El síndrome de la rana hervida

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Imagínese una cazuela con agua. En el interior, nada tranquilamente una rana. La temperatura empieza a subir. La rana no se inquieta. Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con agua, a 50º C, se hubiera puesto a salvo con un enérgico salto. Esto demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía. Estamos inmersos en un fracaso perceptible, pero si no somos conscientes y no damos un salto para cambiar las cosas,caeremos atrapados sin capacidad de reacción.

Este curso salen de las escuelas los primeros graduados en ingeniería en cuatro años. Por el mundo están los ingenieros (denominación genérica, sin apellidos). Los que sigan estudiando, podrán realizar máster, cuya formación es profundizar en conocimientos en una especialización.

El Plan Bolonia, relativo a la unificación de las enseñanzas universitarias, ha cambiado los parámetros y el superingeniero español, casi licenciado en exactas, casi licenciado en física, casi licenciado en químicas y casi licenciado en todas las ramas del saber, todo junto en una sola titulación, no tiene parangón en el extranjero, pero es el origen de un supercolegio profesional en el que se agrupan estos titulados. Bajar las pretensiones para agrupar a todos los ingenieros en un colegio único es un salto obligado antes de perecer. La sociedad lo demanda, y los estudiantes y los nuevos titulados también. Pero ese salto demandado, de hacerse, no se puede llevar a cabo arrollando, sin tener en cuenta la existencia de otros colegios de ingenieros con vida propia, y no se puede pasar a salvarse quien pueda porque la situación puede pasar por encima de todos.

Pistas para llegar a una conclusión:

– Los títulos actuales son para extinguir.

– Las nuevas titulaciones no encajan al 100% con las estructuras colegiales actuales.

– Las nuevas titulaciones pueden optar por un nuevo modelo asociativo.

– Unir los colegios, adaptándose al nuevo orden, puede representar la continuidad a la historia de las ingenierías, a la vez que aprovechar las bondades de las organizaciones existentes.

–El servicio a la sociedad se realizará mejor desde estructuras consolidadas unificadas, sin dispersión de medios y superando divergencias ancestrales.

Por otra parte, no se puede dejar de lado una cuestión: la titulación de referencia para ejercer en todas partes del mundo como ingeniero es el grado, no el máster. Ejercer un fuerte corporativismo impide cualquier movimiento y, cuanto más se eleve la temperatura, más incapacidad hay para salvarse.

Un ejemplo: en otros países existe la formación continua y habilitan a los colegios para demostrar la experiencia. Es absurdo pensar que los americanos y los británicos que estudian cuatro años son peores ingenieros que los españoles, con cinco y seis años. Y es verdad que, aunque existen dos niveles de estudios, en todas partes hay el mismo nivel profesional. Todos son ingenieros, o sea, un mismo colegio profesional.

Se impone la amplitud de miras y la generosidad. Si los dirigentes de los colegios de ingenieros no somos capaces de ver que dentro de unos pocos años estas discusiones se habrán consumado y estarán superadas, nuestra gestión habrá sido un fracaso.

La hoja de ruta para unificar los colegios es muy simple: predisposición y voluntad de hacerlo, sin mirar el pasado con la renuncia a vanidades o futilidades.

Juan Ignacio Larraz Plo

Decano del Colegio de Aragón y vicepresidente del Cogiti (Artículo publicado el 8 de agosto de 2014 en Heraldo de Aragón).

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