Educación y creatividad

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Nuevas voces se añaden al debate sobre la educación. Defienden con pasión que hay que modificar la educación y replantearse la creatividad porque no estamos a la altura de los desafíos a los que ahora nos enfrentamos. Debemos retomar una concepción de la creatividad, la facultad de crear, que nos devuelva a una relación constante, que ya existió en la Antigüedad, entre las disciplinas artísticas y científicas.

Ken Robinson en su obra Out of Our Minds. Learning to be creative1 cree que la educación ha fracasado estrepitosamente en ese sentido, puesto que muchos estudiantes acaban sus estudios sin descubrir lo que se les da bien ni averiguar jamás sus talentos. Los grandes cambios probable-mente han originado la ansiedad que surge de la disparidad entre el mundo educativo y las necesidades económicas, culturales e individuales. El autor inglés critica la desafortunada división entre ciencias y artes en el sector educativo. La creatividad ha pasado a asociarse con lo artístico y no con lo científico, quizá por la creencia de que la creatividad tiene que ver con la expresión individual de las ideas. Ken Robinson propone retomar una concepción de la creatividad que nos devuelva la relación entre las disciplinas artísticas y científicas, puesto que ambas salen perjudicadas de la separación.

Las dos culturas

Es un tópico hablar de la ignorancia entre la colectividad literaria y la científica. La ignorancia entre ambos colectivos es notable como ya se manifestó con la publicación del libro de C. P. Snow Las dos culturas (1959). En su segunda edición de 1963, Snow señalaba el nacimiento de una nueva cultura: “la tercera cultura”, que antes o después emergería para llenar el vacío que queda entre los intelectuales de letras y los científicos. La tercera cultura era, pues, una respuesta a este vacío de comunicación.

Alguien dijo una vez “tus propiedades te poseerán”. ¿Cómo podemos educar a los niños del siglo XXI? Según el profesor Sir Ken Robinson, los sistemas educativos de todo el mundo deben cambiar debido a dos razones: una, ecónomica, en respuesta a la crisis actual, y otra, cultural, para encontrar una identidad cultural dentro del marco de la globalización. El problema radica en intentar llegar al futuro con modelos educativos del pasado y alienando a millones de niños; ahora tener un título universitario no es sinónimo de trabajo. Este profesor cree que esa no es la solución porque el actual sistema educativo fue diseñado y concebido para una época diferente, en la cultura de la Ilustración y la economía de la revolución industrial. Robinson cree que este sistema ha sido bueno para pocos y malo para muchos.

LOS SISTEMAS EDUCATIVOS DE TODO EL MUNDO DEBEN CAMBIAR POR DOS RAZONES: UNA, ECÓNOMICA, EN RESPUESTA A LA CRISIS ACTUAL, Y OTRA, CULTURAL, PARA ENCONTRAR UNA IDENTIDAD CULTURAL EN EL MARCO DE LA GLOBALIZACIÓN

Los alumnos actuales están viviendo el periodo de mayores estímulos de la historia de la humanidad. Las artes han sido especialmente las víctimas de la mentalidad actual y se definen negativamente como una experiencia estética, cuando las experiencias estéticas son las que más abren los sentidos y las anestésicas son las que te cierran a lo que está ocurriendo, anestesiándonos. Deberíamos, pues, ir al revés: despertar a los alumnos y cambiar el paradigma. Los planes de estudio estandarizados están creando un malestar en aumento y no hay otra solución a corto plazo.

Un reciente estudio sobre el pensamiento divergente nos aporta más a esta vía. El pensamiento divergente es la capacidad esencial para la creatividad; es la posibilidad de ver muchas posibles respuestas a una misma pregunta, muchas posibilidades. El psicólogo Edward Bono lo llamó “pensamiento lateral”, es decir, no solo pensar de manera lineal o convergente, sino tener la capacidad de dar muchas posibles respuestas. La escuela se ha convertido en un mito: esperamos que al final del proceso habrá una respuesta para tanto esfuerzo.

Para concluir, Robinson aporta unas propuestas finales a su estudio: debemos cambiar la capacidad humana del conocimiento y reconocer que la mayoría de la educación reside en grupos en los que la colaboración es fuente de conocimiento. Si separamos la gente de los grupos creamos una disyunción entre ellos y su entorno natural de aprendizaje. La ciencia y la técnica, sus equipos de investigación, son pioneros en estudios en equipo, en combinar inteligencias y aportar ideas al trabajo en equipo.

Quizá deba reforzar este modelo y cambiar los viejos sistemas derivados de una sociedad ya inexistente para emprender una globalización, por fin, de sistemas organizativos, sean colegios o empresas, inclusivos, interdisciplinarios que aúnan habilidades y esfuerzos por encima de un éxito personal que contribuye poco a la construcción de nuestro día a día tan cambiante y desorientador.

1 Publicado en Capstone Publishing Ltd., 2011 (edición de 2001 revisada y ampliada). En español se puede leer del mismo autor: El elemento: descubrir tu pasión lo cambia todo. Barcelona, Ed. Grijalbo, 2009.

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