ECOLOGISMOS
Amchitka
Amchitka. Esta extraña palabra, que marca un hito en la historia del ecologismo moderno, es el nombre de un pequeño archipiélago, cerca de las Islas Aleutianas (Alaska), donde el Gobierno de Estados Unidos tenía previsto realizar una serie de pruebas nucleares subterráneas. El 15 de septiembre de 1971 un viejo buque pesquero, rebautizado como Greenpeace, partió hacia esa zona desde Vancouver (Canadá) con 12 hombres a bordo, miembros todos ellos del comité pacifista No hagáis olas (Don’t make waves), que se había formado un año antes en esa bella ciudad de Canadá al calor de las movilizaciones contra la guerra de Vietnam. Entre los tripulantes estaba Bob Hunter, autor de Viaje a Amchitka (La odisea medioambiental del Greenpeace), cuya versión española fue publicada hace unos meses por la editorial El Viejo Topo. El Greenpeace apenas disponía de tres semanas para llegar a Amchitka con el ambicioso objetivo de paralizar las explosiones atómicas, pero no lo consiguió por la fragilidad del barco que no podía hacer frente a los tremendos temporales y por las dificultades de todo tipo que las autoridades estadounidenses les pusieron en su recorrido. Las disensiones personales entre la tripulación hicieron el resto. Finalmente, estalló tan sólo una de las bombas previstas y, cinco meses después, el pro-grama de pruebas nucleares fue cancelado de manera definitiva. De este fracaso, sin embargo, nació Greenpeace, la organización ecologista más poderosa del planeta con tres millones de socios en la actualidad y oficinas abiertas en 40 países en las que trabajan varios cientos de personas liberadas. Recuérdese que Greenpeace también jugó un papel esencial en la década de 1990 para que Francia suspendiera las explosiones nucleares en el célebre atolón de Mururoa. No es casualidad que el actual director ejecutivo de Greenpeace-España, Juan López de Uralde, destaque en el prólogo de este libro que comento las cualidades de Robert Hunter como activista, enfrentándose en su momento a los buques balleneros rusos en el Pacífico o protegiendo con su propio cuerpo los bebés-foca de los cazadores de pieles, pero sobre todo por los artículos que durante esa peripecia de Amchitka comenzó a escribir en el periódico Vancouver Sun que eran seguidos por miles de lectores. Desde sus orígenes supieron entender los de Greenpeace que la complicidad mediática era imprescindible para lograr sus objetivos. Mientras estaba enfrascado en la lectura de este libro surgió la noticia de que el Senado de Estados Unidos había impuesto al Gobierno de Bush una moratoria en su proyecto de explotación de las riquezas petrolíferas de Alaska, coincidente con otras expectativas no menos preocupantes en el Ártico al socaire del deshielo acelerado por el aumento de las temperaturas (¿cambio climático?), que abre nuevas posibilidades económicas en ese inmenso desierto blanco. Tarde o temprano se llevarán a cabo, pues al paso que vamos todo es necesario para alimentar nuestro ritmo de cre
“HA QUERIDO EL DESTINO QUE ALGUNAS DE LAS
RIQUEZAS MINERALES MÁS APETECIDAS SE
ENCUENTREN PRECISAMENTE EN LOS LUGARES
MÁS BELLOS Y MÁS PUROS DEL PLANETA,
INCLUIDA LA ANTÁRTIDA”
cimiento y de consumo desmesurado. Ha querido el destino que algunas de las riquezas minerales más apetecidas se encuentren precisamente en los lugares más bellos y más puros del planeta, incluida la Antártida, que por el momento está amparada
bajo el Protocolo de Madrid.
Casi coincidiendo en el tiempo con esa expe
dición fallida a Amchitka comenzó en Radio
Nacional de España (RNE) la emisión
del programa La aventura de la vida,
dirigido y presentado por Félix Rodrí
guez de la Fuente. Fue en uno de
esos espacios donde, tres meses
antes del accidente mortal ocu
rrido en Alaska en 1980, el amigo
de los animales dejó constancia
de la conmoción que le había pro
vocado la belleza de ese territorio
que él suponía a salvo porque Nacio
nes Unidas acababa de declararlo en
parte como patrimonio mundial de la
humanidad.
Rodríguez de la Fuente es el eje que vertebra
la exposición 25 años de ecologismo, patrocinada
por el BBVA, con motivo del 25.º aniversario de su desaparición. Un aniversario que se conmemora con diversos actos desde marzo de 2005 hasta el próximo marzo de 2006. Sin lugar a dudas, el propio Félix y Greenpeace constituyen dos capítulos brillantes de esta ya larga historia del ecologismo español que, en realidad, comenzó bastante antes. Cuando Greenpeace instaló su primera sede en nuestro país, Félix ya había muerto dejando tras de sí una biografía repleta de proezas que han suscitado la admiración de millones de españoles. Con sus programas de naturaleza en TVE logró convertirse en el personaje más famoso del país. Años después, con modos e ideas diferentes, Greenpeace también acapara la atención mediática con sus happenings de protesta. Dos formas de entender y defender la naturaleza.
VIRIDIS
Técnica Industrial 261 – Febrero 2006
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