hacen posible y evitar la fuga de talentos hacia otros países.

1 Steiner, George. Una cierta idea del saber. Télérama, París, 30 de diciembre de 2011.

2 Diccionario de la lengua española. Madrid: RAE, 2010 (22º ed.).

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