Imaginación Científica

0 624
La creatividad es la esencia del desarrollo de la historia de la humanidad. Es intentar hallar el quid de lo que alguien llamó «ensoñación organizada» al hecho de imaginar su aventura como una ardua labor. La chispa que enciende la imaginación forma parte de las actuales investigaciones del cerebro en lo que estudiosos como Robert Sternberg llaman «inteligencia creativa». Para Sternberg, la creación no es una capacidad o una habilidad, sino una decisión personal. Esa decisión personal que empuja al creador de una obra de arte se asemeja a la del científico que traza un camino para llegar a un descubrimiento.

Si entendemos por crear producir algo de la nada, como nos instruye el Diccionario de la lengua española de la RAE, podemos afirmar que los científicos son creadores. Refiriéndonos a la ciencia, la función creativa de la mente sería la que plantea las hipótesis, paso imprescindible de toda investigación, y que serán verificadas con el método científico. La misma palabra método puede ayudarnos a entender mejor el origen de la experimentación científica. La voz método se forma con las palabras griegas meta e iodos, que significa camino. Por tanto, el método no es un fin en sí mismo, sino que es un camino para llegar a un fin, el descubrimiento. Así pues, un experimento sin una idea tiene poco futuro si no hay detrás una dirección bien encauzada.

«SABER CÓMO HA OBRADO LA IMAGINACIÓN EN UN CIENTÍFICO PARA PLANTEAR UNA HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN PODRÍA ACERCARNOS A LA CIENCIA E INSTRUIRNOS MÁS SOBRE ESOS LARGOS CAMINOS QUE LLEVAN A DESCUBRIMIENTOS QUE CAMBIAN VIDAS»

En ese camino habrá multitud de enfoques como equipos cient?ficos existan. Aun as?, la realidad es ?nica a pesar de las m?ltiples miradas que puedan observarla. No entraremos en el debate de la relatividad y la subjetividad de la percepci?n porque nos llevar?a lejos de la creaci?n. Arist?teles ensay? sobre el genio del hombre para crear, aunque lo relacion? estrechamente con el estado melanc?lico. Una deliciosa edici?n del problema XXX de Arist?teles, recogido con el t?tulo de El hombre de genio y la melancol?a con un detallado pr?logo de Jackie Pigeaud (Ed. El Acantilado, 2007), defiende la idea de un cierto estado inconstante para crear. El melanc?lico es un ser excepcional e inestable con un estado enfermizo originado por la bilis negra que origina esta enfermedad del alma. La etimolog?a de la palabra es reveladora: melan-procede del griego mélas, mélaina, mélan, ‘bilis negra’. Melancolía aparece en 1490; antes documentamos malenconía (1251). Proviene del latín melancholia y del griego melankholía, ‘mal humor’, formado con Kholé ‘bilis’. El término melancólico aparece a finales del siglo XIV. El melancólico lo es por la mezcla que hay en su naturaleza y no por enfermedad. Aunque, como decimos, no está enfermo, sí existe una propensión a la enfermedad que los latinos llamaron procliuitas o decliuitas, una preenfermedad que los filósofos moralistas definieron por analogía como enfermedad del alma. Resulta una idea redundante en Aristóteles que también aparece en Ética a Nicómaco: «Los melancólicos, por naturaleza, precisan siempre de la medicina» (1154b II).

Este estado de preenfermedad sería discutible; quizá se traduzca en constancia u obsesión, requisitos necesarios para seguir el camino hacia el descubrimiento científico. La ciencia y la cultura cada vez interactúan más: la ciencia que tendremos de aquí a 100 años dependerá, en parte, de los intereses culturales de cada comunidad. Stephen Wilson, en su libro Information Arts (Cambridge, MIT Press, 2002), describe cómo a lo largo de los últimos 50 años los artistas se han apropiado de casi todos los ámbitos de la ciencia y la tecnolog?a, desde la matem?tica de la teor?a del caos hasta la biolog?a evolutiva. Estos artistas trabajan en un abanico de contextos diferentes, utilizando conocimiento cient?fico y t?cnico con finalidades diferentes. En algunos casos, las ideas y los conceptos pasan de un campo a otro a causa de relaciones intelectuales. Un caso paradigm?tico es el de Roy Ascott, que ya en la d?cada de 1960 y 1970 inici? estudios art?sticos a partir de las ideas de redes y cibern?tica. Actualmente, existen organismos como la Swiss Innovation Promotion Agency y el Arts Council de Gran Breta?a que impulsan proyectos de arteciencia o arte-tecnolog?a.

Debemos, en este caso, mirar al pasado, cuando los estudios human?sticos estaban integrados en los de ciencia, sin ?nimo de crear especialidades que parcelasen el conocimiento. Entonces, los científicos eran considerados creadores, casi demiurgos capaces de crear de la nada. Pocas veces podemos conocer el camino que ha tomado el científico para llegar a un hallazgo. Saber cómo ha obrado la imaginación en un científico para plantear una hipótesis de investigación podría acercarnos a la ciencia e instruirnos más sobre esos largos caminos que llevan a descubrimientos que cambian vidas.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.