Buenas ideas

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Para muchas personas, la vuelta de las vacaciones o en inicio de un nuevo año son momentos propicios para replantearse sus actividades. El ser humano es creativo, no hay duda. Pero la búsqueda de una nueva idea que nos salve del tedio, del desastre económico o nos solucione los problemas sean los que sean, no parece tan fácil. Miles de técnicas, hay quien vive de enseñarlas, están a nuestra disposición para desarrollar la inventiva, el ingenio o lograr nuevas asociaciones que abran caminos.

En la película La red social, sin entrar a opinar si la situación fue así o no, aparece un Mark Zuckerberg cogiendo ideas de aquí y de allá, despierto a todo lo que oye para dar cuerpo a una idea, que se llamaría y se llama Facebook. Ideas que todos envidiamos y que nos llevan a decir, tomando una cerveza, que algo así nos gustaría que nos pasase. Zuckerberg indudablemente, partió de un entorno, de un conocimiento, pero estos eran accesibles a muchos otros; de hecho, tuvo que solucionar algunos problemas con la autoría. Por tanto, podemos preguntarnos cómo y dónde surgen las buenas ideas.

Ser más creativos, tener mejores ideas y esperar que las organizaciones sean más innovadoras es el grial de los tiempos actuales. Ahora bien, ¿qué tipo de entornos favorecen la innovación? ¿Qué enciende la chispa de la creatividad y la innovación?

Estas son las preguntas a las que intenta dar respuesta el libro Las buenas ideas. Una historia natural de la innovación, publicado en España el pasado mayo. Steven Johnson, su autor, argumenta que no cree en el famoso eureka, sino más bien en la preparación, en las inquietudes y en la curiosidad. No es fan del concepto de repente, sino de entornos fértiles que permitan una alianza entre la naturaleza y la cultura. Para él hay un paralelo entre la evolución humana y la técnica. “El truco de la innovación es conocer cuáles son las herramientas de las que disponemos en un momento dado”. Para este escritor de divulgación científica estadounidense, la idea de un pensamiento innovador se basa en un proceso lento y gradual basado en el concepto de la “corazonada lenta” en vez de un momento de inspiración instantánea.

Las ideas se incuban. Le gusta ilustrar esta tesis en sus conferencias con el ejemplo de Tim Berners-Lee, el inventor del hipertexto. Berners-Lee pensó que podría idear un lenguaje para intercambiar información acerca de sus investigaciones con sus colegas del laboratorio de investigación en física de partículas (CERN) en el que trabajaba. Aparcó esta idea durante un tiempo hasta que las condiciones se dieron para su desarrollo. Le llevó 10 años, pero él fue quien creó el hipertexto. Y ya sabemos lo exitoso que ha sido. También sabemos que hay una gran diferencia entre las ocurrencias y las buenas ideas que se fraguan con el tiempo, aunque luego su desarrollo sea rápido.

“SER MÁS CREATIVOS, TENER MEJORES IDEAS Y ESPERAR QUE LAS ORGANIZACIONES SEAN MÁS INNOVADORAS ES EL GRIAL DE LOS TIEMPOS ACTUALES. AHORA BIEN, ¿QUÉ TIPO DE ENTORNOS FAVORECEN LA INNOVACIÓN?”

La definición de un innovador, para este divulgador, además de un buen conferenciante, como se pudo comprobar en su conferencia del Círculo de Bellas Artes de Madrid, dentro de un ciclo de la Fundación Telefónica, es que son personas que tienen muchas relaciones en lo físico y en lo intelectual, incluso muchos pasatiempos. Esto da múltiples posibilidades e interconexiones. “Las personas que se dedican a varios proyectos suelen ser creativamente más fértiles que los que se concentran en una sola disciplina”. Le gusta poner otro ejemplo: Gutenberg llegó a la imprenta gracias a su afición a los viñedos, donde veía las prensas para el vino, todo fue cuestión de pasarlas al papel.

Lógicamente, defiende los entornos creativos que ofrecen las redes sociales, estos cafés y ágoras del siglo XXI. Internet, las redes líquidas, facilitan la serendipia, pues permiten búsquedas que llevan a resultados dispares, a veces a destinos a

los que no se pretendía llegar. “En muchas ocasiones, de esas uniones espontáneas nace la innovación. Cuanto más interrelacionada esté una sociedad, más posibilidad tiene de que surjan nuevas ideas. El contexto, la comunicación y la libertad para que fluya el imaginario colectivo generan el mejor caldo de cultivo para la creatividad”. La innovación es el resultado del choque de ideas entre distintas personas. “Pero las ocurrencias no necesitan únicamente un contexto propicio para su nacimiento. La oportunidad, el error, la casualidad, los préstamos, etcétera, son factores que potencian la creatividad”.

Vivimos unos momentos en los que parece que la única palabra que quieren que se instale en nuestro cerebro sea miedo. Una buena idea sería desterrarla o sustituirla por otras que permiten el avance y no la parálisis. Johnson abre su libro con esta cita de Shakespeare, de

El sueño de una noche de verano, que al considerarla bella también la consideró verdadera. Yo la utilizo para terminar y para recordar que el futuro no está escrito, como algún grafitero expresó y que seguro que estará lleno de buenas ideas: “…mientras la imaginación da cuerpo / a formas desconocidas, la pluma del poeta / las convierte en figuras, y a la etérea nada / le otorga una residencia y un nombre”.

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