Carlos Gutiérrez Alameda

Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Agrícolas de España

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La necesidad de un nuevo Plan Hidrológico Nacional es vital para poder hacer frente a la producción alimentaria

Carlos Gutiérrez Alameda

El sector agroalimentario tiene una demanda constante de ingenieros especializados en diversas áreas, como las ingenierías agrícola, de alimentos y medioambiental, entre otras. Unos ámbitos que conocen bien los Ingenieros Técnicos Agrícolas, especialmente en lo que se refiere a la tecnología y la innovación, tan necesarias en la agricultura y la producción de alimentos. Carlos Gutiérrez Alameda es el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Agrícolas de España.

Gran parte del colectivo de Ingenieros Técnicos Agrícolas desarrolla su trayectoria profesional en el ámbito de la industria agroalimentaria, ¿qué datos puede aportarnos sobre ello?
No conocemos con exactitud cuántos profesionales tenemos trabajando en la industria alimentaria en este momento en nuestro país, pero, sin duda, el sector agroalimentario tiene una demanda constante de ingenieros especializados en diversas áreas, como la ingeniería agrícola, la ingeniería de alimentos y la ingeniería ambiental, entre otras. El constante crecimiento de la población y la necesidad de producir alimentos de manera más eficiente y sostenible han incrementado enormemente la demanda de profesionales capacitados en este campo. Además, la tecnología y la innovación están desempeñando un papel cada vez más importante en la agricultura y la producción de alimentos, lo que requiere de ingenieros agrícolas con habilidades específicas en estas áreas.

Como no podía ser de otra manera, la revolución tecnológica ha llegado también al sector agrario. ¿Qué papel desempeñan estos ingenieros en el proceso de digitalización del campo? ¿Cuál es la situación del sector en estos momentos, en esta materia?
No hay ninguna duda de que la digitalización del sector agrario será la piedra angular de una de las mayores transformaciones en el sector agroalimentario en toda su historia, y fundamentalmente por dos cuestiones, la primera, que va a permitir compatibilizar la producción primaria con el medioambiente, haciéndola sostenible al mitigar y eliminar la mayor parte de los impactos negativos que durante décadas ha tenido sobre el medio natural, y la segunda porque la digitalización va a ayudar al productor a optimizar sus recursos para incrementar la eficiencia, a la vez que le proporcionará importantes ahorros en insumos, garantizando una producción agroalimentaria sostenible y rentable.

La tecnología y la innovación están desempeñando un papel cada vez más importante en la agricultura y la producción de alimentos

¿Qué peso tienen las mujeres en este ámbito profesional?
Los Graduados en Ingeniería Agrícola y los Ingenieros Técnicos Agrícolas estamos de enhorabuena. Tanto los recientes datos elaborados por el Observatorio de la Ingeniería en su estudio de las Ingenierías en España, como el “Análisis de los Estudios Universitarios en Ingeniería”, elaborado por el INGITE (Instituto de Graduados en Ingeniería e Ingenieros Técnicos de España), nos colocan a la cabeza de las ingenierías en cuanto al número de mujeres que estudia el grado en Ingeniería Agrícola, y en cuanto al número de mujeres que se dedican a la profesión tras terminar sus estudios universitarios. Los datos del Observatorio de la Ingeniería confirman que el tanto por ciento de mujeres que hay en nuestra profesión es del 35 %, y los aportados en el citado Análisis de los Estudios Universitarios en Ingeniería, que se han obtenido con datos reales del Ministerio de Universidades, indican que las mujeres que estudian el grado de Ingeniería Agrícola alcanzan el 35,88 % (alumnas matriculadas) y el 36,77 % (alumnas egresadas), cifras que en todos los casos representan el mayor porcentaje de mujeres de entre todas las Ingenierías que se imparten en España.

Como técnicos, no tenemos ninguna duda de que sólo podemos seguir produciendo alimentos de forma compatible con el medioambiente

¿Hacen falta más ingenieros para hacer frente a la demanda del sector?
Hacen falta muchos ingenieros. En las ingenierías de este país podemos decir que hay prácticamente pleno empleo. En realidad, y según los datos del Observatorio de la Ingeniería, se estima que faltan y faltarán unos 200.000 Ingenieros en España en los próximos 10 años. Una situación que se acentúa con la falta de vocación, y se agrava con el fantasma de que se trata de carreras difíciles y que los empleos que se consiguen tras egresar no están suficientemente remunerados. Tenemos datos fiables que indican que, en los últimos 20 años, se reducen casi un 40% las vocaciones en Ingeniería.

¿Cuál es la principal problemática a la que se enfrentan los estudios que capacitan para ejercer la profesión regulada de Ingeniero Técnico Agrícola en la actualidad?
Para ejercer la profesión de Ingeniero Técnico Agrícola, se necesita cursar el grado en Ingeniería Agrícola, y actualmente el caballo de batalla es, sin duda, lograr que los estudiantes de Bachillerato que desean hacer una carrera universitaria opten únicamente por los grados habilitantes. Las universidades, es su afán de incrementar o mantener el número de alumnos, han creado unos grados que, no cumpliendo las Órdenes CIN de verificación de títulos universitarios, cuentan con nombres atractivos para la juventud, como la Ingeniería Agroalimentaria, o la Ingeniería biomédica, que hace que numerosos alumnos busquen futuro profesional en esos atractivos títulos. Lo que no saben muchas veces es que, tras cursar 4 años estas carreras universitarias, terminan y no pueden ejercer la profesión regulada para la que están estudiando. Es lo que se conoce como grados “blancos”, estudios que no dan acceso a la profesión regulada y que obligan al egresado, que debería tener sus competencias profesionales, a estudiar un nuevo grado o a hacer un máster habilitante. Una trampa que esclaviza gratuitamente dos años más al alumno, que no tiene otro remedio más que seguir estudiando para poder acceder a la profesión regulada.

En nuestra profesión no hay un grave problema con los grados blancos, pero en otras profesiones, como en la Ingeniería Técnica Industrial, los grados no habilitantes representan ya el 50% del total de los grados.

¿Cuáles son las reivindicaciones más destacadas que están llevando a cabo, desde su colegio profesional, en lo que respecta a la mejora del ámbito agrario y a la necesaria sostenibilidad medioambiental?
Como técnicos, no tenemos ninguna duda de que sólo podemos seguir produciendo alimentos de forma compatible con el medioambiente en el que vivimos, y que la compatibilidad medioambiental requiere de sacrificios del sector. De ahí la enorme importancia de la digitalización del sector, que va a permitir acercarnos a la sostenibilidad sin que haya un cataclismo en el sistema productivo. Un ejemplo muy claro puede ser el uso sostenible de los fitosanitarios. Si eliminamos totalmente un fitosanitario concreto para una plaga y esta plaga encuentra libre camino y se disemina, la producción agraria puede caer en picado, y de ahí la importancia de la digitalización que nos permitirá tratar selectivamente para utilizar menos cantidad de fitosanitarios, pero garantizando la productividad del sistema.

Nosotros reivindicamos que para la puesta en marcha de esa compatibilidad ambiental es necesario un plan más realista, donde los plazos no sean una cuestión política, sino una cuestión realista, consecuencia de un estudio técnico, a la vez que resulta imprescindible una mayor inversión en formación y en concienciación, tanto para los técnicos como para agricultores y ganaderos, en sus “idiomas” concretos.

¿Cuál es su opinión sobre la normativa vigente para el sector agroalimentario? ¿Hay quizás una excesiva burocracia y regulación del sector?
Por supuesto. Lamentablemente, hemos construido un sistema normativo en el que se ha querido legislar hasta la última coma, con un lenguaje en ocasiones complicado, con muchas normas difíciles de cumplir, y que muchas veces no obedecen a cuestiones propias del sector, sino a ciertos requerimientos políticos.

Tenemos normativa municipal, autonómica, estatal y comunitaria, en la que se solapan controles y normas, en las que todos los implicados tienen sistemas de control o de inspección, con lo que ocurre lo que no debería. Por ejemplo, un ganadero debe dedicarse a producir animales, y una enorme parte de su tiempo debe atender los requerimientos normativos, rellenando numerosos informes que son requeridos en las repetitivas inspecciones del municipio, de los guardas forestales, del Seprona (Guardia civil), de los servicios veterinarios de las CCAA.

Es imprescindible simplificar tanto las inspecciones como el papeleo, es decir, la redacción de informes por parte del ganadero, ya que la relación con las autoridades que fiscalizan la actividad del ganadero sería mucho más rápida y sin duda más eficaz, garantizando la minimización de los posibles errores consecuencia de una normativa tan enrevesada y repetitiva.

La falta de rigor normativo hace que ya no sólo sean diferentes algunos controles en las diferentes comunidades autónomas, sino que muchas veces es diferente según el técnico de control de la Administración que haya en las diferentes provincias de una comunidad autónoma. Recuerdo un caso muy reciente. En Burgos, la sección de medioambiente nos indica que para hacer un núcleo zoológico hay que pedir licencia ambiental porque la comunicación ambiental (más sencilla) es solo para actividades ganaderas, y la acción de criar perros no lo consideran una actividad ganadera. La misma cuestión solicitada en Valladolid, se considera comunicación ambiental, ya que indican en su informe que criar perros es una actividad ganadera, es decir, incongruencias que indican claramente que no hay un criterio común entre las delegaciones de una misma administración autonómica.

Hablemos ahora del relevo generacional en el campo y de la fijación de población en las zonas rurales. ¿Cómo pueden contribuir los Ingenieros Técnicos Agrícolas a paliar la situación de la denominada “España vaciada”? ¿Por dónde pasarían las posibles soluciones?
Desde nuestra posición privilegiada, por ser observadores desde el propio medio rural, venimos advirtiendo a cada político con el que nos reunimos, y desde hace ya varios años, que el éxodo rural y la falta de relevo generacional es uno de los mayores problemas para el sistema productivo agrario, y si no se acometen de verdad políticas de promoción del medio rural, no habrá vuelta atrás.

La vuelta al mundo rural sólo es posible con una gran apuesta del sector político-económico, una apuesta que pasa por incentivar sin complejos a personas que recolonicen el medio rural. Hablamos de un nuevo plan de recolonización, un plan que requiere de enormes dosis de promoción de los beneficios del mundo rural, de una gran campaña divulgativa de que lo rural es necesario, más aún, imprescindible, que requiere también de una fiscalidad diferente para quien se instale en el medio rural, de una mayor permisividad a nivel urbanístico, de una relajación de las directrices de Red Natura 2000, etc.

Otra estrategia clave es la mejora de infraestructuras, tanto en el transporte para acercar los servicios al mundo rural, como en la expansión de la banda ancha de telecomunicaciones para asegurar una conexión rápida y eficaz. También se debe hacer un esfuerzo en los servicios públicos, reforzando los esenciales como sanidad y educación, y dar facilidades para el teletrabajo. En cuanto a la vivienda, ser proactivos en los programas de rehabilitación de viviendas y abrir líneas de financiación para compra y alquiler de viviendas rurales.

Por otro lado, la generación de políticas de descentralización administrativa y el fomento de actividades culturales y recreativas, así como la puesta en marcha de escuelas de formación profesional en entornos rurales son otras claves para mantener población en entornos rurales.

Por último, tener en cuenta que algunas nuevas iniciativas pueden influir muy negativamente en el problema, y concretamente hablo de la instalación de mega parques solares en suelo de especial protección agrícola o la intromisión de los fondos de inversión en la adquisición de explotaciones agrícolas y/o ganaderas, con la eliminación paulatina de más pequeños propietarios, en “pro” de un sistema latifundista que no ayudará a fijar población.

Por último, a su modo de ver, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el sector agrícola y agroalimentario?
El sector agrícola y alimentario en España se enfrenta varios retos que impactan en su sostenibilidad y competitividad, entre los que destaco los diez más importantes. En primer lugar, el cambio climático: las alteraciones en los patrones climáticos, como sequías prolongadas, olas de calor y eventos extremos, van a afectar negativamente a la producción agrícola y fundamentalmente porque estas condiciones pueden reducir los rendimientos de los cultivos y aumentar la vulnerabilidad del sector. El cambio climático es difícil predecir cómo poder combatirlo a corto y medio plazo, pero podemos aprovechar este cambio para fomentar la producción de nuevos productos agrícolas en zonas, antes frías, que puedan ser colonizadas para oportunidades agrícolas.

En segundo lugar, la escasez de agua: la disponibilidad de agua es un problema crítico en muchas regiones de España. La agricultura es un sector altamente dependiente del riego, y la gestión eficiente de los recursos hídricos es esencial para la sostenibilidad del sector. La necesidad de un nuevo Plan Hidrológico Nacional es vital para poder hacer frente a la producción alimentaria y para constituirnos como una sociedad realmente solidaria.

El éxodo rural y la falta de relevo generacional es uno de los mayores problemas para el sistema productivo agrario

En tercer lugar, la degradación de los suelos: la erosión, la salinización y la pérdida de fertilidad del suelo son problemas que reducen la capacidad productiva de las tierras agrícolas. La implementación de prácticas agrícolas sostenibles, con la ayuda de la agricultura 4.0, será necesaria para mitigar estos efectos.

En cuarto lugar, los bajos precios y volatilidad de los mercados: la puesta en marcha eficaz de la Ley de la cadena alimentaria y un mayor esmero en el control de los precios del sistema productivo externo a la Unión Europea ayudarían a que el agricultor perciba un precio justo por sus producciones.

En quinto lugar, la competencia internacional: en este aspecto resultan de vital importancia las cláusulas espejo, es decir, hacer cumplir al productor de fuera de la Unión Europea las mismas condiciones legislativas que las que tienen que cumplir los agricultores y ganaderos comunitarios.

Otros retos son la innovación tecnológica, las políticas agrícolas y alimentarias y la regulación, el cambio demográfico y relevo generacional, la sostenibilidad ambiental, y la seguridad alimentaria y calidad.

Sin duda, enfrentarnos a estos desafíos requiere una combinación de políticas públicas efectivas, innovación tecnológica, formación y colaboración entre todos los actores del sector, debiendo estar los Ingenieros Agrícolas tanto en los procesos de toma de decisiones, como en la redacción normativa, para garantizar que el sector primario alimentario esté técnicamente representado en la esfera política, que muchas veces está a caballo entre la realidad y la ficción.

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