El metal es el material de envasado más reciclado de España
Gracias a esta virtud, los elementos metálicos nunca se pierden, simplemente van adaptando diferentes formas: un envase metálico se recupera, se funde de nuevo y se convierte en otro producto. Por ejemplo: con 700 latas se puede construir una bicicleta; con 126 tapas de metal se puede hacer un móvil y 1.678 aerosoles se pueden convertir en una silla de ruedas. Separar y reciclar metales es un proceso sencillo y altamente eficiente. En el caso del acero, su cualidad magnética permite su recuperación mediante electroimanes, sin que sea necesario seleccionar los envases a mano de entre los demás residuos. El aluminio, por su parte, se puede separar mediante corrientes de Foucault. En ambos materiales, el proceso de reciclaje a gran escala supone una drástica reducción del impacto medioambiental porque disminuye la generación de emisiones de CO2 y asegura la preservación de los recursos naturales.
De hecho, los envases metálicos son un modelo a seguir dentro del nuevo paradigma de la economía circular, en donde los productos se reutilizan y reciclan en un círculo continuo que, además, crea puestos de trabajo. Algunas cifras demuestran estas ventajas: Por cada tonelada de chatarra que se recicla, se ahorran más de dos toneladas de materias primas, es decir, cada lata ahorra en materias primas dos veces su peso cuando se recicla. Reciclar una tonelada de chatarra permite la reducción del 75% de las emisiones de CO2 producidas cuando se fabrica el acero a partir de mineral de hierro. Reciclar 1 tonelada de chatarra reduce hasta un 95% de las emisiones de CO2 producidas cuando se fabrica el aluminio a partir de bauxita. Un envase de acero ahorra 1,5 veces su peso en emisiones de CO2