Los españoles y el inglés
Hay bastantes argumentos con relación a este problema. En primer lugar, el inglés pertenece a una familia lingüística distinta del español, aunque luego su estructura gramatical sea más sencilla. Una de las mayores dificultades está en su sistema fonético, con 12 vocales frente a nuestras sencillas cinco vocales, lo cual es una barrera para el hablante español. Sin embargo, los portugueses, que hablan también una lengua romance, que no nos resulta muy difícil de comprender en la lengua escrita, tienen más facilidad para aprender inglés dado que tienen un sistema vocálico más parecido al inglés.
Se alude también a nuestro deficiente sistema educativo, pleonasmo insuperable. Muchos comentan que, a diferencia de en otros países, nuestra enseñanza de inglés está excesivamente centrada en la gramática y la expresión escrita. Mucha teoría y poca práctica: y como no se practica la lengua oral, nuestros eternos estudiantes de inglés se paralizan cuando deben mantener una sencilla conversación en inglés. Varias quejas vienen de la falta de profesores nativos o de la ratio de alumnos por aula.
Otro aspecto que destacan los expertos es que los españoles viven ajenos a la cultura inglesa, a pesar de estar colonizados por la cultura audiovisual norteamericana. ¿Para qué aprender inglés si no lo necesitamos? Cuando los estudiantes salen de las aulas no escuchan nada en inglés. “Mucho estudio y poco juego hacen de Juan un majadero”. El inglés es para nosotros esa asignatura complicada y odiosa que debemos superar en el bachillerato, pero que nada tiene que ver con nuestra vida cotidiana. Y así nuestros niños y nuestros jóvenes se pasan horas y horas ante el televisor viendo películas o series o dibujos animados doblados del inglés.
Los expertos señalan otro hecho: en la mayoría de los países de nuestro entorno, no se doblan las series de televisión y las películas; se ven en versión original, con lo que aumenta la inmersión lingüística. En España, desde los tiempos de Franco, se impuso el doblaje de las películas extranjeras. Hoy no es obligatorio dicho doblaje, pero es casi obligado para todas las salas de cine; de otro modo se arruinarían.
Además, en nuestro país existe un fenómeno curioso: somos probablemente el único país donde está mal visto pronunciar bien una palabra extranjera cuando hablamos en nuestro idioma, y donde pronunciar mal adrede es una exigencia de nuestro entorno social para no quedar mal.