El technium

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La búsqueda de significados no es nueva para los humanos. Los misterios, como las maravillas, nos rondan siempre los talones: cuando creemos que tenemos respuestas para algunos de ellos, nos aparecen otros. El más contemporáneo es el enigma de los mercados. Ya no estamos sujetos a los designios divinos, eso es poca cosa cuando nos tenemos que enfrentar a la deuda y al Ibex 35, los nuevos demonios del momento. Nos cuentan su funcionamiento pero no entendemos nada.

Nos cuesta creer que nuestro mundo se mueva solamente al ritmo que marcan los innumerables números que bailan en las pantallas de los ordenadores. La fe en un mundo mejor es lo único que nos queda y resistir para que no estrechen nuestro pensamiento, haciéndonos pensar que estas son las únicas preocupaciones en nuestras vidas. Danzad, danzad, malditos. Decía Lev Tolstoi en Anna Karenina: «No hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que a su alrededor todos las aceptan». El dilema como siempre es saber qué aceptar y qué no.

Para minimizar tanta incertidumbre, variar el foco de esta situación claustrofóbica y no sentirnos como marionetas en una representación no elegida, es gratificante saber que algunas mentes buscan significados en el cibermundo (ya que estamos también en él) y nos permiten repensar nuestras actividades como humanos e intentar ser críticos con el mundo que estamos construyendo.

Hace seis años, Kevin Kelly, cofundador de aquel fenómeno y revista-fetiche sobre ciencia y tecnología llamada Wired, comenzó un experimento. Subió a su sitio web www.kk.org, un post titulado Mi búsqueda del significado de la tecnología. Lo que comenzó siendo solamente bits en la red se ha convertido ahora en átomos en un libro publicado con el título What Technology Wants, editado por Viking/Penguin en octubre de 2010. Este proyecto, en su blog denominado The Technium, lo comenzó para darse explicaciones, intentar resolver algunas de sus propias contradicciones, lo que le llevaba a aceptar o no ciertas tecnologías. Él es consciente de que, «como ya no podemos vivir como especie sin tecnología, lo único que podemos hacer es cómo decidimos convivir con ella. Si la hacemos abierta o no, escalable o no, favorable a la diversidad o no son aspectos importantes en su desarrollo, aquéllos a los que debemos prestar atención».

«COMO YA NO PODEMOS VIVIR COMO ESPECIE SIN TECNOLOGÍA, LO ÚNICO QUE PODEMOS HACER ES CÓMO DECIDIMOS CONVIVIR CON ELLA. SI LA HACEMOS ABIERTA O NO, ESCALABLE O NO, FAVORABLE A LA DIVERSIDAD O NO SON ASPECTOS IMPORTANTES EN SU DESARROLLO», ARGUMENTA KEVIN KELLY

De hecho, Kelly, autor también de los libros Fuera de control: La nueva biología de máquinas, sistemas sociales y el mundo económico (Addison Wesley, 1994) y Nuevas reglas para la nueva economía (Granica, 1999), se muestra en sus explicaciones conciliador y positivo entre el papel electrónico y el convencional: «La experiencia de tener un libro en las manos va a seguir. Es tan perfecta que no creo que sea reemplazada». Pero también cree que en poco tiempo todos los libros, artículos, periódicos y textos que existen en el mundo estarán en Internet y serán de libre acceso.

Para este pensador autodidacta, así se reconoce, el meollo de la cuestión es ésta: «Hace alrededor de 10.000 años, los humanos pasaron un punto de no retorno en el que su habilidad de modificar la biósfera superaba la habilidad del planeta de modificarnos a nosotros, los seres humanos. Ese punto de transición fue el comienzo del technium. Ahora, estamos pasando por un segundo momento de transición en el cual la habilidad del technium de modificarnos excede nuestra habilidad de modificar el technium«.

La contradicción puede ser muy fructífera, está en el interior de la dialéctica como forma de comprensión. Solamente oyendo todas las partes y sus diferencias se pueda encontrar alguna salida, por ejemplo, al virulento debate en España qué es la ley Sinde y las polémicas descargas. Amador Fernández-Savater, editor que publica habitualmente con licencias Creative Commons y persona implicada desde hace años en los movimientos copyleft/cultura libre, en un esclarecedor artículo que ha publicado en su blog y que el periódico El País ha reproducido, expresa que no es el miedo al futuro la mejor arma para combatir los posibles desajustes y sus consecuencias negativas. La novedad hay que pensarla. Fernández-Savater opina: «lo más valioso del movimiento por una cultura libre no es que proponga soluciones (aunque se están experimentando muchas, como Creative Commons), sino que plantea unas nuevas bases en las que algunas buenas respuestas pueden llegar a tener lugar. Me refiero a un cambio en las ideas, otro marco de interpretación de la realidad. Una revolución mental que nos saque del callejón sin salida, otro cerebro».

Con Kevin Kelly, no hay problemas, él predica con el ejemplo. Todo su trabajo está abierto en su web y piensa que «como todos los procesos biológicos los tiempos son milenarios y que estamos al principio de ese todo conectado en una gran red interdependiente». Muchas preguntas aparecerán, pero también sabremos darles respuestas, eso sí, mejor con libertad que con represión.

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