El Delta del Ebro

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“CON O SIN TRASVASE, EL DELTA ESTÁ EN PELIGRO, Y PODRÍA DESAPARECER COMO EN SU DÍA OCURRIÓ CON OTRAS ZONAS HÚMEDAS, CON ANTELA EN ORENSE O LA NAVA (EL MAR DE CASTILLA, DECÍAN) EN PALENCIA”

El último día de octubre de 2003 la ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, presentó en el Consejo de Ministros la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del trasvase del Ebro, o mejor dicho, tal como consta en los documentos oficiales, del Bajo Ebro. La precisión no es caprichosa, puesto que trata de dejar claro que no ha lugar a la algarabía de los aragoneses, ya que la toma para el trasvase se realizará aguas abajo de Tortosa. ¿De qué protestan, pues?

Como era previsible, la DIA ha resultado positiva, de manera que nada impide ya que las obras comiencen en cuanto se hayan realizado los concursos oportunos, dentro de pocos meses. La ministra, decidida como pocas, ha dicho incluso que ya están elegidos los emplazamientos donde se pondrá la primera piedra, pero no ha querido revelarlos. Y ha dicho también, que el trasvase se hará con o sin ayuda de Bruselas, aunque ello pudiera poner al Gobierno, que ya será nuevo, en algún aprieto. De todos modos, la mujer considerada artífice del déficit cero en la economía, quiere aplicar la misma medicina para llegar al déficit cero hídrico.

No es el trasvase la única obra del PHN _hay decenas de actuaciones en marcha_, aunque sí la más polémica. Lo es en sí misma, desde un punto de vista conceptual (los trasvases están superados, dicen los críticos; lo es por su impacto ambiental a lo largo de los 914 kilómetros de recorrido, aunque hayan sido notablemente corregidos algunos de los aspectos más preocupantes, y lo es sobre todo por su supuesta incidencia en el Delta del Ebro, la segunda zona húmeda más importante de España y una de las principales de Europa.

Hasta mediados del siglo pasado, los paisajes se medían en altura, es decir, sólo las montañas eran consideradas como tales. Las montañas, los bosques, las cascadas, las rocas y la fauna de gran envergadura. Lo verde, en definitiva. Las llanuras, las estepas y los humedales, sin embargo, apenas eran valorados. A partir de 1954, con el nacimiento de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), nuestras ideas al respecto comienzan a cambiar, y descubrimos que esas zonas húmedas infectas son vitales, entre otras cosas, como hábitat de cientos de miles de aves de España, de Europa o de Africa.

Los humedales se convierten desde entonces en llanuras aladas, con una fuerza estética sobrecogedora, pero no por ello acaban las agresiones. Piénsese que, todavía en 1979, precisamente el gobierno de Aragón proyectaba desecar la Laguna de Gallocanta, el tercer humedal español en importancia estratégica después de Doñana y el Delta del Ebro. Ese año, en Daroca, se celebró un acto reivindicativo con la presencia de Félix Rodríguez de la Fuente. En pleno debate, Adolfo Aragües, avezado ecologista, llegó a tal grado de excitación que comenzó a dar puñetazos sobre la mesa gritando como un poseso: ¡No, no, no! Rodríguez de la Fuente se quedó sobrecogido, y no sé si por convencimiento previo o estimulado por la reacción de Aragües, amigo suyo por otra parte, se sumó a la causa. Esta y otras acciones salvaron Gallocanta.

En el Delta del Ebro ha pasado algo parecido. Tras sucesivas agresiones y una lucha decidida para evitarlas, fue declarado Parque Natural en 1986. Ya entonces era más que evidente el fenómeno de regresión, debido a la falta de aportes sólidos (algo frecuente cuando los ríos no mueren en el mar), y el avance de una cuña de agua salina que podría trastocar el equilibrio de este frágil ecosistema. Cebe señalar, que los mismos agricultores que hace un par de décadas se enfrentaron a los ecologistas, ponen ahora el grito en el cielo porque sus intereses (los arrozales) también están en peligro. La naturaleza suele dar este tipo de lecciones.

El Ministerio de Medio Ambiente dice, con razón, que la infraestructura del trasvase no afecta al Delta, pero el temor está en el manejo del agua, en el respeto a los caudales necesarios, en la incidencia de los embalses que se construyen aguas arriba (en Aragón sin ir más lejos), en las incertidumbres del cambio climático, en la gestión del trasvase en tiempo de sequía, etc. Prueba evidente de que la situación no está para tirar cohetes, es que el Ministerio de Medio Ambiente ha redactado un supermillonario Plan Integral del Delta del Ebro (PIDE) que pondrá en marcha al margen de lo que suceda con el trasvase. Un Plan, por cierto, que no fue aprobado al cambiar de posición Convergencia i Unió ante la emergencia electoral.

Hablamos de aves fundamentalmente, pero otras especies habitan el Delta, como la nutria, la comadreja, el galápago europeo y el leproso, la tortuga boba, el tritón palmeado, el esturión… y muchas más. Con o sin trasvase, el Delta está en peligro, y podría desaparecer como en su día ocurrió con otras zonas húmedas, con Antela en Orense, con La Nava (el mar de Castilla, decían) en Palencia, con La Janda en Cádiz, con El Calderón de Sevilla, etc. A veces, el déficit cero, en economía o en ecología, sale caro.

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