A pesar de nuestras universidades

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Colaboración del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Santa Cruz de Tenerife

Formamos parte de un colectivo profesional que tiene su origen como titulación universitaria que es en las escuelas técnicas de las distintas universidades españolas. Lo tuvieron los peritos industriales, los ingenieros técnicos industriales y ahora los graduados en las distintas especialidades de la rama industrial. Esto hace que por defecto le tengamos el normal cariño adonde nos formamos, y nos hicimos con el título que amamos y nos permite desarrollarnos profesionalmente.

Por eso nos duele que, al amparo de la autonomía universitaria, se permitan situaciones que denotan cierta desconexión con la realidad y hasta con el sentido común. Un ejemplo de estas situaciones pasa por tener una oferta formativa global, que incluye multitud de titulaciones con nombres en muchos casos casi surrealistas, nada prácticos y, sobre todo, sin atribuciones profesionales para el ejercicio de la profesión de ingeniero. Con esto, no se hace otra cosa que confundir a los futuros alumnos, y engañarlos a ellos y a sus familias.

En nuestro ámbito provincial, hay que decir que nuestra universidad pública de referencia ha sido coherente en la oferta de títulos de grado en ingeniería de la rama industrial.

De ahí que nuestra implicación desde el colegio con la citada universidad haya sido y sea de hecho máxima desde los inicios de los estudios de ingeniería técnica industrial hace algo más de una década, aportando fondos para equipar aulas informáticas, participando en las comisiones técnicas de diseño de títulos, organizando jornadas anuales divulgativas, convocando anualmente premios a los mejores proyectos fin de carrera, ahora trabajos fin de grado, acudiendo a charlas informativas para a los alumnos, etc.

Sería deseable que la implicación de la propia universidad con sus escuelas técnicas, donde se imparten los estudios de grado en ingeniería, fuera igual de intensa. Porque a pesar de tener normal-mente altos índices de matriculación en las carreras que conducen a nuestros títulos, descenso de vocaciones incluidas, se tiene la sensación de que las escuelas técnicas son como hermanas pobres dentro del contexto de la oferta formativa universitaria.

Y no es un problema de personas, al menos de las que están en primera línea, porque ahí lo que se encuentra es trabajo duro, implicación máxima, comprensión, colaboración, ayuda, etc.

Es un problema estructural en virtud del cual, y como ejemplo, en vez de aprovechar el caudal de experiencia y formación que nuestro colectivo profesional acumula, lo que se hace es poner el acceso a la docencia tan complicado que resulta prácticamente imposible llegar, a pesar de que sea necesario en muchos casos ampliar la plantilla de profesores.

Tenemos la obligación en cualquier caso desde nuestras instituciones colegiales de seguir apoyando en todo lo que podamos, porque nuestros estatutos así nos lo piden y, sobre todo, porque el futuro de los alumnos, y por tanto de la profesión, está en juego. Nosotros seguiremos comprometidos al cien por cien con nuestra universidad.

Lo realizado por nuestra parte hasta ahora, y este compromiso firme de continuar en la misma línea, consideramos que nos habilita para exigir el necesario nivel de implicación interna desde la propia universidad con sus escuelas técnicas.

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