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No solamente los novelistas están bajo el punto de mira por los reiterados escándalos de plagio, o los filósofos con sus “imposturas intelectuales”, ahora también los científicos. La seriedad del joven alemán Jan Hendrik Shoön parecía estar garantizada por los rigurosos métodos de trabajo de los Bell Laboratorios. Pero investigar en una de las áreas mas pun-teras y que más expectativas levanta: la nanoelectrónica, significa que muchas personas se fijen en los trabajos publicados. Se detectaron repeticiones de conceptos en artículos de índole distinta y además sus colegas no podían reproducir los trabajos que publicaba. La sospecha estaba sembrada y la preocupación también, ya que, casos como éste no benefician a la comunidad científica y no sólo por el descrédito, sino por el tiempo y el dinero perdido.
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