Gente de números

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“DEL 22 AL 30 DE AGOSTO SE CELEBRARÁ EN LA CAPITAL ESPAÑOLA EL XXV CONGRESO MUNDIAL DE MATEMÁTICOS, UN EVENTO QUE SUPERA CON CRECES LAS MAGNITUDES CON LAS QUE SE SUELEN MEDIR LOS CONGRESOS, YA QUE SE ESPERAN UNOS 5.000 ASISTENTES”

Tenemos fama de ser gente de letras, de sentir fobia por los guarismos y los símbolos característicos del álgebra y, en general, por la abstracción que conlleva la matemática. Podemos presumir de la influencia del quehacer hispano en la historia de la cultura, especialmente en artes plásticas y literatura, y bajamos la voz cuando la cuestión se desliza hacia asuntos científicos. Nos queda, eso sí, el recurso de mentar a Cajal y a Ochoa, nuestros sempiternos premios Nobel científicos, y especialmente al primero, auténtico patriarca de toda una disciplina, la neurociencia, de inmenso presente y gigantesco futuro.

Más allá de las ciencias de la vida el panorama parece oscurecerse. Pocos españoles sabrían nombrar a un solo científicos nacional, pasado o presente, que trabaje en física, química o disciplinas afines. Y menos aún si se inquiere por los matemáticos, a quienes se supone perdidos en algún infinito. España tan sólo jugó un papel relevante en este campo como introductores en Europa de las aportaciones que los árabes trajeron de oriente durante la Edad Media.

Sin embargo, la revista Notices, de la Sociedad Matemática Americana, ha dedicado su portada, su artículo principal y otro de opinión de su número de febrero pasado a las matemáticas españolas, y puede que muchos se sorprendan al saber que nuestra gente de números publica el 5 % de todas las aportaciones científicas que en este campo aparecen en todo el mundo. A pesar de que el impacto de estas publicaciones no es muy elevado, España está situada en el décimo lugar de la clasificación mundial de las matemáticas, en línea con su peso político y económico y muy por encima de su competitividad científica general. De hecho, la revista destaca que de los 15 científicos españoles más citados internacionalmente, cuatro son matemáticos.

El prestigio explica que Madrid vaya a ser el punto de encuentro de los especialistas de todo el mundo este verano. Del 22 al 30 de agosto se celebrará en la capital española el XXV Congreso Mundial de Matemáticos (ICM2006), un evento que supera con creces las magnitudes con las que se suelen medir los congresos, ya que se esperan unos 5.000 asistentes, por encima del número de asistentes a la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS, en sus siglas en inglés). No hay disciplina donde se congregue semejante multitud de una sola vez, y tan sólo algunas cumbres mundiales organizadas por la ONU han superado esa cifra.

Durante el congreso se entregan las medallas Fields, el galardón que tradicionalmente se ha considerado el Nobel de las matemáticas, además de otros galardones, y en esta ocasión, según se dice en los mentideros de la profesión, podría haber, por primera vez, un español entre los premiados.

La historia de estos congresos se inició en 1893, cuando Georg Cantor y Felix Klein lanzaron un reto a sus colegas al grito de “Matemáticos del mundo entero, ¡uníos!”. Aquel llamamiento surtió efecto, y en 1897 tuvo lugar en Zúrich el primero de los 24 congresos celebrados hasta ahora. El segundo, celebrado en 1900 en París, tuvo una gran trascendencia por la famosa intervención de David Hilbert, que marcó los caminos por los que transitó buena parte de la actividad investigadora matemática del siglo XX. En su recuerdo, el 2000 fue denominado por la ONU como Año Internacional de la Matemáticas.

A trancas y barrancas, los congresos mundiales se han venido celebrando, salvo excepciones marcadas por las guerras mundiales, cada cuatro años, sin que hayan surgido otros eventos que los ensombrecieran. Algo que resulta extraño, teniendo en cuenta la complejidad del universo matemático actual, donde se pueden distinguir cientos de especialidades y subespecialidades cuyas jergas se han convertido en ininteligibles para otros matemáticos, incluso los más cercanos. Eso explica que al calor del ICM se celebren multitud de congresos satélite especializados. En esta ocasión el número supera ya la sesentena, de los cuales 36 se celebrarán en diversas ciudades españolas.

Allyn Jackson, la periodista de la revista Notices que firma el reportaje dedicado a nuestra matemática y titulado In High Gear: Spanish Mathematics looks to the future –and to ICM2006 (A toda marcha: Las matemáticas españolas miran al futuro –y al ICM2006), asegura que “muchos matemáticos españoles están trabajando en la élite de la investigación, impartiendo importantes conferencias y publicando en las mejores revistas”. Esta situación debería incluso empezar a mejorar si la organización del congreso se convierte, como es de desear, en un éxito. Y quizá entonces se dejará de pensar que los españoles estamos predestinados, casi genéticamente como pensarían algunos, a las letras. También somos gente de números.

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