¿Revolución energética?

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Nuevas iniciativas y estudios alertan de la necesidad de cambiar el modelo eléctrico y evitar la pobreza energética que amenaza a un porcentaje importante de la población

El reciente reconocimiento por parte delGobierno de un nuevo déficit de tarifa de 3.600 millones de euros ha vuelto sacar a la luz la urgente necesidad de reformar el sector eléctrico en España. Quienes asílo exigen no solo persiguen modernizar un mercado que apenas ha cambiado en elúltimo siglo y al que critican por ineficiente y derrochador, sino también evitar que miles de personas caigan en la pobreza energética, un concepto de nuevo cuño que refleja la incapacidad de un hogar para satisfacer sus necesidades básicas de energía.

Según un estudio publicado por la Asociación de Ciencias Ambientales, alrededor del 10% de los hogares españoles, unos cuatro millones de personas, no pueden pagar el recibo de la luz para mantener su vivienda a una temperatura adecuada o se ven obligados a destinar una parte excesiva de sus ingresos para poder hacerlo.

Esta es una precariedad que cada día más familias sufren en silencio –esta asociación presentará un nuevo informe actualizado en el primer trimestre de 2014 en el que prevé que la pobreza energética en España ya afecte al l5% de la población– y que tiene graves consecuencias en la salud física y mental (este informe destacaque entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras de personas de edad avanzada podrían evitarse si el mercado eléctrico se adecuara más a la realidad presupuestaria familiar).

El temor a que esta condena se extienda como la lepra ha llevado a multitud de organismos nacionales e internacionales a reclamar una revolución energética que apueste por fuentes alternativas a los combustibles fósiles, que mejore la seguridad y eficiencia del suministro y que salve el clima.

Esta es, en síntesis, la idea general que planeó en el tercer Foro de Viena de la Energía, celebrado en junio pasado, y en el que científicos, políticos y empresarios de medio mundo alertaron sobre el riesgo de continuar con el actual sistema, pero también del hilo conductor de no pocas iniciativas ciudadanas que durante los últimos meses vienen reclamando con insistencia una nueva cultura del uso de la energía en nuestro país.

El precio de la electricidad

Campañas como Bájate la potencia, impulsada a finales de octubre por una veintena de colectivos entre los que figuran organizaciones de consumidores, ecologistas o de ayuda a la cooperación, y las movilizaciones y acciones de protesta promovidas en los últimos meses por asociaciones como la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, la citada Asociaciónde Ciencias Ambientales y la Fundación Renovables para expresar el rechazo público a la reforma energética del Gobierno no hacen sino poner el foco sobre una realidad difícilmente cuestionable: España tiene una de las tarifas eléctricas para uso doméstico más caras deEuropa.

Así al menos lo corrobora la oficina de estadística de la Unión Europea (Eurostat), que en su último informe publicado a finales de noviembre refleja que el precio antes de impuestos de la electricidad en los hogares españoles es de 17,52 céntimos de euros por kW/h, solo más barato que en Irlanda (19,51) y Chipre (22,77) y casi cuatro céntimos más cara que la media de la UE de los Veintiocho, que esde 13,76 céntimos/kW/h.

Un objetivo, el de un nuevo escenario energético, que también subyace en el estudio Energía 3.0, de Greenpeace, que aborda cómo satisfacer exclusivamentecon fuentes renovables todas las necesidades energéticas de todos los sectores (transporte, edificación, industria, etcétera) y cómo hacerlo además de forma más fácil, rápida, sostenible y asequible gracias a la eficiencia energética y la inteligencia.

Pero estas y otras iniciativas pueden caeren saco roto, cuando no en el más doliente de los olvidos, si no cuenta con el imprescindible apoyo político que, hoy por hoy, y dada la actual incertidumbre económica, no parece que esté asegurado. Para la Agencia Internacional de la Energía (AIE) el crecimiento sostenido de las energías verdes, que prevé sean la segunda fuente energética del planeta en 2018, por encima del gas natural y duplicando a la de la energíanuclear, no puede esconder que el peso de los combustibles fósiles en el mix energético continuará siendo aún muy elevado y por encima del 75% en 2035, según sus últimas estimaciones.

Además, la AIE alerta de que este crecimiento de las renovables se verá absorbido por los nuevos yacimientos petrolíferos (su demanda crecerá en los próximos20 años aproximadamente un tercio desde los niveles de 2011), el aumento en la producción de carbón y las nuevas técnicas de extracción como el fracking. Revolución energética, ¿realidad o ficción?


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