Profecías
El sociólogo Zygmunt Bauman pertenece a la estirpe de los profetas que aspiran a equivocarse. Su propia biografía es un compendio de los cambios políticos y sociales vividos en Europa en el siglo XX. Nació en Poznan (ciudad alemana hasta la I Guerra Mundial; luego polaca) en 1925. Abandonó su país natal con el ascenso del nazismo, a causa de su ascendencia judía, y más tarde se enroló en el Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial. Finalizada la guerra, volvió a P olonia, donde inició su carrera de sociólogo en la Universidad de Varsovia. En 1968, tuvo que emigrar nuevamente por causas políticas, y se instaló primero en Israel para terminar como profesor en la Universidad de Leeds (Reino Unido).
En sus libros describe una maraña de experiencias individuales y colectivas, paisajes, costumbres, modelos, prejuicios y ansiedades. Su objeto de análisis es el mundo del consumo, los teléfonos móviles, el chat, las relaciones de quita y pon, el trabajo precario o los reallity-show. Su estilo es personal y sesgado, y su prosa, atractiva, rica y culta. Distingue entre la modernidad sólida, es decir el mundo hasta fines del siglo XX, basada en la territorialidad, y cuya forma política es el Estado-nación, y la modernidad líquida, caracterizada por la globalización, la diversidad y la fluidez.
El tema recurrente de sus obras es el de la identidad individual y colectiva. Es el cronista de un mundo desencantado, de vínculos sociales y personales ambiguos y valores morales ambivalentes. Su tono no es ciertamente optimista. Bauman no se encuentra entre los que piensan que vivimos en el mejor mundo posible. Este sociólogo desarraigado y octogenario practica un pesimismo del pensamiento para poder ser un optimista de la voluntad, quizá porque la pérdida de la esperanza es el mayor desastre que le puede ocurrir a la humanidad. “Tener esperanza es nuestra obligación”, afirma. Desde Freud, son muchos los científicos sociales que nos advier- ten de las consecuencias pervers as de la modernidad, de los cam- bios no deseados, de los sacrificios y los riesgos que acechan al hombre de nuestro tiempo. Podemos considerarlos profetas, a la manera de los del Antiguo Testamento; o simplemente científicos sociales que diagnostican la época moderna. Pero necesitamos que nos hablen alto y claro, mientras no sea demasiado tarde.