El teléfono aspira a ser el monedero virtual
Compañías tecnológicas y agentes del sistema financiero se preparan para que el teléfono móvil ocupe en unos años el espacio de la cartera y se pueda utilizar como medio de pago
Las tarjetas de crédito tienen el futuro muy negro, y no solo las tristemente conocidas por este color. El ritmo vertiginoso al que hoy se mueve el mundo digital anticipa que el móvil ocupará el espacio de la cartera, llevándose por delante este tradicional soporte plástico de pago utilizado por miles de millones de personas. El tsunami que se avecina es de tal magnitud que hay quienes incluso dibujan un escenario sin billetes.
Así lo creen las principales compañías tecnológicas y un buen puñado de agentes del sistema bancario, que han empezado a tomar posiciones ante la posibilidad de que el sueño de poder pagar todo con el móvil sea pronto una realidad. El informe World Payments Report, correspondiente a 2014, vaticina que los pagos por smartphone, una fórmula que en la actualidad ya utilizan el 13% de los españoles, según revela otro estudio de Forrester Research para PayPal, se dispararán al 60% en dos años. Visa, por su parte, acaba de estimar que de aquí a cinco años la mitad de las transacciones en Europa se harán a través de dispositivos móviles, un pronóstico del que también participa MasterCard, que considera que este tipo de operaciones por móvil alcanzará los 195.000 millones en 2019. Y casi 6 de cada 10 españoles ya han dicho que les gustaría pagar directamente desde su móvil cuando realizan una compra, según el Estudio Nielsen de Actitud Financiera.
Buena culpa de este notable avance que se augura al monedero virtual la tienen gigantes tecnológicos como Apple, Samsung y Android, que en los últimos meses han animado el mercado con el lanzamiento de sus propios sistemas de pago que hacen vislumbrar un modelo de consumo sin tarjetas de crédito ni dinero en efectivo. Según aseguran, sus sistemas, que siguen el camino abierto por la Wallet de Google, permiten que el consumidor pague de forma inmediata y con total seguridad cualquier compra solo con pasar su teléfono móvil por un terminal que disponga de la tecnología Near Field Communication (NFC, por sus siglas en inglés), que hace posible la comunicación instantánea e inalámbrica entre dos dispositivos que, eso sí, deben estar muy cerca uno del otro.
Pero no son los únicos. A entidades como BBVA, que se convirtió hace poco más de un año en la punta de lanza de esta nueva estructura financiera con su Wallet, una app que permite pagar todas las compras con el móvil y que ya utilizan más de 400.000 clientes, se han ido sumando otras firmas como CaixaBank, Banco Santander y Telefónica, que por su parte han impulsado el conocido Yaap Money, al que muchos han bautizado como el WhatsApp del dinero, por lo fácil que resulta enviar y recibir pequeñas cantidades a través de un sistema similar al de la mensajería instantánea.
El futuro, en la nube
MasterCard, por su lado, ha dedicado ocho años de trabajo a crear aplicaciones como la que en la actualidad permite subirse al metro de Londres sin billete físico. Lo que esta y otras compañías de pago han realizado es configurar una plataforma de soporte del sistema en la nube, llamada MCBP (MasterCard Cloud-Based Payments), que posibilita asignar a cada operación del usuario un código único para cerciorarse de la seguridad de la operación al igual que lo hace el chip de la tarjeta de crédito. Este sistema de pagos digitales en la nube se ajusta a todo tipo de infraestructura contactless (sin contacto), con la que no hace mucho ya contaban más de 600.000 establecimientos en toda España.
Visa, que celebró este pasado mes de junio un congreso en Barcelona para analizar el futuro de los pagos con nuevas tecnologías, especialmente a través del móvil y con transferencias entre personas (P2P), aseguró que cuenta en Europa con una treintena de entidades financieras comprometidas con la implantación antes de fin de este año de pagos basados en la nube, que incorporan el uso de la tecnología Host Card Emulation (HCE), que abre nuevas posibilidades para pagos virtuales, programas de fidelización, tarjetas de acceso y de transporte y otros servicios personalizados.
Aunque nadie niega que el futuro pasa por lo intangible, lo cierto es que aún queda camino por andar. A la falta de un estándar definido y de una infraestructura establecida se añade la percepción de una cierta inseguridad por parte de los usuarios y la posibilidad de ser objeto de un fraude. Si se superan estos obstáculos, preparémonos para abrazar un mundo sin tarjetas ni billetes.