Marco Antonio Marcos
Ingeniero Técnico Industrial en el Real Instituto y Observatorio Astronómico de Marina (San Fernando, Cádiz)
”Los ingenieros somos indispensables para enfrentarnos a los retos de la humanidad”
De nuevo, el conocido concurso de televisión “Pasapalabra”, que se emite por las tardes en Antena 3, ha lanzado a la popularidad a un ingeniero, que durante todo el verano de 2021 ha mantenido en vilo a los telespectadores, fieles seguidores del programa, en su duelo con la bilbaína Sofía Álvarez. Ambos concursantes demostraron su pericia y gran manejo del diccionario y empataron en aciertos, a tan solo una letra del ansiado premio. El apellido de un famoso compositor norteamericano, Hermann, dio a la psiquiatra el bote de 466.000 euros que dejó a su compañero de concurso, con 24 aciertos, a una letra de la recompensa final. Marco Antonio Marcos no pudo lograr el anhelado premio, pero su paso por el concurso ha dejado huella y nos ha permitido conocer a una persona realmente polifacética, al demostrar una vez más que la cultura no es una disciplina exclusiva ni de letras ni de ciencias: además de ingeniero, tiene un Máster en Estudios Hispánicos y un doctorado en Filología.
Tras su paso por el citado programa, Marco Antonio visitó el Colegio de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de Cádiz, donde fue recibido por el decano, Domingo Villero Carro. Técnica Industrial tampoco ha querido perder la oportunidad de conocer un poco más a este Ingeniero Técnico Industrial y escritor gaditano, al que además no le importaría trabajar en el medio televisivo, donde cómo él mismo afirma, se siente “como pez en el agua”.
Ingeniero Técnico Industrial Electrónico e Ingeniero en Organización Industrial, ¿por qué decidió estudiar una Ingeniería?
La verdad es que, ante esta pregunta, quedaría muy bien responder que “por vocación”. En realidad, no fue así. Cuando yo empecé a estudiar ingeniería, las únicas cosas que me gustaban de este mundo eran ligar en los bares (o al menos, intentarlo), jugar al billar y leer historias de terror y de ciencia ficción. Resulta difícil ganarse la vida con tales aficiones, y como mis padres me aconsejaron que estudiara alguna carrera de ciencias porque con las letras seguramente me quedaría parado, yo, que era un hijo obediente (al menos, en esto lo fui) les hice caso y estudié la Ingeniería Técnica, especializándome en Electrónica. Luego vino la Organización Industrial, que me pareció interesantísima: una ingeniería enfocada hacia la economía y la racionalización de los sistemas de producción. A continuación, di un giro en mi carrera universitaria y seguí con las letras, cursando un Máster en Estudios Hispánicos; y, por último, me doctoré en Filología. La gente se suele encuadrar en ciencias o en letras como si fueran mundos estancos, aislados e impermeables, lo que me parece erróneo. Al menos, a mí me gusta pertenecer a ambos campos.
¿Cómo fueron sus comienzos en el mundo profesional?
Muy bien. Comencé a trabajar pocos meses después de haber terminado aquellos primeros estudios, por lo que me considero muy afortunado. Fue en octubre de 1992 y aún no había comenzado la ola de paro subsiguiente a la resaca de la Expo de Sevilla. Vi a compañeros míos haciendo de todo: sirviendo copas en los pubs, vendiendo libros en una librería… Cualquier cosa (decente) para sobrevivir excepto la que hubiera sido lógica, es decir, poner en práctica sus estudios de ingeniería para servir con ellos a la sociedad. Yo me salvé por los pelos.
En la actualidad trabaja en el Observatorio Astronómico de San Fernando (Cádiz), ¿cuáles son las principales funciones que desempeña?
Dentro del Real Instituto y Observatorio Astronómico de Marina, estoy destinado en la Sección de Hora. Nuestro centro es patrón nacional de tiempo y frecuencia y, dentro de ese contexto, recibimos equipos electrónicos de laboratorios y centros de investigación de toda España, y mi cometido es examinarlos y comprobar que se comportan de acuerdo a las especificaciones facilitadas por cada fabricante de los mismos, para emitir a continuación un certificado que garantice su funcionamiento. Considero que he tenido mucha suerte, yendo a parar al centro en el que trabajo y haciendo lo que hago.
¿Cómo ve la profesión de ingeniero en la actualidad?
Bueno, creo que los ingenieros somos indispensables a la hora de enfrentarnos a los retos que la humanidad tiene por delante en cuanto a superpoblación, energías renovables, emisiones de CO2 y un largo etcétera. Nuestras soluciones, por desgracia, no se aplican inmediatamente cuando chocan con los grandes intereses económicos, como la sustitución de los automóviles que funcionan mediante combustible por los eléctricos. El ingeniero es, en cualquier caso, uno de los pilares sobre los que se sustenta cualquier sociedad moderna.
¿Cómo pueden contribuir los ingenieros a mejorar el bienestar de las personas?
En nuestro mundo actual está muy extendido el problema de la soledad. Cada vez hay más personas solas y cada vez vivimos más tiempo. Los ingenieros podemos contribuir con nuestras soluciones a mitigar dicha soledad, aunque todavía parezca algo propio de la ciencia ficción. Llámenme loco o fantasioso, pero en poco tiempo se extenderá el uso de los robots como forma de compañía: hace poco hemos visto a Spot, un perro cibernético de la compañía Boston Dynamics, paseándose por las calles de León. El uso intensivo de los robots en nuestra sociedad aún está por llegar, y si no se ha producido todavía es por los costes de producción. Somos los ingenieros, por supuesto, los que encontraremos la forma de producirlos de forma económica.
¿Y las instituciones, como los colegios profesionales?
Nuestra contribución a la sociedad está aquí principalmente en la transmisión, a las generaciones que nos sucederán, del conocimiento y la experiencia.
Su perfil es realmente polifacético: ha impartido clases de castellano en el Instituto Cervantes de Moscú y en la Universidad Estatal Lingüística de esta ciudad, es articulista del Diario Bahía de Cádiz, además de Finalista del Premio Planeta en el año 1994, y Finalista también del XIX Certamen de Letras Hispánicas Universidad de Sevilla en 2013, entre otros premios recibidos. ¿Desde cuándo le viene la afición por la literatura?
Desde pequeño. Siempre me gustaron mucho las historias de terror y de ciencia ficción. Comencé dibujando cómics. Cuando me di cuenta de que no destacaría nunca en ese medio, me puse a escribir. En la época de mi infancia las videocámaras domésticas estaban en sus inicios; no era como ahora, que cualquiera tiene una en su teléfono móvil. De otra forma, me hubiera convertido en director de cine amateur. Así que si quería contar mis historias no me quedaba más remedio que ponerme a escribir. Y desde entonces hasta ahora, en que he hecho un pequeño receso para dedicarme al estudio de los diccionarios, he publicado bastantes libros: El interrogatorio (editorial Palabras de Agua, 2014), novela con la que quedé entre los finalistas del Premio Planeta; Luz Mala (Dalya, 2015), Baphomet (Egarbook, 2015), La tostadora de Hitler y otros relatos fantásticos (Dalya, 2015), Fenia (Dalya, 2015); mi tesis doctoral La ciencia ficción en Cádiz (Dalya, 2015), La casa automática (Premium, 2015), novela ganadora del III Premio de Novela de Terror Ciudad de Utrera; Te ves como te ven (Atlantis, 2017), El hombre obsoleto (Dalya, 2018) y Amanecer Verde (Premium, 2018), novela que ganó el I Premio de Novela de Ciencia Ficción Isaac Asimov, convocado por el Ayuntamiento de Puerto Real. Por otro lado, realmente me gustó dar clases de castellano en el Instituto Cervantes de Moscú y en la MGLU. También disfruté mucho aprendiendo el idioma ruso, que practico siempre que puedo.
¿Cómo surge la inspiración para escribir?
Supongo que hay una oscura fuerza interior que te obliga a hacerlo. Las musas. En las presentaciones que hago de mis libros suelo decir que un escritor es como un asesino en serie de las películas. El asesino en serie comete crímenes y el escritor “comete” libros, pero ambos notan algo misterioso dentro de sí que les obliga a hacer lo que hacen. Afortunadamente, el escritor tiene más difícil acabar en la cárcel por seguir sus tendencias.
¿Tiene algún otro proyecto literario en mente?
Siempre ando sobrado de ideas, la verdad. Espero publicar muy pronto una antología de historias de terror y también una novela, a medias entre los géneros negro e histórico, titulada “La Habana a quemarropa”: una historia de guerras entre bandas mafiosas situada en el ambiente de los casinos de juego de la ciudad de La Habana, a finales de los años 50, con la dictadura de Fulgencio Batista y la revolución de Fidel Castro como telón de fondo.
Además de su trabajo habitual, se ha hecho muy popular por su faceta televisiva, ya que ha sido concursante del programa “Pasapalabra” en varias ocasiones, ¿cómo fue la experiencia? ¿Y el hecho de convertirse en una persona conocida gracias a la popularidad que proporciona la televisión?
Muy bien, me he divertido mucho participando en el programa. Tanto Christian Gálvez como Roberto Leal son dos presentadores estupendos y magníficas personas, y los concursantes igual que los invitados nos lo pasamos muy bien con ellos. Así que la experiencia ha sido genial y espero que no se haya terminado del todo. Me gustaría volver algún día y, si fuera posible, luchar de nuevo por completar el rosco y conseguir el bote de “Pasapalabra”. He estado a punto de lograrlo varias veces y la verdad es que resulta muy emocionante. La “fama”, y la pongo entre comillas, la llevo bien.