Enrique Ballester Sarrias

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Toda una vida dedicada a la enseñanza es lo que define a Enrique Ballester Sarrias. Durante 32 años, de 1986 a 2018, ha estado al frente de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño de Valencia. Doctor en ciencias físicas y catedrático de la ETSID (Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática), al finalizar el pasado curso dejaba su cargo de director, tras una prolífica trayectoria profesional, que había comenzado en 1961, en la empresa Hidrocivil.

De toda su trayectoria como profesor y director de la ETSID, ¿de qué se encuentra más satisfecho?

De iniciar con otros compañeros las prácticas en empresa, las relaciones internacionales y la mejora de las instalaciones que han permitido incorporar nuevas metodologías docentes con cambios en los resultados académicos de los alum-nos. Como director, introducir la filosofía de la acreditación de nuestros estudios, que nos ha permitido tener los sellos de excelencia, EURACE, en nuestros títulos, así como el ABET y el Pegasus, que, a su vez, ha contribuido a conseguir hasta seis Premios Nacionales de los siete que recibió nuestra universidad en un año.

¿Qué aspectos de la Universidad requieren soluciones más urgentes?

Cambiar toda la legislación que en los mandatos de Rajoy han bloqueado la universidad pública española. Desde la reducción de presupuesto, la limitación de personal (recordemos que por cada 10 que se jubilaban se podía sacar una plaza), la subida de tasas, los cambios de criterios en la asignación de becas hasta la drástica reducción o supresión de inversión en investigación.

¿Por qué es tan necesaria la innovación para un país?

Debemos cambiar la educación desde los primeros peldaños, desarrollar mode-los de enseñanza que potencien la realización y presentación de prototipos y otros trabajos en todos los niveles, sobre todo en la universidad. Debemos introducir el emprendimiento y la innovación como algo sustancial en la enseñanza universitaria, cuanto más sean capaces nuestros alumnos de ser emprendedores y de innovar en sus trabajos, mejor serán valorados y más riqueza se creará en este país.

¿Cómo se mide el éxito de una escuela en la universidad?

El éxito de un centro se mide por la calidad de sus titulados, esta calidad en la formación de los estudiantes se mide desde la acreditación por la ANECA de todos los títulos que impartimos u otras acreditaciones internacionales que tenemos, la mejora de las plazas de profesorado, ya que llegaremos a 50 catedráticos de universidad (antes no podíamos tener ninguno por ser una escuela universitaria) y lo que certifica el éxito lo es por la calidad del trabajo de nuestros titulados.

”El éxito de un centro se mide por la calidad de sus titulados, y en la formación de los estudiantes se mide desde la acreditación por parte de la ANECA”
”Hemos tenido dobles y tripes titulaciones, lo que ha favorecido que tengamos titulados trabajando por todo el mundo”

¿Hasta qué punto es importante para usted la internacionalización de la escuela?

En el año 1987, cuando se inicia Erasmus en la Unión Europea, nosotros lo fomentamos de tal forma que ya al año siguiente teníamos alumnos en Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Portugal. Luego iniciamos los proyectos Alfa, Tempus, que coordinamos desde la Escuela de Valencia. Hace unos meses publicamos un libro que recogía las experiencias de profesores, alumnos y PAS [personal de administración y servicios] desde los inicios hasta los casi 200 que enviamos cada año, y los 400 que recibimos actualmente. En la década de 1990 empezamos a tener intercambios con EE UU. Hemos tenido dobles e incluso triples titulaciones, lo que ha favorecido que tengamos titulados trabajando en todo el mundo.

Durante su etapa como director de la ETSID, ¿qué medidas han llevado a cabo en ese sentido?

En nuestro centro están muy incorporadas la internacionalización y las prácticas en empresa y la innovación educativa, los tres pilares en los se sustentan nuestros planes de estudio.

Hay alumnos que se vienen a estudiar a Valencia para irse de Erasmus un año, o participar en una de las 1.400 prácticas de empresa. Hemos tenido o tenemos alumnos de ETSID de Valencia, lo más al norte en Finlandia, lo más al este en Japón, al oeste en EE UU y Canadá, hacia al sur las colaboraciones con México, Chile, Brasil, Cuba, y con África estamos desarrollando magníficos proyectos de colaboración para el desarrollo.

¿Cómo le gustaría que le recordasen sus alumnos/as?

Como ocurre ahora cuando te encuentras algunos/as que hace años que no ves y que van con sus hijos, y notas una buena sintonía, comentan dónde trabajan, destacan algunas acciones que desarrollábamos en la escuela y que les ha servido en su vida profesional. Me encanta que me recuerden como un amigo al que podían y pueden acceder, que siempre ha estado dispuesto a escuchar y apoyar a todos.

Desde que comenzó su trayectoria profesional, ¿ha notado cambios significativos entre los alumnos? ¿Y en el profesorado?

Los alumnos llegan con unas capacidades diferentes y unas habilidades distintas de las que traían hace años; en general, tienen más dominio de otros idiomas, una cultura digital más amplia y muchos ya conocen otros países y culturas. El profesorado de nuestras escuelas ha hecho grandes esfuerzos para adaptarse a las tecnologías que hoy utilizamos como soporte de la docencia, así como su incorporación a la investigación para poder acreditarse a nuevas plazas, aunque me gustaría tener más profesorado que hubiera ejercido su profesión de ingeniero en el mundo industrial, pero esa actividad se valora poco para las acreditaciones.

Los ingenieros españoles están bien valorados en el extranjero. ¿Cuáles diría que son sus puntos fuertes?

En los últimos 30 años, la implantación de Erasmus abrió la posibilidad de que muchos estudiantes (unos 3.000 en la escuela de Valencia) terminaran sus estudios en otros países, allí se dieron cuenta de que su formación globalmente era tan buena como la de sus compañeros de otros países. En la mayoría de los casos destacan que su formación es de un perfil de ingeniero más amplio; como ejemplo, un mecánico nuestro tiene también conocimientos de electricidad, automática, economía, todo ello hace que sean fácilmente incorporados a diferentes entornos de trabajo.

”Los alumnos llegan con capacidades diferentes, tienen más dominio de otros idiomas y una cultura digital más amplia que antes”
”El profesorado de nuestras escuelas ha hecho grandes esfuerzos para adaptarse a las tecnologías utilizadas como soporte en la docencia”

En líneas generales, ¿considera que los estudios universitarios se ajustan actualmente a las necesidades reales del mercado laboral?

Suelo comentar a los alumnos que en muchos casos los contratarán por la primera parte del nombre de su título, ingeniero, y otras veces por la segunda parte aeronáutico, mecánico, electrónico, químico diseño industrial. La primera parte está bastante trabajada y es muy común en diferentes países, la segunda entra en el debate de si tiene que ser muy especializada o de un amplio espectro. Personal-mente dejaría las nuevas especializaciones para una formación de posgrado.

De 1986 a 2006 fue presidente de la Conferencia de Directores de Escuelas de Ingeniería Técnica Industrial y, posteriormente, ha desempeñado el cargo de vicepresidente, desde 2012. ¿Cuáles son las principales actuaciones y reivindicaciones que ha llevado a cabo?

En mayo de 1986 fui elegido por parte del equipo del Ministro Maravall para representar a los directores de Ingeniería Técnica Industrial en el grupo V de la Re-forma Universitaria; en el último trimestre de 1986 convoqué a todos los directores de las escuelas universitarias (EUITI) para llevar las propuestas de nuestro colectivo al grupo de trabajo. He liderado las propuestas que han permitido tener actualmente titulaciones de grado de cuatro años y 240 créditos, pertenecientes al grupo A1. En el libro blanco presentado en la ANECA, me siento muy satisfecho de que participaran decanos de colegios y más de 250 profesores de 40 universidades públicas.

Colegiado de Honor de los Colegios de Madrid y Valencia e Insignia de Oro por el Consejo Gallego de IT Industriales. ¿Qué significan para usted estas distinciones? ¿Cómo es su relación con los colegios profesionales?

Personalmente, es un honor. Significa que los colegios que continúan la labor que realizamos en la escuela te consideran que eres un titulado más. En la mayoría de los casos, las relaciones con los decanos y presidentes nacionales han sido buenas; de hecho, contamos con ellos en los Congresos Universitarios de Innovación Educativa en las Enseñanzas Técnicas (CUIEET) y en la elaboración de las propuestas de títulos y contenidos. En la escuela en la que he sido director hay aulas dedicadas a profesores ilustres que hemos tenido, y en el Salón de Grados a un decano y presidente nacional, Francisco Garzón.

Siguiendo con los reconocimientos, ¿cómo recuerda el momento en que recibió la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio, concedida por el ministro de Educación en nombre de D. Juan Carlos I Rey de España, en diciembre de 2010?

Una gran alegría personal, para mi familia y para mi escuela. El acto, en marzo de 2011, fue muy bonito. Vino la delegada del Gobierno para la imposición, y en la posterior comida celebramos también los 25 años de director. La petición contó con adhesiones de secretarios de Estado, directores generales, decanos, directores de escuela, empresas y antiguos alumnos.

¿Ha pensado ya en sus nuevos proyectos?

Estoy disfrutando más de la familia, sigo dirigiendo trabajos de fin de grado y proyectos de fin de carrera y estoy preparando un libro sobre mis trabajos en innovación educativa.

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