Hojas verdes

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Durante la primavera, los libros salen a la calle. Las ferias sesuceden. Todas ellas venden libros en papel. Pese a la lentaadecuación del mundo editorial al libro electrónico, se dice queeste será el futuro. Pero como en otros sectores tecnológicos,las incógnitas de cómo será su evolución no están despejadas.Las nuevas tecnologías fomentan sus mitos. Uno de ellos esque son más ecológicas al no necesitar soportes como el papel,por ejemplo, en el caso del libro. Sin embargo, no se tienen encuenta otros factores para comprobar realmente cuál es su huella ecológica.

El objetivo fundamental de calcular la huella ecológica consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinadomodelo de vida y, compararlo con la biocapacidad o la regeneración del planeta. Consecuentemente, es un indicador clavepara la sostenibilidad. La mitad de las emisiones totales de CO2se deben a nuestras actividades cotidianas. Al libro electrónicofrente al libro de papel, se le otorgan unos beneficios simplistasdesde perspectivas economicistas (la tecnología es más barata) y ecologistas (no se talarán tantos árboles).

Jordi Bigues, autor de varios libros de divulgación ambiental,desvela en Avui actius… o demà radioactiusel impacto de cadaejemplar de ese libro. Bigues hace un cálculo de la huella ecológica que ha supuesto la edición. Cada uno de sus ejemplaresha comportado la generación de 0,53 kg de residuos y el consumo de 5,24 litros de agua y 3,41 kWh de electricidad.

Además, el autor ha calculado la contribución al calentamiento del planeta: 1,76 kg de CO2, aunque la imprenta estásujeta a una ecoeditorial y el papel procede de una gestiónforestal duradera. Si se compra este libro se habrá contribuidoa poner en el planeta 1,33 miligramos de residuos radiactivos(en España se generan cada año 160 toneladas de combustible irradiado).

La ecoedición, por la que Jordi Bigues aboga, manifiesta undato que a priori parece paradójico: la producción de un libro depapel es más sostenible medioambientalmente que un e-book salvo que se lean más de 22 libros al año. La clave está en elreciclado de ambos tipos de libros. Mientras que el de papelregresa a su estado de pasta para hacer nuevas ediciones, delelectrónico solo se reutiliza en la actualidad el 1%.

Todo un reto frente a quienes presentan el libro electrónicocomo una solución más convenientepara el planeta. Pero también es un reto para los que abogan por el papel. La demandamundial de papel sigue creciendo y solo el 10% de la poblaciónmundial consume más del 50% del papel. Por otro lado, si lamadera para hacer el papel procede de bosques y plantacionesbien gestionados, es un recurso renovable, un almacén de carbono y es reciclable, ya que sus fibras de celulosa son reciclables varias veces.

Los pros y los contras para elegir un tipo de libro u otro paralas personas que se preocupan del medio ambiente son comoel dicho: dependerán con el color con que se miren. Lo únicocierto es que ninguna de las dos posiciones son esclarecedoras del “conflicto”.


En principio ninguna opción parece la más verde. Tal vez haymás sensibilidad por los bosques, pero debemos ser cada vezmás conscientes que la quema de basura electrónica, problemaque no hemos resuelto, es tremendamente contaminante.

Los ecologistas nos recuerdan que esta nueva herramientaelectrónica se suma a toda una lista de ordenadores, móviles otelevisores que en un corto espacio de tiempo serán desechoselectrónicos que terminarán en vertederos o serán incineradoscomo emisiones dañinas para el medio ambiente y la salud.Estos residuos electrónicos son exportados, a menudo ilegalmente, desde Europa, EE UU, Japón y otros países industrializados, a Asia y África. Muchas de las personas que desmantelan estos residuos son niños y niñas que están expuestos a uncóctel de sustancias químicas tóxicas.

Para sustentar su posición sobre la ecoedición, Bigues ponecomo ejemplo el libro Una verdad incómoda,del exvicepresidente estadounidenseAl Gore.Para su edición española,Bigues calculó su coste en términos de medio ambiente (dedónde viene la energía de la imprenta, qué tipo de papel se usa,dónde se produce y demás) y lo “pagó” mediante la plantaciónde un bosque equivalente en Albacete.

Hay tablas y test para medir nuestra huella ecológica y sabersi somos sostenibles. Pero esta asignatura está todavía poraprobar por los consumidores y los fabricantes.

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